Tres días después de la tragedia desatada por el volcán Arenal el 29 de julio de 1968, un grupo de diez valientes fue a ver en qué podía ayudar y ninguno regresó.
Ellos forman parte de los 89 muertos que dejó atrás el coloso de La Fortuna hace cincuenta años, cuando despertó sin aviso de un larguísimo reposo.
La Fortuna no superaba entonces los 200 habitantes.
El grupo de valientes que quisieron apoyar a los afectados estaba integrado por Anael Carrillo, Luis Arce, Guillermo Arce, Henry Arroyo, Guillermo Reynolds, Luis Ángel Zumbado, Aurelio Rodríguez, Honorio Murillo, Francisco Madrigal y Abraham Matamoros.
La buena intención quedó en eso porque mientras recorrían un lugar llamado El Silencio (en las faldas del volcán) ocurrió lo peor. Una nube de gas con una temperatura de 200° y que se movía a 100 kilómetros por hora los alcanzó y todos murieron de forma instantánea.
Medio siglo después de la erupción del Arenal en La Fortuna se les conoce como los “héroes del jeep” por el carro en el que trasladaban cuando la fatalidad se los llevó.
Los cuerpos fueron encontrados el 1 de agosto. Estaban en los asientos, a un lado de calle y debajo del vehículo. Aquel mismo día fueron sacados para empezar las labores de enterrarlos.
Idalí Murillo, quien ahora tiene 53 años, es hija de Honorio Murillo, quien tenía 40 años cuando falleció.
Idalí no recuerda nada porque tenía apenas tres años. Todo lo que sabe se lo contaron sus hermanos mayores y su madre, Bertilia Rodríguez.
“Mi papá no era de Ciudad Quesada, era de La Fortuna y ahí tenía una carnicería. Para esos días (de la erupción) nos tuvimos que ir a un lugar que se llama La Vega (en Ciudad Quesada) porque sacaron a toda la gente de La Fortuna. Resulta que ese jeep pasó por La Vega y ahí estaba mi papá y le dijeron que los acompañara para que ayudara, entonces él se subió”, explica Idalí.
Agrega que en el camino, su papá le pidió a una persona conocida que le dijera a su familia que iba para La Fortuna a ayudar a los afectados y a ver cómo estaba su negocio.
“Por lo que me contaron mis hermanos, una hermana mía tenía un mal presentimiento, como de que algo malo le iba a pasar a mi papá pero me imagino que en ese momento todos estaban así porque no era algo normal lo que estaba pasando”, detalla la señora.
El mal presentimiento se hizo realidad en horas de la tarde.
“Como a las cuatro le avisaron a mi familia que mi papá había muerto. Para todos fue un golpe bastante duro, pero no sabíamos que íbamos a recibir más noticias malas”, mencionó.
Minutos después supieron que otro familiar (Aurelio Rodríguez) también estaba entre las víctimas.
“Aurelio era hermano de mi mamá y para mi madre fueron dos golpes bastante fuertes”, asegura.
Doña Idalí comenta que su madre recibió la triste noticia con ocho meses de embarazo del que sería su décimo y último hijo.
Dio a luz el 31 de agosto de 1968, justo un mes después del suceso que le arrebató a dos de sus seres queridos.
“Mi hermano se llamó Honorio en honor a mi papá, pero murió a los dos meses, mi mamá perdió a tres seres queridos en poco tiempo”, sentenció.
Merecido tributo
Óscar Valenciano, de la Asociación de Desarrollo Integral de La Fortuna (Adifort), le contó a La Teja que en agosto de 1968 colocaron en El Silencio diez cruces con los nombres de los muertos para recordarlos y honrar sus memorias.
Hoy solo una sobrevive y es imposible saber cuál nombre tenía grabado. Valenciano desconoce qué pasó con las demás.
La asociación les hará un homenaje a los diez valientes este viernes 27 de julio en el parque de La Fortuna a partir de las 6 p.m.
“A este homenaje van a asistir familiares de las víctimas. Al principio no sabíamos mucho de ellos, los encontramos gracias a una publicación que hicimos en Facebook”, dijo Valenciano.
Desde ese viernes y hasta el domingo 29 la Adifort hará actividades culturales para que la gente de La Fortuna y los turistas nacionales y extranjeros conozcan sobre las atracciones de este distrito sancarleño ahora que el volcán no representa un peligro.