AFP
Todo parece paralizado, con barricadas de hasta dos metros en sus calles, bajo alerta y casi sin dormir: Monimbó, un barrio indígena de la rebelde ciudad de Masaya, se dice preparado para un enfrentamiento con las fuerzas del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Eso hace temer una violenta incursión en esta ciudadela del sur de Masaya que hace cuatro décadas peleó con coraje contra Somoza, y donde desde hace tres meses se atrincheran sus pobladores en oposición a Ortega, exquerrillero sandinista de 72 años. “Aquí en Monimbó no lo vamos a permitir. No lo queremos y lo sabe. Nunca van a entrar, a menos que nos maten a todos”, aseguró en una barricada un hombre con el rostro cubierto, de gorra y camisa verde olivo.
Y es que este viernes Daniel Ortega encabezará el histórico “repliegue”, que conmemora una gesta guerrillera previa al triunfo de la revolución de 1979, en medio de un paro convocado por la oposición tras casi tres meses de protestas, justo el día en que la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia -que reúne a grupos de la sociedad civil- convocó a un paro nacional, el segundo durante esta crisis que deja más de 260 muertes, también se habla de más de 300 fallecidos. La Alianza realiza este jueves una manifestación en Managua y otras ciudades, pero Monimbó no abandona posiciones y tendrá su propia marcha, resguardada por sus murallas de adoquines apilados uno a uno por sus pobladores.
El barrio parece un fortín. Las barricadas, algunas de dos metros, fueron construidas para repeler a policías y antimotines que actúan con hombres de civil, encapuchados y fuertemente armados.“Monimbó resiste, no van a entrar porque les da miedo. El monimboseño es kamikaze: va a morir él, pero va a matar a dos”, dice un joven de 28 años que se identificó como ‘guardabarranco’ -nombre del pájaro nacional-, en una casa del movimiento opositor.El temor no es infundado. En este barrio de artesanos que trabajan hábilmente el tejido, la madera y el cuero, nació la “bomba de contacto”, empleada por los guerrilleros sandinistas en sus combates contra la guardia somocista.“Nuestros artesanos en el día hacen hamacas y artesanías y en la noche bombas”, dice ‘guardabarranco’, tras explicar que se hacen con pólvora, vidrio y clavos, en vasos de gerber para bebé o de mostaza.Cerca de él, Mariela, quien a los 14 años empuñó un fusil contra la dictadura somocista, describe a su pueblo de sangre indígena como “aguerrido, decidido y valiente”. “Los orteguistas vienen con armas de guerra. Pero tenemos, además del valor, como 6.000 bombas de contacto”, afirma esta mujer que, ahora a sus 53 años, aporta en la organización y defensa del movimiento.Símbolo de la ciudad más combativa de Nicaragua, Monimbó no le perdona a Ortega la represión de las protestas que estallaron el 18 de abril contra de una reforma al sistema de pensiones, propagadas rápidamente por todo el país.
“Aquí en Monimbó si tocan a uno tocan a todos. Hay cansancio y estrés por 84 días de lucha, pero hemos enterrado compañeros y eso nos da fuerza para seguir. Resistir lo llevamos en la sangre, en el ADN”, comenta orgulloso ‘guardabarranco’. La gente está en guardia. Vendedores de frutas, verduras y plátanos fritos apostados en las esquinas, sirven de aviso para muchachos encapuchados que cuidan las trincheras, a quienes el gobierno llama “delincuentes” y “golpistas”.
Los manifestantes piden la salida del poder de Ortega, quien gobierna por tercer periodo consecutivo desde hace 11 años
, al acusarlo de desatar una brutal represión e instaurar una dictadura con su esposa Rosario Murillo.
“Ortega no es sandinista, es somocista. Nos estafó. Pero Monimbó tiene experiencia en derrocar dictadores, sean de izquierda o derecha. Pase lo que pase vamos a estar de pie. Al final hay que morir algún día”, sentencia ‘guardabarranco’.
A poca distancia, en la placita de Monimbó, el encapuchado verde olivo coincide con él, mientras maniobra un lanza-morteros: “Dignamente estamos dispuestos a morir”.
Las manifestaciones comenzaron el 18 de abril contra una reforma al sistema de pensiones, pero tras la represión se extendieron a la exigencia de salida del poder de Ortega, que gobierna desde 2007 por tercer periodo consecutivo y a quien acusan de instaurar una dictadura junto con su esposa, Rosario Murillo.En las últimas semanas, Ortega, exguerrillero sandinista de 72 años, intensificó la “operación limpieza” con policías y paramilitares para derribar barricadas de adoquines que levantaron manifestantes en las calles, intensificándose la violencia.
La CIDH denunció el miércoles en Washington, ante el consejo permanente de la OEA, el aumento de la “represión contra los manifestantes” y cifró en 264 las muertes en la ola de violencia desatada durante casi tres meses de pro
testas.
El gobierno de Nicaragua considera “delincuentes”, “golpistas” y “terroristas” a los manifestantes opositores. El canciller Denis Moncada calificó el informe de la CIDH de “apresurado”, “prejuicioso y carente de objetividad”.
A fin de encontrar una salida a la crisis, la Iglesia propuso adelantar los comicios de 2021 a 2019 en la mesa de negociación entre el gobierno y la Alianza Cívica. Pero el sábado, el mandatario rechazó esa iniciativa.
Tras la negativa de Ortega y una violenta incursión el domingo en las ciudades de Diriamba y Jinotepe, en el suroccidental departamento de Carazo, que dejó una veintena de muertos, la Iglesia puso en duda la continuidad del diálogo.
Pero el martes decidió seguir como mediadora de las conversaciones, incluso luego de una agresión que sufrió el lunes un comitiva de obispos y sacerdotes, con la irrupción de grupos progubernamentales en templos católicos de Diriamba y Jinotepe.
El Vaticano anunció este jueves que no presentará una protesta formal al gobierno de Nicaragua tras la agresión sufrida por su nuncio apostólico, Stanislaw Waldemar Sommertag, quien encabezaba la misión con el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes.
"El nuncio supo gestionar muy bien la situación. No protestaremos", explicó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, en declaraciones al canal católico italiano TV 2000.
Los obispos nicaragüenses anunciaron que convocarán a sesiones plenarias en los próximos días, por considerar que el diálogo es la única vía para resolver la grave crisis que ha provocado también una abrupta y descomunal caída de la economía.