Nacional

Serie de espanto: Espíritus paranormales persiguen a comerciante de Cartago

Fantasmas cuando iba camino a marcar, bolas de fuego o martillazos desde la tumba de su mamá son algunos de los sustos que se ha llevado este brumoso

EscucharEscuchar

La vida de don Carlos Vargas se ha visto envuelta por muchas situaciones paranormales, este señor de 61 años asegura que desde que era muy jovencillo es perseguido por distintos hechos fantasmales y otros que no tienen explicación.

Los fantasmas han acompañado a don Carlos en muchos momentos de su vida. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

“De chiquillos vivíamos en una casa vieja en Cartago que había sido ocupada por la Northern (compañía ferroviaria) para la época de la construcción del ferrocarril a finales de 1800. Era una casa larga, con más de nueve cuartos que se conectaban unos con otros. Mis ocho hermanos y yo pasamos ahí nuestra infancia y una vez recuerdo que nos dio por quitar unas tablas de uno de los cuartos y empezar a excavar en una especie de fosa que había ahí porque siempre se oían ruidos.

"Mientras estábamos en esas, sonó un golpe muy duro y comenzó a llorar un bebito de nueve meses que teníamos acostado en la cama, salimos corriendo a ver qué le había pasado y nos lo encontramos acostado en el suelo, sobre las cobijas perfectamente acomodadas y no había nadie más que lo hubiese movido y puesto ahí”, recordó don Carlos quien nunca supo qué pasó ahí.

Pero sus historias de espantos apenas comenzaban.

“Cuando apenas estaba jalando con la que ahora es mi esposa (Ligia Calderón), iba caminando para su casa en Loyola de San Nicolás desde mi casa, que quedaba donde ahora está la terminal de Lumaca, serán unos tres kilómetros. Iba por la línea del tren y esa zona en aquellos tiempos, más de 40 años atrás, era de puros potreros, volví a ver y observé una figura como de cuatro metros de alto, suspendida en el aire como a dos metros del suelo, toda vestida de negro, con un bastón y sombrero. No hizo ningún ruido”, comentó.

La casa en la que vivieron sus primeros sustos los hermanos Carlos y Jorge Vargas, quedaba donde se encuentra la actual terminal de Lumaca en Cartago. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

Eso sí, aunque dijo sentirse asustado, no había otro punto por donde pasar para llegar a la casa de su amada y había que marcar, así que, pese al temor, se lanzó valientemente y pasó junto a ese fantasma.

Por si fuera poco, al regreso tenía que volver a pasar por ahí, pero esa vez en vez de la sombra vestida de negro, había un hombre parado en el puente sobre la línea del tren, pero este estaba vestido de blanco.

“Sentí como un frío raro cuando le pasé a la par. Di cuatro pasos más y volví a ver para atrás y ya no estaba”, recordó don Carlos.

Otro vez, cuando estaba recién casado y su hija mayor tenía como dos años y medio (allá por 1979), compró un juego de comedor para Navidad y, mientras estaba solo en la casa escondiéndolo, oyó un sonido como de anuncio de pasta de dientes exhalando su frescura.

“Me quedé quieto como con miedo y seguí en lo que estaba, pero se escuchaba cada vez más cerca, hasta que me suspiró en la pura oreja. Ahí sí quedé paralizado y a como pude me fui para a donde mi papá que vivía cerca y le conté. Él se fue conmigo a revisar el lugar para ver de qué se trataba, pero no encontramos nada”, recordó el brumoso, hermano del fallecido Gerardo Vargas, el Supermán tico.

Se dieron un descanso

Este brumoso de 61 años recuerda como si fuera ayer los sustos que le pegaron dos seres paranormales cuando iba a marcar a Loyola siendo un jovencillo. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

Los fantasmas que lo acompañaron gran parte de su vida se dieron un descanso de cerca de 34 años, pero hace cinco años, el 29 de febrero del 2012, mientras trabajaba como taxista, recogió a una gente en el parque de Cartago, ellos iban hacia Agua Caliente, ahí volvieron sus amigos paranormales.

“Monté cuatro personas ese día y cuando pasábamos por el sector de Cerrillos, donde hay varios potreros, al lado izquierdo aparecieron dos bolas de fuego flotando a unos tres metros del suelo. Los pasajeros también las vieron y lo comentamos, pero ninguno supo qué fue eso que vimos", señaló.

Al regreso volvió a pasar por ese sector y casi por el mismo punto, allí le hizo parada un hombre vestido de vaquero, con jeans y camisa de cuadros, él le pidió que lo dejara en el TEC, cuando ya estaban cerca le dijo que lo dejara ahí y le preguntó que cuánto era.

“Se me sentó en el asiento de atrás, me extrañó en el momento porque veníamos solos, pero no le di mente. Veníamos conversando y yo lo observaba por el retrovisor. Me preguntó que cuánto era y le dije ‘lo que dice la maría’, pero cuando estiré la mano hacia atrás para recibir el dinero ya no había nadie. Gracias a la serie de espanto que publicaron en La Teja a finales de octubre (del año pasado) me convencí que esas cosas pasan y no solo a mí”, explicó el brumoso que tiene un chinamo cerca del mercado de Cartago.

El más reciente fue hace unos cinco meses, mientras se encontraba junto a otros familiares en el cementerio despidiendo a su mamá. Allí escucharon como un martillazo que venía desde el interior del nicho. Aseguró que ninguno supo explicarse qué fue, pero sí se sorprendieron pues no había nadie más ahí con ellos.

Don Carlos no es el único de su familia que ha vivido estas experiencias, sus hermanas Maritza y Yamileth también han experimentado algunas, así como su hermano Jorge.

Jorge Vargas no olvida la experiencia paranormal que tuvo en la casa en la que vivían de niños. Foto: Rafael Pacheco (Rafael PACHECO GRANADOS)

Justamente, don Jorge nos contó que él vivía en el último cuarto de la vieja casona donde se criaron, era la habitación que estaba junto al patio y una noche tuvo una dura lucha contra un fantasma.

“Mientras estaba acostado sentí algo que se subió a mi cama y me tenía agarrado de las rodillas. Traté de ver qué era y solo observé la silueta de una mujer con sus manos sobre mis rodillas. Se me quedó viendo fijamente a los ojos y yo no lograba moverme ni gritar. Al lado estaba el cuarto de mi hermana Maritza, traté de tocar la pared para que me ayudara, pero casi no podía. Solo pude decir: ‘Dios mío. Dios mío, ayúdame’ y fue ahí cuando vi como la figura se desvanecía como en una niebla y dejé de sentir la presión en mis rodillas”, recordó el también comerciante.

Ambos afirman que dichos seres emiten cierta energía que los paraliza en el momento.

Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.