En la casa de don Juan Carlos León Umaña todas las pertenencias de su hijo Keylor están intactas en su cuarto, como él las dejó antes de irse el fin de semana en que fue asesinado al proteger a su madre de una balacera ocurrida en barrio Cuba.
En la habitación de la vivienda ubicada en calle Morenos en Sabana sur, están los videojuegos, figuritas de colección, la ropita del valiente joven de 14 años, así como sus cenizas, pues por decisión de sus papás fue cremado.
Don Juan Carlos nos contó que todos los días se acuesta pidiéndole a Dios que la mañana siguiente le permita despertarse y que lo que está viviendo solo sea una pesadilla y que su hijo no está muerto.
La vida de este papá cambió la noche del pasado 22 de setiembre, y él asegura que no sabe qué hacer para poder vivir sin su muchacho.
“Mi hijo vivía conmigo desde que tenía nueve años, a él no le gustaba barrio Cuba porque se veía mucha cosa fea, delincuencia y gente consumiendo drogas, entonces, él era quien me acompañaba, ese fin de semana me pidió permiso para irse donde la mamá y estar con ella, era un hijo de verdad muy amoroso, ese sábado en la noche, incluso, me llamó para pedirme permiso para ir a recoger a la mamá al trabajo, ella laboraba en un local de un chino en las noches, yo le dije que fuera y él me contestó ‘te amo papi’ y fue la última vez que hablamos”, comentó el papá.
Keylor recogió a su mamá, doña Marianela Brenes y de 35 años, los dos iban muy contentos para la casa de la mujer cuando el destino dejó a esta familia marcada por la tragedia.
“Me entró una llamada de un número privado, yo no podía reconocer la voz, pero cuando lo hice era Marianela, ella me dijo: ‘nos dispararon estamos en el suelo heridos’, que un carro pasó disparando a otras personas y los hirió a ellos.
"No le puedo explicar lo que sentí yo estaba en ese momento cuidando a mi hijo menor y me fui con él en carrera, salí de la casa y le pedí a un vecino que me llevará, pero había vendido el carro, yo no andaba plata y no podía agarrar un taxi, pasaban las patrullas y las ambulancias, y ni un solo carro, me sentía desesperado, y en eso pasó otra patrulla y les suplique que me llevaran y ellos me ayudaron”, comentó el hombre.
Cuando don Juan Carlos llegó a Los Pinos, en barrio Cuba, ya la Policía había puesto la cinta amarilla y al preguntar a los vecinos las noticias eran desgarradoras.
“A Marianela se la llevó la ambulancia y Keylor está muerto”, recordó León.
Un héroe
Keylor fue valiente hasta el último segundo de su vida, los lugareños le contaron a don Juan Carlos que él abrazo a la mamá para protegerla de las balas.
“Mi hijo recibió un balazo que le pasó por la espalda, el pulmón y le llegó a la aorta (principal arteria del cuerpo), el médico forense me dijo que murió rápido, en unos 30 segundos, mientras que a Marianela una de las balas le provocó un daño en la vertebra T9 que es cerca del ombligo y los médicos fueron muy claros con nosotros de que no podrá volver a caminar”, dijo el hombre.
Este padre trabaja como técnico de atención primaria en la Clínica Moreno Cañas (es de los que pasan vacunado por las casas) y ahorita está incapacitado un mes por siquiatría.
“La vida cambió de un momento a otro, tengo pesadillas y no puedo dormir más de tres horas en un día, primero me dormía y soñaba que me perseguían a balazos y ahora sueño que llego al colegio, pregunto por mi hijo y me dicen que anda por allá y lo busco y lo busco y al no encontrarlo lloro y lloro y me despierto”, contó.
Keylor sigue con ellos
Este hombre y la madre de su hijo, a quien considera su mejor amiga, decidieron incinerar a Keylor.
“No teníamos un nicho donde enterrarlo y decidimos incinerarlo, yo tengo las cenizas en mi casa y a veces las llevó donde la mamá u otros familiares para que estén con él, las mantengo en su habitación, es muy duro de verdad”, dijo el papá.
Doña Marianela pudo despedirse de su hijo porque en el hospital, aunque ella estaba bien malita, les permitieron llevar el cuerpo de Keylor a la capilla.
“Fue importante para ella porque pudo tocarlo, abrazarlo y despedirlo, ella necesitaba eso”, dijo León.
Keylor estudiaba en el colegio Luis Dobles Segreda en La Sabana y era un estudiante muy aplicado, según su papá, los profesores siempre reconocían sus buenas calificaciones.
“Era un niño muy especial, estaba bien ilusionado porque iba a participar en un torneo internacional de pulsos aquí en el país que era la primera vez que se hace, era en diciembre, había aprendido a reparar celulares viendo videos de Youtube, entonces, todo el mundo lo buscaba para eso, la verdad era muy consentido, yo me puedo llenar de orgullo para hablar de él”, dijo el papá.