Jeringas, vidrios quebrados, palos con espinas, latas y cuchillos van a menudo entre los desechos que tiramos sin pensar que son armas peligrosas para quienes trabajan recogiendo basura.
Ese descuido significa al menos un accidente por semana para los trabajadores en algunas municipalidades. Algunos de esos empleados sufren heridas graves y todos conviven con el riesgo de contraer alguna enfermedad.
Hay casos más delicados, como el de Orley Valverde, un trabajador de la muni de Chepe que hace veintiún años vio como su vida cambió por completo debido a un accidente laboral.
Se encontraba recogiendo la basura normalmente en Rohrmoser y al levantar una bolsa se punzó el dedo medio de la mano izquierda con una jeringa que, se supo luego, estaba contaminada con hepatitis B.
Orley tuvo la previsión de guardar la jeringa y cuando se hicieron los exámenes correspondientes se comprobó que esa había sido la fuente del contagio.
Desde entonces ha pasado un vía crucis y llegó a estar incapacitado dos años. Incluso recibió tratamiento de quimioterapia por problemas en el hígado y siempre lleva con él una botellita de Tramal para tomarse las treinta gotas diarias que le permiten soportar el dolor que le produce la enfermedad.
Hace poco le dijeron que podía pensionarse, pero es tan poco el monto que le darían que no le queda más que seguir trabajando para sacar adelante a su familia.
Otros compañeros de Orley han tenido mejor suerte. Pese a que se han metido agujas que lanzan a la basura, éstas no han tenido ninguna enfermedad contagiosa.
Cada mes, la Muni de San José recoge en el cantón central 9.750 toneladas de desechos de todo tipo.
Duras experiencias
Jonathan Aguilar Porras también nos dio su testimonio. Este trabajador de la Muni de San José tiene dos años de trabajar allí y en este tiempo ya ha sufrido varias cortadas y hasta un pinchonazo con una jeringa. Para su fortuna no estaba infectada.
“Una de esas fue en Lomas del Río, en Pavas. Una bolsa tenía un cuchillo y cuando la estaba alzando para echarla al camión me corté la pierna izquierda, a la altura del muslo. Otra vez fue en la mano, me salvó que andaba guantes y la herida no fue muy profunda”, recordó “Tragedias” como lo apodaron sus compañeros.
Él les pide a las personas que, si usan jeringas, las echen al menos dentro de una botella de refresco y la tapen.
“La gente no nos tiene consideración, creen que porque recogemos basura, somos basura”, dijo Aguilar.
Hugo Salazar, uno de los conductores de camión de esa cuadrilla josefina, nos contó que sus compañeros ya se han cortado dos veces en lo que va del año. A uno de ellos le quedaron los ojos y el cuello rojos por un líquido que explotó de una bolsa cuando el camión la aplastó.
¿Cómo se infecta?
La infectóloga y exministra de Salud María Luisa Ávila nos explicó cuáles son los riesgos de contagio a los que se exponen los recolectores de basura en su trabajo.
“Para que se dé el contagio tiene que estar la sangre fresca porque los virus no duran tanto tiempo con vida. Pero también se puede infectar al tocar un papel higiénico con caca de una persona que haya sufrido de diarrea por hepatitis B, por ejemplo. También se pueden contaminar con leptospirosis o tétano por una bacteria. Este último, por tratarse de una espora, aguanta más horas en el ambiente”, explicó Ávila.
Por esto los recolectores de basura deberían estar vacunados contra tétano, difteria y tosferina, hepatitis A y B, fiebre tifoidea e influenza como mínimo, explicó la doctora Viviana Gómez, especialista en medicina del trabajo y coordinadora del comité científico de la Federación Centroamericana y del Caribe de Salud Ocupacional.
Gómez recomendó que trabajen con guantes gruesos, anteojos y uniformes especiales que los protejan además de las inclemencias del tiempo.
La manipulación de cargas pesadas, por las bolsas de basura muy cargadas, los expone a lesiones en las rodillas, los hombros o la espalda.
Si usted usa jeringas por alguna razón, lo recomendable es que las vaya echando en un galón plástico y cuando se llene llévelo al Ebáis o la clínica más cercana, aunque sea privada. En esos lugares cuentan con un procedimiento para desinfectar y desechar correctamente el material bioinfeccioso.
En el caso de los vasos, platos o botellas de vidrio quebrados, la forma correcta de botarlos es bien envueltos en papel periódico para evitar que los muchachos se corten. De ser posible, se escribe con marcador en el papel qué lleva adentro. Lo mismo aplica para otros objetos punzocortantes.
Por todo lado
Lo que hemos contado no ocurre solo en el centro de San José o el Valle Central.
En la Municipalidad de Limón, por ejemplo, la situación es similar. Según Víctor Díaz, jefe de recolección de desechos sólidos, hay un accidente de este tipo por semana aunque ninguno es de gravedad.
El más grande que recordó fue el de un joven que se cortó un brazo y debieron coserle una herida de 17 pulgadas. El hecho ocurrió en Cieneguita y el recolector estuvo incapacitado un mes.
Díaz dijo que han logrado identificar cuáles son los barrios en los que se dan más accidentes por las malas prácticas, son Limoncito, Cieneguita, Ceibón, Envaco, Pacuare y Los Lirios.
La Municipalida de Limón cuenta con 32 recolectores.
En el caso de Desamparados, uno de los cantones más poblados de San José, el mal manejo de la basura se da principalmente en las zonas urbanas como Gravilias, el centro y San Antonio.
“En las áreas rurales son como más conscientes. Nuestros compañeros usan guantes y pantalones de mezclilla o army para mayor protección, pero hacemos un llamado a la ciudadanía para que sea más consciente. Algunos compañeros hasta se han lesionado tendones”, contó Evelyn Hernández, coordinadora de Saneamiento Ambiental de la municipalidad de Desamparados.