El lunes 20 de agosto la Iglesia católica de Costa Rica recibió un fuerte golpe, ese día se dio a conocer que el padre Mauricio Víquez fue acusado en mayo por tres hombres de entre 33 y 35 años por el delito de abuso sexual.
Los hechos ocurrieron cuando los afectados tenían entre 13 y 15 años. El caso reventó luego de que la Curia Metropolitana informara que los hechos se remontan a más de 20 años atrás y que “los denunciantes afirman haber sido abusados sexualmente por el sacerdote”.
Este no fue el único caso que ha empañado la imagen de la Iglesia, ya que otros dos hombres interpondrán una demanda civil por un monto que ronda los 120 millones y 240 millones de colones contra un sacerdote de apellido Castillo por abusos deshonestos en 1983.
Uno de los casos más sonados fue el del padre Enrique Delgado, condenado en abril del 2005 a 21 años de prisión por tocar a tres menores. La pena fue rebajada a 12 años, pero Delgado salió en octubre del 2010 por buen comportamiento, es decir, solo estuvo tras las rejas 5 años.
De acuerdo con una nota publicada por el periódico La Nación el miércoles 22 de agosto, desde el año 2001 a la actualidad, 9 curas fueron expulsados de la Iglesia católica luego de comprobarse que cometieron actos de este tipo.
Con esto, la Iglesia costarricense se unió a una lista de países donde los escándalos sexuales han ensuciado su imagen.
Por ejemplo, las autoridades judiciales del estado gringo de Pensilvania revelaron un informe donde se determinó que 300 curas habrían violado a 1.000 niños desde 1940. No se descartó que fueran más.
Australia fue otra de las naciones salpicadas con los delitos sexuales de los padres, la investigación concluyó que 4.444 personas fueron abusadas en más de 1.000 iglesias entre los años 1950 y 2010.
Papa pidió perdón
El papa Francisco, quien es el máximo líder católico desde el 13 de marzo del 2013, ha sido uno de los impulsores para tratar de desenmascarar a este tipo de sacerdotes.
En enero de este año, el líder de la Iglesia católica visitó Chile, estando ahí defendió a capa y espada a un obispo chileno cuestionado por encubrir a un padre que habría violado a varios niños, Francisco catalogó todo eso como “calumnias”.
Sin embargo, en junio anterior, el sumo pontífice se retractó, ordenó una investigación contra el cura y se disculpó en persona con las víctimas, además, forzó a los altos mandos de la Iglesia chilena a renunciar.
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En una carta publicada por el papa en un enlace en su cuenta de Twitter, hizo referencia a lo mal que han actuado algunos clérigos y destaca el valor que han tenido los afectados de denunciar.
“Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, se lee en el documento.
“Soy consciente del esfuerzo y del trabajo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la “tolerancia cero” y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos. Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias, pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro”, añade el líder religioso.
Por su parte, el sacerdote y vocero de la diócesis de Alajuela, Sixto Varela negó que la iglesia sea un cómplice silencioso y más bien aseguró que desde el pontificado de Juan Pablo II se viene trabajando para atender a los que fueron víctimas de hechos que se dieron tiempo atrás.
"Desde el año 2000 el Vaticano impulsó cambios en la norma que mejoró el filtro que se hace a los seminaristas y las reglas de comportamiento para los sacerdotes", explicó.
Iglesia no debería generar temores
Rafael Sandí, canciller de la Curia Metropolitana y quien ha dado declaraciones en relación a los padres Víquez y Castillo, afirmó que ninguna Iglesia debería generar temores a los fieles, todo lo contrario, debe ser un lugar donde se respire paz, pero sobre todo el amor de Dios.
“Definitivamente son cosas que no deben suceder y que nos hace a todos sentirnos mal, justamente es parte de la naturaleza humana, a pesar de la investidura que se pueda tener. Definitivamente tenemos que trabajar en eso para que (más casos) no se den nunca”, comentó.
Sandí dijo que solo podía referirse a temas relacionados con su curia que es la que rige a las iglesias de San José y Heredia, aunque, aseguró que cuando un cura comete este tipo de actos en cualquier parte del país, la víctima siempre es la prioridad.
“No hay dinero que pueda pagar este tipo de daño, nosotros ofrecemos acompañamiento sicológico. También se busca reparar y ayudar a la persona que cometió el error para que no haya otra posibilidad de que dañe (a más personas) y que trate de enmendar su vida”, agregó.
“En el seminario (lugar donde se forman los padres) se cuenta con acompañamiento sicológico a los seminaristas para establecer si tienen algún problema, si han sido víctimas, si hay situaciones que les podría desarrollar esos comportamientos. Hoy hay más cuidado y se cuenta con los recursos profesionales para saber si todo está bien con el aspirante al sacerdocio”, añadió.
Sandí calificó estos hechos como aislados en Costa Rica si los comparamos con otros países, aunque fue claro en que a este tipo de situaciones no se les puede quitar el ojo porque pueden causar daños más severos a la iglesia, pero más que todo a las personas que lo sufren.