La Teja presenció la comunicación que tuvo un ente espiritual con unos investigadores paranormales de “Tiquicia entre tumbas” durante una visita que estos realizaron este viernes al cementerio General en San José, con motivo del Día de los Fieles Difuntos.
Federico Vargas e Israel Barrantes llegaron a la famosa bóveda conocida como la “Tumba de la Novia" para contar la historia que encierra. Lo hicieron armados con todo un equipo de investigación, como cámaras, sensores, luces infrarrojas y parlantes, para detectar entidades fantasmales y tener contacto con ellos.
En medio de la grabación sacaron lo que se conoce como el Ghost Meter Pro o güija electrónica, un moderno aparato que trabaja con campos electromagnéticos a distancia.
Con la güija normal, si se logra contactar con un fantasma, el puntero se mueve sobre un tablero formando palabras. En esta versión electrónica, una aguja se mueve una vez para decir que sí y dos veces para decir que no.
Los investigadores estaban explicando el funcionamiento de algunos de sus equipos frente a la famosa “Tumba de la Novia”, cuando el aparato dejó de sonar, lo que significa que un ente estaba cerca.
En ese instante, Israel Barrantes le hizo algunas preguntas al ser paranormal, como si se tratara de Luisa Otoya, la mujer que yace enterrada en la parte principal de la bóveda.
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“Dejó de hacer sonido, eso significa que tenemos una presencia, estamos siendo acompañados en este momento”, dijo Federico.
- “¿Está bien doña Luisa?”, preguntó Israel.
- No (La aguja se movió dos veces).
- “¿Le molesta que vengamos a visitarla?”.
- No.
- “¿Está contenta de que estemos acá?”.
- Sí (la aguja se movió una vez).
- “¿Se acuerda de mí? Soy Israel, el amigo de don Wálter, yo bajé a las catacumbas”.
- No.
En este momento el aparato empezó a hacer un sonido similar al que hace un televisor cuando se le va la señal, lo que significa que el ente se marchó.
"Como investigadores del fenómeno paranormal estamos acostumbrados a ver este tipo de reacciones. En la ‘Tumba de la Novia’ nunca hemos detectado maldad, más bien hace un tiempo grabamos una parafonía (sonido producido por una energía psíquica) donde se escuchan ángeles cantando. Ha sido el único lugar donde hemos grabado esto, donde lo normal es grabar demonios y espíritus que nos quieren perseguir. Nos sentimos privilegiados por captar semejante evidencia”, indicó Israel.
Entre creer y no creer
La Teja contactó a Wálter Amerling, uno de los familiares de doña Luisa y quien está al cuido de la bóveda, para contarle sobre el hecho.
Él opinó que bien pudo ser doña Luisa la que contestó (su bisabuela) o alguna de las 18 personas cuyos cuerpos yacen ahí, entre abuelos, tíos y tíos políticos.
Don Wálter es un poco escéptico para creer en estas cosas, no obstante, asegura que respeta la labor que realizan los investigadores de Tiquicia entre tumbas y reconoce que el mausoleo donde yace gran parte de su familia encierra una historia que atrae al pueblo. Bueno, en realidad son dos historias: una real y una leyenda.
La real es la de los bisabuelitos de don Wálter, Luisa Otoya y Antonio Amerling Capitelo, quienes hace más de 100 años protagonizaron una bella historia de amor que terminó con la muerte prematura de la esposa amada.
Para mantener vivo su recuerdo, don Antonio contrató al escultor venezolano Eloy Palacios, uno de los cinceles más reconocidos del mundo. El artista talló en mármol la imagen de la “esposa dormida” sobre una cama y esa imagen ha dado pie a muchas leyendas.
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Por ejemplo, el nombre de la "Tumba de la novia” se dio porque corrió la voz entre la gente de que ahí descansa en paz una novia que dejaron abandonada en el altar minutos antes de casarse. También hay quienes dicen que ahí descansa una novia que murió ya casada, pero no pudo consumar el matrimonio, así que falleció virgen.