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La peor apuesta de su vida: Gringo que asesinó a su tía de forma salvaje se refugió en casinos de Costa Rica

Russell Winstead estuvo escondido en el país dos años y fue arrestado por la Interpol en el centro de San José

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Russell Earl Winstead fue extraditado el 22 de febrero de 2006. Foto: Cortesía Interpol. (Tomada de findagrave.com.)

El estadounidense Russell Earl Winstead hizo la peor apuesta de su vida: cambió un futuro prometedor y los planes de iniciar un proyecto minero por los juegos de azar en los casinos.

La adicción fue tan fuerte que lo llevó a gastar un cheque de $12 mil (unos ¢7 millones), que le dio su tía Anna Mae Branson para que iniciara un negocio de extracción de carbón, ya que él estaba graduado como ingeniero en esa especialidad.

Al ver que no podría pagar la deuda, Russell decidió matar a la viejita de 86 años. Lo hizo apuñalándola 80 veces entre la cabeza y el cuello, el terrible crimen fue en la propia casa de la tía.

El asesinato ocurrió el 12 de enero del 2003 en Kentucky, Estados Unidos, y en un intento por escaparse de la justicia, el asesino se vino a esconder a Costa Rica. Aquí llevó una vida tranquila durante dos años.

Según contó a La Teja el investigador que en aquel tiempo era jefe de la oficina de la Interpol en Costa Rica, quien pidió que su nombre no fuera revelado, el extranjero ingresó al país de forma legal.

“Él entró en el año 2003, llegó en un vuelo proveniente de Miami, salió algunas veces del país y el último ingreso lo hizo el 9 de diciembre del 2003, venía de Panamá, después de eso se quedó en el país”, relató.

Anna Mae Branson fue asesinada a puñaladas en su propia casa. Foto: Tomada de findagrave.com. (Tomada de findagrave.com.)

El agente dijo que nadie sospechaba que ese estadounidense era un asesino hasta que un día un hombre, que estaba en un casino viendo el programa de ‘Los más buscados de América’, vio a Russell y lo reconoció. Así fue como el 17 de enero del 2005 las autoridades se enteraron de que el homicida estaba en el país.

La investigación para la captura se llevó en conjunto con el FBI y los Marshals (Cuerpo de Alguaciles) de Miami, ellos les pasaron datos muy valiosos a los agentes ticos.

“Los norteamericanos nos pasaron información de que el papá de Russell le estaba enviando transferencias para que pagara sus gastos aquí. Según los documentos que tenemos, el papá del homicida quedó con la herencia de la mujer asesinada.

“Cuando el papá le mandaba la plata, él llegaba a recogerla a unas oficinas en Escazú o en Cuesta de Moras. A veces no llegaba él sino una mujer, pero a ella nunca logramos identificarla”, recordó el investigador.

Se escondía en Guápiles

Según consta en el expediente del caso, en su estadía en Tiquicia, Russell estuvo viviendo en Guápiles; sin embargo, tenía un perfil tan bajo que nunca supieron en cuál casa se estaba quedando.

El estadounidense fue arrestado cuando iba saliendo de este casino en el centro de Chepe. Foto: Diana Méndez. (Diana Mendez)

Pero la ludopatía (adicción patológica a los juegos de azar y las apuestas) del gringo era tan fuerte que, ni sabiendo que era una de las personas más buscadas por la policía de su país, podía aguantarse las ganas de ir a casinos.

“Recibimos información de que él se venía de Guápiles a un casino que había en San José. Venía ya tarde, siempre cerca de la media noche y se quedaba poco, aproximadamente una hora, luego desaparecía”, relató el agente.

Los oficiales no lograron averiguar cómo llegaba al local, ni cómo se iba, ya que era muy discreto. Los oficiales tenían informantes en el casino Horseshoe, al que llegaba el prófugo, localizado diagonal al hotel Del Rey, en el centro de San José.

Un día unos de los colaboradores de las autoridades le envió a la Interpol un video en el que se veía Russell y así fue como confirmaron que se trabaja de él. En la cinta se veía el sujeto caminando tranquilamente por el local, seguro de que nadie sabía que él era un criminal buscado internacionalmente.

“Una vez que informamos a Interpol Washington que estábamos seguros de que Winstead estaba aquí, pedimos la orden de arresto por medio de la vía diplomática porque no podíamos llegar a detenerlo así por que así; el entró al país de forma legal y aquí no cometió ningún delito. Al hacer un ingreso legal a Costa Rica no podíamos deportarlo ni expulsarlo”, explicó.

Una vez que recibieron la orden de arresto, los agentes armaron una vigilancia 24/7 en las afueras del casino, para caerle al estadounidense.

En el 2007 el homicida fue condenado a 45 años de cárcel. Foto: Tomada de Pinterest. (Tomada de findagrave.com.)

Pasaron 15 días sin que él llegara, pero el 3 de mayo del 2005 el asesino se acercó al casino a saciar sus ganas de apostar y ahí le cayeron los oficiales. En la captura participaron agentes de la Policía Internacional y del Ministerio de Seguridad Pública (MSP).

“Cuando lo arrestaron no puso resistencia, solo decía que él no era la persona que andaban buscando. Se le tomaron las huellas dactilares y se coordinó con la embajada americana para que se hicieran los análisis y se confirmó que si era él”, detalló el investigador.

Luchó por vivir

Una vez que Russell fue detenido, las autoridades de Estados Unidos empezaron los trámites para la extradición, proceso que tardó meses.

Al extranjero lo acusaban en su país por los delitos de homicidio y robo y querían aplicarle la pena de muerte, por eso él se negaba a regresar a Estados Unidos.

El pulso se extendió hasta el 22 de febrero del 2006, cuando Russell fue llevado en un avión a la nación norteamericana, con la promesa de que no le aplicarían la pena de muerte.

En el 2007 el homicida fue condenado a 45 años de cárcel: 25 años por el homicidio de la tía Anna Mae Branson y 20 por el robo de los $12 mil que ella le había prestado. Su vicio lo hizo perder algo más valioso que el dinero: su libertad.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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