Las termitas Syntermes dirus miden apenas un centímetro, pero durante casi cuatro milenios en Brasil han construido una red subterránea de túneles, cuyas excavaciones han dejado 200 millones de montículos de tierra, sobre una superficie del tamaño de Gran Bretaña.
“Es el mayor ejemplo conocido de bioingeniería y construcción en la superficie de la tierra por una sola especie (fuera del ser humano) y todo hecho por un insecto de más o menos un centímetro de longitud”, explica Roy Funch, biólogo estadounidense naturalizado brasileño.
Toda esta obra de ingeniería animal se extiende en una superficie de 230.000 km2, en el noreste de Brasil. Funch y otros tres investigadores, dos estadounidenses y un británico, publicaron su hallazgo en la revista científica Current Biology.
Según detallan, la tierra excavada por estos insectos para crear semejante estructura equivale a “cuatro mil pirámides de Giza (Egipto)”, también milenarias.
Los habitantes del lugar conocen como “murundus” a estos montículos de 2,5 metros de alto y unos 9 metros de diámetro, cubiertos por vegetación.
Pero la deforestación por la acción humana dejó más visibles los termiteros, y el uso de imágenes satelitales permitió concluir el área que cubren.
“Entonces quedó clara su extensión y la importancia científica del fenómeno”, agrega Funch.
Las imágenes divulgadas en el estudio muestran vastas extensiones de tierra punteada por estos montículos cónicos, prácticamente idénticos y con una distribución regular, separados por unos 20 metros uno de otro.
Para determinar la antigüedad de la obra, los científicos recogieron muestras del suelo de once montículos y verificaron cuándo fue la última vez que estuvieron expuestas al sol. La muestra más antigua arrojó 3.820 años. Esas edades son comparables a las de las termitas más antiguas del mundo en África, dice la publicación.
Ahora que se ha determinado que estos termiteros son parte de una gran “ciudad” subterránea, la idea de los científicos es seguir investigando su distribución y funcionamiento. Se sabe, por ejemplo, que los termiteros tienen un túnel vertical que conecta los túneles subterráneos con la superficie.
En cambio, los montículos de tierra que quedan en la superficie son simplemente la tierra removida por las termitas para su obra. “Los montículos aparentemente no tienen función de albergar sus nidos. Sirven solamente para retirar la tierra que cavan continuamente por debajo del suelo”, explica Funch.
Se sabe también que estas estructuras subterráneas les sirven a estos insectos para protegerse del “medio inhóspito y peligroso de la superficie”. Según el estudio publicado, los túneles nunca quedan abiertos al ambiente, así que no se trata de un sistema de ventilación sino de una vía de comunicación.
Por la noche, cuando hay comida disponible, grupos de 10 a 50 “trabajadores” y “soldados” emergen desde los montículos a través de tubos temporales de un diámetro de 8 milímetros, excavados desde abajo. Después de usados, los túneles temporales se cierran herméticamente.
“No tenemos idea de la arquitectura de estas ‘ciudades’ de los insectos. Deben tener una habitación para la reina, guardería, espacios para guardar comida..., y muchos túneles conectándolo todo, pero todo es desconocido para la ciencia”, agrega el biólogo.