En cuestión de minutos un privado de libertad puede convertir una cuchara o un cepillo de dientes en un arma capaz de acabar con la vida de una persona.
Ellos son expertos en transformar varillas de construcción, tubos, platinas, pedazos de malla, de perling y hasta cambriones de zapatos en punzones. Los cambriones son piezas de acero que les dan resistencia a los zapatos.
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Wagner Gómez, jefe de la oficina de Planes y Operaciones del Ministerio de Justicia, contó que ellos se sorprenden al ver la habilidad y el ingenio que tienen los reclusos para hacer esas transformaciones.
“Hacen estas cosas tan rápido que uno queda impresionado. Agarran un pedacito de escoba y le meten un pedazo de segueta y eso lo usan para cortar un perling. por ejemplo. Yo duraría un año pero esa gente en cinco minutos se lo lleva (lo consigue)”, detalló.
El oficial explicó que aunque ellos luchan por sacar del alcance de los privados de libertad los materiales que les permiten fabricar armas, la pericia de los delincuentes muchas veces los supera.
Consiguen tubos y los majan, luego hacen el corte y ya quedan como cuchillos, también sacan varillas o perling de las paredes y otras partes de las cárceles. Hay estructuras en La Reforma que no se han caído por obra y gracia de Dios, usted las toca y eso está a punto de derrumbarse por que les han ida sacando el metal poco a poco.
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Defensa y también negocio
Don Wagner contó que los reos no solo fabrican este tipo de armas para defenderse o atacar a los enemigos, sino también para hacer platica.
“Aparte de ser instrumentos de defensa también son un negocio sumamente lucrativo. Algunos hombres solo se dedican a cortar las platinas, varillas y esas cosas y a venderlas; ahí es donde entramos nosotros como oficiales a hacer revisiones y requisas para decomisar este tipo de objetos. Cuando la Policía les quita esas armas ellos se ven en la necesidad de reponerlas y ahí sigue creciendo el negocio", explicó.
“Un cuchillo cuesta unos tres mil o cinco mil colones, depende de varias cosas; entre más cerrado sea el ámbito en el que se dé la compra va a adquirir más valor, no vale lo mismo en Mínima Seguridad que en Mediana Cerrada”, explicó.
Gómez dijo además que los reos usan también las armas para proteger otro tipo de mercancías, por ejemplo teléfonos celulares y drogas que han logrado meter a las prisiones.
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Los oficiales penitenciarios se encuentran armas escondidas en lugares de todo tipo, algunos estrechos, otros altos y la mayoría muy cochinos.
“Nosotros a veces nos quedamos asustados de dónde guardan esas cosas: se ven casos desde que se meten cuchillos en el recto, los meten en las cloacas, los suben a los techos, los meten entre las paredes, en las colchonetas, dentro de los zapatos y en la comida.
“Normalmente están en lugares donde a la mayoría de personas le daría asco meter la mano, en los caños, en las cuevas de las ratas, entre otros. Todos los días se hacen revisiones y todos los días encontramos cosas prohibidas”, detalló.
Don Wagner contó que cuando hacen revisiones y encuentran objetos prohibidos, en el 99% de los decomisos los reos no ponen resistencia. Saben que nada pueden hacer o se quedan calmados porque ya tienen en algún lado las armas que sustituirán a las que les quitan.
“Hemos venido haciendo muchos operativos de limpieza, sin embargo, es muy complicado por las mismas estructuras ya que poco después de que nosotros les quitamos las armas, ellos buscan el material para hacer otras. Lo que sí hemos notado es que ya no salen cuchillos tan grandes, antes eran de hasta setenta centímetros o más, ahora en promedio son cuchillos pequeños", detalló.
Limpia en la Policía
El jefe policial dijo que como parte de las medidas para sacar de las cárceles los punzones y puñales hechizos están haciendo una limpia en la Policía para sacar a los corruptos que en algún momento han alcahueteado a los reos.
“Ahorita estamos haciendo pruebas toxicológicas a un grupo de oficiales de la Policía Penitenciaria seleccionados al azar para ir limpiando la institución, cada una de esas pruebas cuesta unos ¢90 mil”, aseguró.
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Esta es la segunda etapa en la que se llevan a cabo esas pruebas en el Ministerio de Justicia. La institución informó que entre noviembre y diciembre del año anterior se le hizo la prueba a 232 funcionarios del Centro de Atención Institucional (CAI) Jorge Arturo Montero (La Reforma); Vilma Curling Rivera (El Buen Pastor), Jorge De Bravo (Cocorí), San Sebastián, el Centro Especializado Ofelia Vincenzi, del Centro de Formación Juvenil Zurquí y de la Escuela de Capacitación Penitenciaria.
210 de esas pruebas dieron un resultado negativo y 22 salieron positivo. De inmediato los jerarcas iniciaron los trámites para despedir a esos funcionarios.
En el segundo bloque de pruebas se han realizado 170, de esas 161 resultaron negativas y 10 dieron un resultado positivo. Ellos también fueron despedidos.