El 1 de diciembre del 2000, cuando Milena Cervilla cumple años, su hijo Sebastián Chinchilla tuvo un sueño que fue una especie de advertencia.
“Vio que venían por mí unos carros que bajaron del cielo y se despertó asustado”, recordó Cervilla.
Unos días después, el 6 de diciembre, sucedió algo inesperado que podría tener una relación estrecha con aquel sueño de Sebastián.
“Estaba en mi cuarto conversando con mi hijo. Me estaba poniendo la pijama cuando oímos un impacto, como una detonación. Quedamos aturdidos, no sabíamos qué había pasado hasta que noté sangre en la oreja, pero no sentí ningún dolor”, contó doña Milena.
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En el cuarto donde estaban madre e hijo había un revólver que se activó solo y por milímetros no mató a doña Milena.
“La pistola estaba envuelta en un paño y el balazo me arrancó la oreja”, dijo doña Milena, 18 años después de aquel suceso, que con el tiempo le trajo muchas bendiciones, pero que en ese momento por poco termina en tragedia.
“Llegó la ambulancia y me atendieron muy bien. Cuando estaba en el hospi oía a los doctores decir, ‘vengan a ver este milagro porque por la distancia del revólver (a unos dos metros) y por el lugar donde entró la bala, era para que la hubiera matado”, contó doña Milena.
“No sabemos como la cara no se le volvió al revés”, asegura doña Milena que le dijo uno de los doctores.
La sobreviviente asegura que es inexplicable como el arma de fuego se activó.
“Nadie lo disparó, nadie tocó nada. Simplemente ocurrió. Muchos no lo pueden creer ”.
La valiente señora asegura que fue Dios el que hizo que sobreviviera, aunque no tiene explicación de cómo se activo el revólver.
Seguro se cayó
Gerardo Castaing, experto en seguridad, comentó que la posibilidad de que un revólver se active solo es muy baja porque tiene seguros externos e internos para impedir que haya muertes accidentales a cada rato.
“Puede ser que el revólver haya quedado con la munición incorporada y el gatillo estuviera percutido hacia atrás. Si se cayó pudo pasar, pero esas no son las circunstancias. Que se dispare solo es casi imposible”.
Castaing agrega que el sonido de la explosión de la bala pudo dejar aturdida a la señora y que existe la posibilidad que ese aturdimiento le impidiera saber a ciencia cierta qué sucedió.
“Uno a nivel de policía conoce de casos donde la gente menciona que el arma se activó sola, generalmente después de que se cayó. Tiene que haber una acción humana que active el mecanismo de disparo. De uno a diez, donde diez es lo imposible para que un arma se active sola, doy un 9, sin saber mucho del contexto”, explicó.
Por eso, Milena dice que su caso es un verdadero milagro y sobre todo por el montón de cosas que descubrió después, pero tuvo que pasar momentos muy complicados.
El balazo dejó a doña Milena varios días con el oído hipersensible y con una depresión muy grande.
“El hecho nunca salió en ningún periódico. No se abrió ningún expediente judicial, pero emocionalmente fue algo devastador. Pasé seis años sin dormir y no sé cuantos días sin poder ir a trabajar”.
De feria, en medio de esa crisis emocional ocurrió otra tragedia que terminó de golpear a doña Milena.
“El 27 de febrero del 2001 el papá de mis hijos tuvo una muerte repentina y eso agravó mi depresión”, dijo.
Mano amiga desde las aulas
Cuando parecía que quedaban pocas salidas para la tristeza que estaba pasando la señora por los dos hechos trágicos, recibió una visita que le cambió la vida.
Su antiguo profesor de Teología, el peruano Nehemías Rivera, sin saber lo que había pasado, la visitó y al notar que estaba mal, le dijo que le iba a dar una lección sobre terapias alternativas, que estuviera preparada. Eso le cambió la vida.
“Él le ha enseñado a comunidades indígenas de Talamanca y Puriscal a preparar medicinas con plantas, es una persona totalmente ecológica, pero me estaba ofreciendo una clase de terapias alternativas y yo me decía, ‘eso no me va a gustar, ¿qué voy a ir a hacer yo?’”.
