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Botella con mensaje adentro advirtió en 1937 que el Arenal era un volcán

Se cumplen 50 años de la erupción que mató a 89 personas el lunes 29 de julio de 1968

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Esta imagen es de 1969, un año después del despertar del coloso del norte. Foto: Archivo. (Archivo La Nación)

El 24 de febrero de 1937 Ricardo Quirós, de 31 años, llegó hasta la cumbre de una montaña a la que llamaban entonces cerro Arenal y dejó arriba una botella de vidrio con un mensaje adentro que afirmaba algo que sonaba a locura para los habitantes de La Fortuna de San Carlos: el monte era un volcán.

En aquel momento, según datos que nos da la Asociación de Desarrollo Integral de La Fortuna (Adifort), la población del distrito no superaba las 200 personas.

A los 31 años del ascenso y la advertencia de Ricardo, el tiempo le dio la razón. El lunes 29 de julio de 1968, a las 7:30 de la mañana, la montaña estalló y dejó un saldo de 89 personas fallecidas. La mayor parte vivía en Pueblo Nuevo y en Tabacón, de los cuales no quedó nada.

Todas murieron debido a la inhalación de gases calientes.

Miguel Quirós, hoy de 69 años, cuenta que su tata subió a la cima del coloso con el fin de sacarse un clavo. Había visto que del monte salían gases y no le parecía normal, así que solo había una manera de acabar con la duda. Había que jugársela y llegar arriba.

Ricardo subió con Alberto Quesada, Gustavo Quesada, Gregorio Quesada, Roberto Quirós, Elías Cooper y Luis Castro.

“Ellos subieron y lo hicieron en siete horas. Mi papá nos contaba que la subida fue bastante dura porque no había caminos y cuando llegaron a la parte más alta tuvieron que dormir cerca del cráter porque era la parte más caliente y el frío era tremendo”, comenta Miguel.

La temperatura de la tierra y la presencia del cráter terminaron de aclarar el panorama.

Agrega Miguel que su papá le dijo que el mensaje en la botella no dejaba espacio para las dudas. Estaba dirigido a quienes exploraran la cima y la idea era que la verdad se esparciera por todo el país para que Costa Rica tomara en serio aquel “cerro”.

“(El mensaje) era bastante corto, decía que quien lo encontrara supiera que estaba al frente de un volcán y que se debía tener precaución”, añadió.

Miguel dice que no sabe si alguien agarró aquella botella o si el volcán la destruyó.

“Es algo que nunca vamos a saber, tal vez solo si alguien la tiene, pero lo veo muy difícil porque muy poca gente subía a la cima”, detalla.

Desde octubre del 2010 el volcán está en reposo. Foto: Archivo.

Lo trataban como a un loco

Miguel recuerda que cuando él era niño su papá le pedía que si le decían que el Arenal era un cerro lo negara porque él –Ricardo– había comprobado que se trataba de un volcán.

Esto le generó insultos, especialmente de los güilas con los que Miguel se relacionaba. Ya Ricardo había pasado por lo mismo.

“Me decían que estaba loco porque nadie le creía a mi papá y yo repetía lo que él me dijo. Y decían un montón de cosas más, pero nos creyeron cuando el volcán hizo erupción”, recordó

Do Ricardo murió en julio de 1970 a los 64 años y justo cuando se cumplía el segundo aniversario de la tragedia que marcó a La Fortuna; pero el legado de don Ricardo quedó para siempre por la advertencia que hizo aunque, lamentablemente, nadie lo tomó en serio. De haberlo hecho quizás de habrían salvado muchas vidas.

“Él y las personas que lo acompañaron fueron los primeros en subir al volcán. Algunas personas lo recuerdan por eso y para mí es un orgullo. Tal vez una de las cosas que mejor me saben es que mi papá se fue (falleció) sabiendo que la gente que decía que era un mentiroso tuvo que darle la razón después de que el volcán despertó”, explica Miguel.

Gino González, vulcanólogo de la organización Volcanes sin Fronteras, comentó que no hay datos sobre quién o quiénes fueron los primeros colonizadores del Arenal.

