“A donde no nos llevan nuestras piernas nos lleva nuestro corazón”, con esta frase como lema, Víctor Mendoza no solo superó el accidente en el que perdió su pierna derecha sino que también encontró fuerzas para convertirse en una de las grandes figuras de la selección nacional de amputados.
Hace ocho años Víctor jamás se habría imaginado que un día iba a llevar la chema número 7 de esa Sele, mucho menos que iba tener la oportunidad de jugar un Mundial en México.
Pero ahora todo esto es una realidad, pues el próximo 28 de octubre va a debutar en la cita mundialista, que tendrá como sede Guadalajara. Allí se enfrentará a las selecciones de Japón, Colombia y Polonia.
La vida ahora le sonríe a Victor, pero hace ocho años la cosa era muy distinta, pues en aquel entonces apenas iba saliendo de la cárcel tras cumplir una condena de 10 años que, según él, no hizo que quisiera ser una mejor persona.
A los pocos meses de su salida sufrió un terrible accidente de tránsito. Mendoza recordó que ese día se subió a su moto muy molesto luego de haber discutido con otra persona, por lo que apretó la bicha a fondo sin pensar en lo que podría ocurrir.
“Iba como a ciento veinte kilómetros por hora, perdí el control de la moto y me amputé la mitad de la pierna en la escena, estuve a diez minutos de morirme porque estaba botando demasiada sangre”, narró.
Afortunadamente los paramédicos lograron llevarlo a tiempo al hospital; sin embargo, ya no había nada que hacer por su pierna derecha.
“Pensé que la vida se me había acabado en ese momento, era lo único en lo que podía pensar”, aseguró.
Segunda oportunidad
Víctor recordó que la recuperación fue muy difícil, pero lo más complicado fue lo mental, pues en ese momento no sabía qué iba a pasar, hasta que un día se encontró con una persona que le mostró que ese no era el final, más bien era el inicio de una nueva vida.
“Un día estaba en psiquiatría del hospital Calderón Guardia y me topé a Laurens Molina, como él era conocido de unos profesores, me habló del proyecto de fútbol para amputados”, añadió.
Víctor dijo que él se sintió entusiasmado con la idea de formar parte de esa disciplina, pues desde muy chiquillo le gustaba mejenguear, incluso jugó en las divisiones menores y el alto rendimiento de Limón.
“Yo siempre he sido muy futbolero, después del accidente, cuando usé las muletas para jugar, volví a tener esa sensación de lo bonito que es jugar”, recordó.
Esa misma pasión hizo que Víctor también llegará a ser titular con el Club Morado, equipo que es el actual campeón nacional de la liga de fútbol de amputados.
Mendoza dijo que ni los 10 años que pasó en la cárcel lo hicieron cambiar tanto como lo hizo el accidente, por eso es que en el fondo piensa que ese hecho formaba parte del plan de Dios para él.
“Siempre hay una oportunidad, no importa si hay que hacerle frente una amputación, a estar en una cárcel o en una situación difícil, siempre hay una segunda oportunidad y depende uno aprovecharla”, aseguró.