Pero la clase, no solo le encantó sino que le dio una motivación para vivir. A partir de ese momento, empezó a interesarse por las terapias alternativas (acupuntura, reflexología, terapia florales y otras).
“Desde el primer día me gustó. Empecé a interesarme más y más y a estudié en el Instituto Superior Iberoamericano por siete años”, dijo.
Allí empezó a dar sus primeros pasos en adquirir el conocimiento que la llevaría a preparar productos naturales, que hoy en día ayudan a personas con diferentes padecimientos.
Esto porque anteriormente sacó un curso libre en la Universidad Nacional sobre ‘Cómo preparar medicinas a través de las plantas costarricenses”.
Paralelamente a sus estudios de terapias alternativas, ella mandó a su hijo Sebastián a estudiar plantas medicinales en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) y todo el conocimiento que adquiría su hijo se lo transmitía a ella.
Por si fuera poco, recibió talleres con Nehemías, todo un erudito en plantas medicinales, que logró complementar muy bien con lo que estaba aprendiendo.
“Como al año algunas personas me buscaban y me pedían ayuda. Eran como si fueran pacientes. Un día llegó una amiga, Mayra, con una paciente con cáncer (doña Vera) y eso terminó de cambiarme la vida”, dijo con orgullo.
Uvas al rescate
El suceso del 6 de diciembre empezaba a tomar sentido porque produjo hechos que beneficiaron no solo a Melina, sino también a muchas otras personas, pero otra muerte volvió a golpearla.
En el tiempo que doña Milena trató a doña Vera le dio calidad de vida. Vera había sido tratada con radioterapia y eso le había quemado los nervios cervicales y pegaba gritos de dolor que le destrozaban el alma a cualquiera.
Cuando Vera murió, en la misma vela, doña Milena le pidió a Dios que le diera la sabiduría y el conocimiento para ayudar a personas que como su amiga sufrieran por quemaduras de cualquier tipo.
“Comencé a estudiar desmedidamente todas las características de las plantas medicinales, los aceites y las semillas. Me llevó tamaño rato (cuatro años) hasta que caí en la milagrosa uva”.
Dice doña Milena que quedó impactada cuando conoció las cualidades de la semilla de la uva y empezó a hacer fórmulas químicas para desarrollar sus propios productos.
“Eso lleva su tiempo, no es que uno dice voy a hacer una fórmula y ya”.
Ella dice que Dios escuchó su petición porque desde ese día fueron acomodando las cosas hasta llegar al gel de semilla de uvas.
Ya tiene catorce años haciendo productos basados en la uva, todos con la certificación correspondiente del Ministerio de Salud (La Teja tiene las copias) y con diferentes cualidades, pero está muy entusiasmada con el gel de uva, que acaba de estrenar el permiso respectivo.
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“Hay una fórmula para cada dolencia, pero me puse a analizar la posibilidad de hacer un producto que fuera diferente a todos y di con el gel de semilla de uva. Resultó ser una maravilla, ya le sacamos el registro sanitario y la aprobación del ministerio. La gente ha llamado como loca por lo bueno que ha resultado”.
Aquel balazo que recibió en el 2000 de una forma inexplicable por fin tenía un significado para doña Milena, que pasó por todo un proceso de purga y aprendizaje para ayudar a personas . Si eso no pasa en su vida, nunca hubiera hecho el producto.
“El gel sirve para sanar las cicatrices de las operaciones, para las quemaduras por cobalto o por radiación, llagas en los pies, quemaduras por sol, hasta para propiciar mejores relaciones sexuales. Es porque las características del aceite de semilla de uva es increíble, es lo mejor que hay en la Tierra”, dijo.
El producto está compuesto por el aceite de la semilla y de extracto de lavanda. Está indicado para quemaduras, alergias, resequedad de la piel, lubricante y para bajar el dolor. También le ayuda a los diabéticos cuando sufren problemas severos de piel propios de la enfermedad, en dos platos es mejor que pomada canaria. El frasquito vale seis mil colones y lo puede conseguir en la página Cervilla Natural