“Posiblemente fue el papá de don Miguel el primero en llegar a la cima porque La Fortuna es un pueblo nuevo, hay otros registros de años posteriores, pero antes de ese no”, comentó González.

Don Miguel Quirós fue uno de los sobrevivientes de la tragedia. Foto: José Cordero. (Jose Cordero)

Temblores lanzaron un aviso

La mañana de la erupción los vecinos de La Fortuna sintieron temblores pequeños, pero pensaron que se trataba de movimientos normales. No hubo una alarma particularmente fuerte... hasta que empezó la pesadilla.

Del interior del volcán salieron expulsadas piedras de hasta seis toneladas (el peso de seis carros) y gases calientes.

Miguel Quirós presenció la fuerza infernal del Arenal desde el centro de La Fortuna cuando era un güila de 19 años.

Recuerda que nunca había visto la magnitud de la fuerza de la naturaleza como en aquel lunes apocalíptico.

“Fue algo terrible, me tocó ver a personas muertas, no voy a decir que tuve miedo, pero sí que fue impactante porque ver a una persona muerta es normal, pero a dieciocho en fila no”, destacó.

Cuenta que en aquella época él trabajaba como perito de campo para el Banco Nacional y desde muy temprano anticipó que algo malo iba a ocurrir.

“Normalmente aquí hace calor y más en esos tiempos, pero ese 29 de julio amaneció haciendo frío y fue cuando pensé que algo no iba bien”, comentó.

“Pasó menos de una hora y se vino la noticia de que había muertos y gente enterrada. Al principio uno no creía, pero conforme pasaron los minutos, y con las informaciones que llegaban al banco, nos dimos cuenta de que era cierto”, comentó.

Vio a amigas fallecidas

El viernes 26 de julio de 1968, tres días antes de la tragedia, Miguel junto a un amigo y dos amigas salieron a divertirse a un bar del centro de La Fortuna.

“Estas muchachas querían salir porque al día siguiente se iban para Pueblo Nuevo de Arenal a caballo, entonces salimos a disfrutar los cuatro. Al día siguiente (sábado) ellas se fueron y hasta ahí todo iba normal”, detalla.

“El lunes, cuando ya sabía todo lo que había pasado, el amigo con el que salí junto con ellas me informó que habían muerto. Fue muy doloroso, recuerdo que una tenía un hueco en la espalda, seguramente una de las piedras le pegó y le causó ese daño. La otra me imagino que (murió) por los gases”, dice.

Además de saber que sus amigas habían fallecido, a Miguel la tragedia se la seguía poniendo difícil.

“Me tocó quedarme porque en el banco dijeron que necesitaban a un operador de radio. Yo sabía muy poco, pero me pidieron que me quedara. En el transcurso de ese día vi a más muertos, había personas que conocía y otras familiares de amigos míos”, declaró.

Varios lugareños de La Fortuna tuvieron que irse hacia otros lugares como Ciudad Quesada y Zarcero. Foto: Adifort.

Las autoridades de la época, por orden del entonces presidente José Joaquín Trejos (1966-1970), sacaron a toda la gente que vivía en La Fortuna, que quedó como un pueblo fantasma.

Uno de los obligados a irse fue Juan Salazar, quien tenía 27 años y trabajaba como peón en una finca. Hoy es el jardinero de la iglesia.

Ahora, 50 años después, es decir a sus 77 vueltas, don Juan recordó lo difícil que fue aquel momento.

“Yo fui a parar a Ciudad Quesada, en la finca donde trabajaba ahí también vivía, estuve como cuatro meses sin venir a La Fortuna y cuando vine lo hice con mi patrón nos llevamos la sorpresa de que no sabíamos dónde estaba la finca porque todo estaba enterrado con lava, ni las vacas ni los caballos se salvaron, quedaron enterrados”, dice.

Según contó, a pesar de que la orden era que todos debían salir, los amigos de lo ajeno no lo hicieron y aprovecharon para robar.

Don Juan Salazar tuvo que irse de La Fortuna por 4 meses. Foto: José Cordero. (Jose Cordero)

A raíz de la erupción de 1968, el Arenal inició una actividad constante hasta el 11 de octubre del 2010.

En nuestra edición de mañana entérese cómo murieron 10 hombres tratando de salvar vidas.

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