La huelga nacional contra el plan fiscal que este martes cumple nueve días, le impidió a una mamá sepultar a su hijo cerca de su hogar.
En medio del dolor porque unos delincuentes le mataron a su muchacho, doña Guiselle Arrieta quería llevárselo para Santa Cruz de Guanacaste para visitarlo en el cementerio y llevarle flores de vez en cuando, pero el temor de que los manifestantes le impidieran el paso a la carroza funeraria la hizo tomar la dura decisión de enterrarlo en San José.
El joven era Luis Enrique Madrigal Arrieta, a quien de cariño le decía Kike y tenía 26 años.
Era bien pulseador y tenía varios trabajos, uno como vendedor de piñas, otro como chofer de Uber cuando lograba conseguir un carro prestado y en ocasiones le ayudaba al papá, quien es animador de eventos.
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Pamela Madrigal, hermana de Kike, contó que lo más duro es saber que ya no volverán a ver a su hermano.
“Estoy como en shock, no me explico cómo pasó una cosa así si mi hermano era tranquilo y no se metía con nadie. Mi mamá está muy afectada, le duele mucho no poder enterrarlo aquí.
“Nosotros nacimos en San José, pero cuando mis papás se separaron mi mamá se vino a vivir a Guanacaste y una hermana y yo nos vinimos con ella. Kike se vino un tiempo para acá porque le gustaba mucho, estuvo trabajando pero luego quedó desempleado y hace como tres años se fue a vivir a San José con mi papá para buscar una vida mejor”, recordó la joven.
Soñaba con tener una familia
Pamela dice que el veinteañero soñaba con tener su propia familia, pero era poco afortunado en el amor.
“El aún no había encontrado la mujer ideal, sé que hace poco tuvo una relación, pero la verdad yo prefería no preguntarle sobre su vida personal, no sé si aún estaba con ella o si se habían dejado.
“Él era muy divertido y venía a visitarnos a Santa Cruz cada vez que podía. Siempre venía en Navidad y a pasar el 31 de diciembre; también le gustaba mucho venir a las fiestas”, aseguró.
Enrique murió el domingo a las 3:41 p. m. en la alameda Las Tenis, en Garabito de León XIII, en Tibás. El andaba en un camión vendiendo piñas y en un momento en el que el joven se detuvo para hacer una entrega, fue baleado dos veces por unos sujetos que andaban en moto.
Una de las balas le dio en la cabeza y la otra en un hombro. El hombre murió de inmediato; su cuerpo quedó en el asiento del chofer del camión.
“La Policía dice que en esos lugares la gente no cuenta nada de los crímenes porque les da miedo las represalias, entonces nos tenemos idea de porqué mataron a mi hermano”, relató Pamela.
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Triste viaje
La vela de Kike fue en una casa en la comunidad de La Fabiola, en La Uruca y el funeral será este martes a las 11 de la mañana en el cementerio local.
“Aquí mucha gente conocía y quería a Kike, así que alquilamos una buseta para ir a despedirlo, esperamos poder llegar bien pese a las manifestaciones”, expresó Pamela.
La allegada a la víctima le hizo un llamado a la Policía Judicial para que investiguen a fondo el homicidio del vendedor y encuentren a los responsables para que paguen.