En noviembre del 2017 la surfista Natalia Vindas celebró su histórica medalla de bronce en el Mundial de Surf Adaptado que se celebró en La Jolla, California. Nunca antes una mujer nos había dado una alegría tan grande en el surf adaptado y la noticia recorrió Costa Rica.
En medio de tanta alegría era difícil para muchos, pero no para ella, recordar que nueve años atrás Natalia había tenido un accidente de tránsito que le demandó más de dos años de rehabilitación y el aprender a vivir en silla de ruedas.
Mientras trabajaba como inspectora de carreteras en Guanacaste perdió el control del vehículo que manejaba y se fue contra el muro de una casa, se fracturó la columna y perdió la movilidad de las piernas.
Casi de inmediato dejó el accidente en el pasado y se dedicó a avanzar; en el 2009 terminó la tesis y se graduó como licenciada en Ingeniería Civil en la UCR; en el 2010 comenzó a trabajar como ingeniera en una inmobiliaria, en el 2012 empezó la carrera de Arquitectura, en el 2014 logró un posgrado en Accesibilidad y Diseño de la Universidad Internacional de Cataluña.
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En el 2016 se pasó a trabajar a Fundameco (organización sin fines de lucro que nació en 2011 y tiene por objetivo poner a disposición de la sociedad herramientas de educación inclusiva) como directora de accesibilidad y el año pasado asumió en una empresa hermana de Fundameco, Plura, también como directora de accesibilidad.
Siempre adelante
Lo que hizo después del accidente fue ponerse pequeñitos retos: en el 2008 era salir del hospital; después, hasta el 2010, se enfocó en la rehabilitación física, luego decidió no enfocarse tanto en la rehabilitación sino en cosas que la hicieran feliz, como la Arquitectura y el posgrado en España.
“Después de que aprendí que andar en silla de ruedas ya no era un problema, entendí que más bien tiene algo bonito que es la conexión con la gente, el ser más empático, más vulnerable. Ahora me enfoco en luchar por los derechos de las personas con discapacidad, porque a pesar de lo que me pasó me siento muy afortunada”, nos comentó Natalia, a quien no le gusta mucho hablar de su accidente, prefiere hablar de su proceso de vida después del 2008.
Ser medallista de un Mundial es el rompimiento de una barrera para Natalia porque jamás mientras caminó le apostó a los deportes. “Nunca en mi vida, mientras caminé (ella tiene 34 años) me imaginé ganando una medalla en algún deporte, porque nunca fui deportiva, lo mío era más leer libros y estar tranquilita en la casa.
“Desde una silla de ruedas amplié mis horizontes y he hecho muchas cosas que jamás pensé que haría… como ganar una medalla de bronce mundial, era algo impensable”, comentó Natalia, quien tiene menos de cuatro años de haber aprendido a surfear.
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Es casi un hecho que mientras usted lee esto, Natalia estará surfeando porque por estos días de octubre se entrena con todas su fuerzas con el objetivo de llegar en su máximo nivel a la cuarta edición del Mundial de Surf Adaptado, el cual se realizará del 12 al 16 de diciembre en La Jolla y ella quiere otra vez una medalla.