La fuerza de los volcanes es descomunal y eso quedó demostrado con la erupción que hizo el Arenal el 29 de julio de 1968.
Antes de esa fecha, los 200 habitantes de La Fortuna pensaban que el coloso era un cerro, hasta que dejó claro que no.
La erupción mató a 89 personas. Del coloso salieron gases que se desplazaron a 100 kilómetros por hora y tenían una temperatura de 200 grados.
Pero la furia no quedó ahí y la tierra muestra todavía señales de su poder. Son como cicatrices que van cerrando poco a poco.
De acuerdo con el vulcanólogo Gino González, de la organización Volcanes sin Fronteras, durante el mes que siguió a la erupción, el Arenal lanzó piedras de diferentes tamaños.
Las más grandes medían entre cinco metros y seis metros, más o menos la altura de una casa de dos pisos.
Según los datos que Gino ha recogido, las rocas de semejante tamaño podían llegar a pesar hasta 6000 kilos (lo mismo que seis automóviles).
Pero, ¿de dónde salieron? González explica que eran partes de las paredes del volcán que se desprendieron mientras el coloso hacía erupción.
La velocidad con la que salieron expulsadas fue de entre 200 y 300 kilómetros por hora y la mayor parte fue a parar a la localidad de Tabacón, uno de los lugares más afectados junto con Pueblo Nuevo.
Algunos llegaron a caer a casi un kilómetro de distancia del cono del volcán.
“No hay reporte de que alguna persona muriera porque le cayó una piedra, pero sí murieron por la salida de gases. El material cayó del lado oeste del volcán”, detalló González.
Cuando las piedras se estrellaron con la tierra se fragmentaron en pedazos muy pequeños, así que no hay registro de piedras que “sobrevivieran” al impacto.
“Las rocas salían a temperaturas bastante altas impulsadas por el gas, entonces cuando caían se reventaban, por eso es que cuesta encontrar alguna”, explicó Gino.
Lo que sí se encuentra con facilidad son “huellas” de los bombazos, que se ven como hundimientos en el terreno.
“A estos huecos técnicamente se les llama cráteres de impacto, en esta parte (Tabacón) hay muchos, los hemos visto de seis a siete metros de largo con una profundidad de hasta cinco metros. Todavía se conservan y por los años que han pasado (50) no se han tapado con tierra”, detalló.
Aunque no están contabilizados, se cree que en Tabacón hay entre 50 y 75 cráteres de impacto que tienen por lo menos un metro de diámetro.
Sacaron provecho
La empresa de turismo Arenal ATV les sacó provecho a esos cráteres, ya que en el 2001 compró un terreno ubicado frente a la entrada del parque nacional volcán Arenal.
En este lugar hay cuatro cráteres de cinco metros de diámetros y cuatro de hondo, además de otros 25 con tamaños menores a un metro.
En esta finca Arenal ATV ofrece paseos en cuadraciclos o a caballo y todos los visitantes quedan maravillados con lo que ven en este pequeño paraíso privado.
“A los extranjeros les gusta mucho el recorrido, cuando ven los cráteres paran a tomarse fotos, nosotros les explicamos cómo se hicieron y hace cuánto, todos quedan encantados porque es algo que no se ve en cualquier parte del mundo”, detalló.
“Para esta época de lluvia algunos se meten a los huecos, porque tienen agua (se forman pequeñas lagunas), se toman las fotos y se divierten entre ellos; de hecho ese es uno de los principales atractivos que tenemos”, añadió.
En el pasado, los volcanes Poás y Turrialba también expulsaron rocas que dejaron cráteres de impacto, sin embargo, y según el vulcanólogo González, los que hay en La Fortuna son los más grandes del país.