Esta noticia no es apta para nostálgicos. El Parque Diversiones anunció que la atracción del pulpo, la cual ha mareado gente desde diciembre de 1981, dará sus últimas vueltas en este último mes del año.
Lamentablemente este animal gigante tiene sus días contados pues saldrá de operación el 24 de diciembre luego de 38 años de despeinar gente y dejarla con el estómago en la mano.
Las reacciones no se han hecho esperar y hay quienes están tristes y ya planean irse a dar una vuelta por el parque para montarse por última vez en él, pero hay otros que dan gracias a Dios de que ese “engendro del demonio” sale de circulación.
Otros más recordaron sus experiencias de infancia cuando se subieron junto a sus hermanos y primos y juraron nunca más en su vida volver a cometer el mismo error.
Algunos hablaron de cómo gritaron a más no poder suplicando al operador del juego que lo detuviera para bajarse y hasta sintieron que los segundos se hacían eternos y llegaron a pensar que el encargado se había ido a almorzar o al baño olvidándose de ellos.
Los más ingeniosos sugirieron que no hay terreno más fértil en todo el parque que los alrededores del pulpo, debido a los múltiples vómitos que sobre él depositaron los usuarios del juego durante tantos años.
Le encantaba
Luis Diego García trabajó una temporada en el parque en las vacaciones de medio periodo y las de tres meses del año 2000 y recuerda cómo se divertía haciendo girar a la gente.
“El pulpo se manejaba manualmente con dos palancas, una para subir y bajar las canastas y otra para hacerlas girar”, recordó Luis Diego.
Otra que trabajó ahí y desde su inauguración fue doña Guiselle Luna, quien nos contó cómo muchos no aguantaban y devolvían todo.
“Uno los veía azules y verdes y pensaba ‘¿lo paro o no lo paro?’, pero si lo detenía antes de tiempo, los que estaban más a gusto se molestaban, porque les apagamos la diversión antes de tiempo”, recordó la madre de cuatro hijos.
Guiselle trabajó por muchos años, ya no recuerda cuántos durante los fines de semana y recuerda que al principio no siempre se daban cuenta de que alguien había dejado “rastro”, sino hasta que detenían el juego, entonces tenía que manguerearlo, echarle un desinfectante para disipar el olor y a ponerlo en operación nuevamente.
Aunque no tenía velocidades, como algunos sospechaban, sí se podía manipular con otra palanca el que las canastas dieran vuelta a la inversa, mientras subían y bajaban y todo el carrusel giraba, lo que dejaba más mareados a los usuarios.
“No todos terminaban mareados, algunos hasta se volvían a subir como si nada, pero era común ver gente descompuesta”, recordó la señora.
Luis Diego fue uno de los privilegiados a los que lo dejaron manipularlo pues generalmente eran los más experimentados los que lo hacían, pues si se usaba mal la palanca, podía quebrar el aparato y generar una emergencia.
García también contó que muy pocas veces se extendían en el tiempo, solo cuando casi no había fila, así que si a usted se le hizo eterno era por las ganas de quererse bajar.
“Por más atracciones que había nuevas, el pulpo siempre estaba lleno, era de los juegos consentidos de la gente”, recordó el exoperador.
Dígale adiós
Para despedirlo como se merece, la organización del centro de atracciones lanzó un concurso en el que buscan tres ganadores de cuatro pases especiales con almuerzo incluido en el restaurante El Ventolero.
Para esto se debe ingresar antes del 17 de diciembre al Facebook de Parque Diversiones y subir una foto disfrutando de la atracción en forma pública, utilizando el hashtag #TBP.
Ya en el muro del parque de entretenimiento se pueden apreciar los primeros comentarios de quienes con nostalgia recuerdan su disfrute.
Si usted quiere ser uno de los que lo despidan, revuelque el álbum fotográfico de la casa y suba su foto.
Recuerde que el parque abre de lunes a domingo de nueve de la mañana a cinco de la tarde y el pase especial cuesta ¢8.500.