Julieta Rodríguez se topó con dos verdaderos ángeles que le cuidaron su carrito como verdaderos guardianes en el parqueo del Hospital Siquiátrico de Pavas.
La acción toma más valor si se considera que las dos personas involucradas están en un programa de rehabilitación en este centro médico, lo que demuestra que ambos van por muy buen camino en la superación de su enfermedad.
Doña Julieta es coordinadora del Programa de Promoción de la Salud en el Hospital Psiquiátrico y miembro de la junta directiva del Colegio de Enfermeras, el 13 de agosto debía ir al hospi a trabajar y entre tanta carrera dejó el carro encendido y con las llaves puestas, es decir, lo puso en bandeja de plata para que se lo robaran.
Los muchachos, a quienes les tocaba cuidar en el parqueo, se percataron de la situación y avisaron a los guardas, quienes dieron el aviso por los parlantes, pero doña Julieta estaba tan ocupada en sus cosas que no escuchó nada.
Pasaron cuatro horas para que la enfermera saliera de hospital, iba como si nada, campante y sonriente cuando los hombres le contaron lo sucedido.
Julieta no podía creer el gran gesto y sin dudarlo los abrazó y los felicitó por su gran corazón.
“El carro que yo tengo es un Tiida y casi no hacen bulla, el motor es como silencioso”.
Los hombres pertenecen a un programa de rehabilitación que rota a los pacientes para que cuiden el parqueo en parejas.
“Ellos no se despegaron de mi carro, siguieron cuidando los demás, pero sin despegarse del mío”, comentó doña Julieta muy contenta.
“Me sentí tan dichosa y afortunada, de que semejante despiste me hubiera pasado ahí donde la inocencia y el desconocimiento, la bondad, la preocupación y la responsabilidad fue lo único que los mantuvo a la par de mi carrito”, añadió.
El parqueo donde ocurrieron los hechos es un espacio público y por eso, rotan a dos personas para cuidarlos. Tiene malla y un portón, pero cualquiera pueda entrar.
“Fácilmente lo pudieron robar”, comentó doña Julieta.
La profesional añadió que los muchachos le indicaron que no sabían manejar para apagarlo y guardar las llaves y estaban muy acongojados por toda la situación.
“Al mismo tiempo que yo iba para mi carro, después de cuatro horas, ellos le dijeron a un compañero mío que si podía apagar el carro y el compañero accedió. Se atrevió a meterse al carro, lo apagó y cuando yo llegué ya ellos tenían la llave, pero como que eso sucedió al mismo tiempo”.
A la funcionaria se le gastó un cuarto de tanque de gasolina con ese descuido y también se ganó una regañada del mayor de los hombres.
“Uno debe tener como 55 años y el otro como 30. El mayor me pegó una jaladilla de orejas porque me advirtió que debía tener más cuidado. Por supuesto que recibí el regaño de muy buena gana, tengo que ponerme del lado de ellos”.
Recordemos que el 23 de abril de este año el hospital cerró su asilo, es decir, ya no hay personas que vivan allí de forma permanente.
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Van bien muchachos...
Pese a que no fue posible obtener la identidad de estos ángeles protectores, aunque se hizo la gestión en el hospital Psiquiátrico, la sicóloga María Esther Flores dijo que la acción de los hombres es un indicativo de que la rehabilitación va muy bien.
“Ellos son personas que siguen estructuras, rutinas y si les dicen que para rehabilitarse se tiene que levantar a las 5 de la mañana lo van a hacer todos los días, si les dicen que tienen que cuidar un carro nueve horas, lo van a hacer. Por eso, no me extraña que lo hayan cuidado tan bien.
Para ellos, sentir que están haciendo una buena labor y ser retribuidos con felicitaciones les hace superbién e indican que están bien en la rehabilitación”, dijo.