Para muchos el famoso toro el Malacahuite es sinónimo de miedo y hasta terror, pero para Óscar Santamaría el cachudo representa respeto y un doloroso recuerdo.
El improvisado es uno más de la gran lista de víctimas del mentado animalote, pues en el 2014 sucumbió ante su poder. Un golpe por la espalda del cachudo de 700 kilos estuvo a punto de desprenderle el corazón y mandarlo directo a otro mundo.
Lejos de agarrarle terror, el hombre, de 45 años, se dio cuenta que el torazo era especial por lo que decidió tatuárselo en el pecho para nunca olvidar lo que le hizo.
El Malacahuite murió el 6 de enero de este año, pero gracias a su bravura quedará en la historia de los redondeles ticos como uno de los toros que más se imponía en la arena.
Ese episodio con el animal es una más de las tantas congojas y momentos duros que ha pasado el torero en más de 24 años de meterse a las diferentes plazas del país. Por la cabeza no le pasa dejar de hacerlo a pesar de haber estado al borde de la muerte en varias ocasiones.
Hoy, Óscar es parte del elenco de Repretel en las corridas de Zapote, es el encargado de hacer las dinámicas y juegos en la arena mientras el 6 está en transmisión.
De frente con el Malacahuite
Su encuentro con el Malacahuite se dio en diciembre del 2014 luego de que Óscar intentara echarle una mano a la improvisada Shirley Gómez, más conocida como la Negra, que estaba siento revolcada por el cornudo.
“En ese momento se lo quité de encima, pero me tropecé y me dio por detrás, fue un golpe en seco que casi me desprende el corazón, no hubo abertura sino que quemó por dentro. De una vez me llevaron al hospital porque se me inflamó mucho el pecho y quedé internado”, recordó.
De ese bombazo solo le queda una cicatriz que comparte en su pecho con el tatuaje del bichote que lo agarró.
“Me lo tatué como para recordar ese momento, no puedo decir que es el más fuerte que he tenido, pero sí el que más me marcó por el tipo de golpe que fue, además del toro que fue tan conocido”, dijo el capotero que se tatuó al animalón unos cinco meses después del susto.
Toreando a la muerte
Por más sorprendente que parezca, tres días después de enfrentarse al Malacahuite estaba metido de nuevo en el redondel y nuevamente lo volvieron a cornear.
“Yo estaba desesperado por volver y me fui de nuevo para el redondel y otra vez me volvieron a dar, otro toro me agarró por detrás de la rodilla izquierda y me comprometió los tendones, me entró una bacteria, pero por dicha me pudieron salvar la pierna”, recordó.
Y es que el oriundo de Puerto Jiménez de Golfito se crió en la finca de sus abuelos por lo que desde muy pequeño se enamoró de todo lo que tenía que ver con el mundo del ganado, entre esos sus amados toritos, que no hay fuerza humana que lo aleje de ellos.
“La misma pasión hace que uno no quiera dejar esto. Mi familia me lo ha dicho, pero saben que nadie me va a quitar este amor por los toros”, señaló el padre de dos hijas
Desde que decidió entrar a un redondel se dio cuenta que su historia con los cachudos sería de amor y dolor porque desde su primer corrida se llevó un recuerdo para la choza.
“Es vacilón porque desde la primera vez me levantó un toro y de hecho ese ha sido de los más grandes que tengo en mi carrera. No me dio chance de brincármelo y nadie llegó a quitármelo, ahí fue donde decidí hacerme capotero, ese día quedé casi chingo, el toro me rompió el pantalón, la camisa y quedé lleno de moretes, pero feliz porque sabía que eso era lo que me gustaba”, dijo.
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A pesar de los chollones que se llevó en esa primera ocasión, todo fue pura felicidad y rapidito regresó a las plazas de toros, con un resultado peor.
“A los 19 años sufrí una perforación en el pulmón en el redondel de San Isidro de Coronado. Me acuerdo muy bien que un toro brincó y me cayó encima quebrándome la costilla que a la vez se me metió en el pulmón, tuvieron que operarme y tuve un paro respiratorio, ya con eso le perdí el miedo y el cuidado a los toros”, afirmó.
Según Santamaría ha sido agarrado por un toro por lo menos unas 15 veces, que casi pasan a ser 16 el pasado 25 de diciembre cuando un cachudo estuvo a centímetros de darle por la espalda.
El momento más complicado fue una cornada que recibió hace siete años que lo tuvo al borde de la muerte.
“En el 2011 tuve una cornada en el cuello que casi me degüella, fue la herida más seria porque fue un cachazo en la arteria, al lado de la aorta, me botó pero nunca lo solté y tenía el cacho astillado por eso se rompió de una vez", afirmó el torero.
Otra pinta más
A esa lista de trágicos momentos, sin duda, hay que agregarle la ocasión que sufrió una descarga eléctrica de 35 mil voltios mientras trabajaba para el ICE, en el 2009.
La mayoría de sus órganos se vieron afectados, incluido el páncreas, el hígado, los pulmones y el corazón. Y mientras luchaba de frente con la muerte, en su mente solo estaban los toros.
“Después de un año en el hospital volví a los toros y tuve un gran recibimiento gracias a don Álvaro Zamora y Roberto Camacho. Fue una gran alegría porque a mí me diagnosticaron que solo me quedaban cuatro meses de vida y solo pensaba en que no iba a volver a estar en un redondel, pero gracias a Dios y amarrado de su mano pude salir adelante, siempre tuve en la mente poder regresar”, aseguró.
Santamaría reflexionó diciendo que no le teme a la muerte, mientras sea en la arena se podrá ir en paz.
“Creo que voy a morir en un redondel haciendo esto, he vivido entre ganado por puro gusto y ahora lo hago por trabajo, pero es lo que más disfruto, si me toca que sea en una plaza de toros”.
También aconsejó a los muchachos que están apenas iniciando en el mundo de los cachos.
“Quiero que sepan que llevamos mucho dolor a las familias, que evitemos el peligro, que no consuman alcohol ni drogas antes de meterse porque eso les puede costar la vida”, dijo.