Este viernes rodará de nuevo la tómbola del premio acumulado y se sabrá si por fin se vino la bolita premiada para repartir los ¢1.040 millones o se sumarán diez “melones” más para el sorteo del domingo.
La ansiedad por pegarse ese montón de plata tiene volando la imaginación de la gente, hay quienes creen que no es cuestión de suerte que la bolita no salga y que todo se trata de un chanchullo de la Junta por atraer más compradores y así hacer más plata.
Los incrédulos manejan teorías de todo tipo, algunos dicen que el encargado que mete las bolas es un gatazo que logra que la que tiene la palabra acumulado se quede por fuera y por eso nada que sale.
Otros aseguran que la bolita tiene un imán en el centro para que no salga.
El cuento de las bolitas calientes y frías del sorteo de la Champions también es una de las creencias de los jugadores de lotería para evitar que el acumulado salga.
Para aclarar cualquiera de las dudas de quienes juran que hay mano negra el gerente de Mercadeo de la Junta, Claudio Madrigal, abrió las puertas a La Teja y nos explicó cómo se hace todo y cómo ellos pueden demostrar que la cosa va con todas las de la ley.
Sorteo abierto al público: si alguien quiere asegurarse que no le están metiendo gato por liebre puede presentarse al auditorio de la Junta en Chepe, a la par de la entrada de emergencias del Hospital Nacional de Niños, le presenta la cédula al guarda y pide que lo dejen entrar al sorteo para tirarse todo en vivo y ver qué no hay mano negra.
“Cuando se hace un sorteo la gente ve solo la rifa, por eso, a veces no se da cuenta de toda la seguridad que hay detrás de cualquiera de los tipos de lotería, el que quiera venir y ver puede hacerlo”, aseguró Madrigal.
Fichero sellados: las bolitas que se tienen para los sorteos no andan sueltas en una gaveta de escritorio, se guardan en una urna con llave que, además, tiene un sello de seguridad plástico que se usa con un número de consecutivo para que nadie la pueda abrir.
“Cuando se va a realizar un juego el número de este sello debe calzar con el que se indicó en el acta que se hizo para guardarlas, las que se sacaron se guardan en una bolsa de seguridad que tiene otro sello numerado, estas se mantienen cerradas hasta el siguiente sorteo cuando el juez y los que supervisan lo abren y lo vuelven a sellar de la misma manera cuando se termina”, explicó don Claudio.
Peso y medida: el sorteo no empieza hasta que se pesen y midan las bolitas, este proceso se hace antes de cada sorteo y se registra en actas que certifican las dimensiones de cada bolita.
En nuestra visita pedimos tres mediciones al azar de febrero, mayo y agosto, en todas ellas las bolitas en blanco pesaron un promedio de 4,40 gramos, la del acumulado pesó 4.46 gramos.
Por ejemplo, en el sorteo del domingo 5 de agosto las bolitas pesaron en promedio 4,43, la que más pesó marcó 5,04 gramos y la que menos 4,02.
Madrigal explicó que estas diferencias se dan por ser de madera y pueden variar el peso por la humedad o el calor, cuando las diferencias son muy grandes mandan a comprar bolitas nuevas.
“Estas bolitas se compran en España, donde las hacen con una madera especial, no es posible alterarlas para que pesen más, tampoco se les puede hacer un fondo hueco y mucho menos introducir un imán para que no salga una”, dijo Madrigal.
Si usted quiere ser testigo del pesaje tiene que llegar a la Junta unas dos horas antes del sorteo, este proceso es abierto al público.
Vigilancia extrema: para sacar del fichero y echarlas a jugar en la tómbola debe estar presente un juez de la República, el auditor interno, el gerente general o un representante, el gerente de comercialización o un representante.
“Con esto damos transparencia y demostramos que aquí no se amaña ningún sorteo de que todos y cada uno de los elementos han sido manipulados”, explicó don Claudio.
Tómbola o esfera: el lugar donde ruedan las bolas está hecho con el fin de que sea imposible escoger una bolita para que salga.
“La condición es que ninguno sepa cuál bolita es la que va a salir por el selectro para la jugada favorecida”, explicó el gerente.
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Don Claudio aseguró que antes mucha gente llegaba a los sorteos, pero que ahora casi nadie va, aprovechó para invitar a los desconfiados para que vean con sus propios ojos que todo se hace de manera honesta.