Es 1 de enero de 1959. Una noticia de última hora de la agencia de noticias AFP dice: “El presidente (cubano Fulgencio) Batista ha abandonado el país”. Un corresponsal local y, más tarde, un enviado especial serán los testigos excepcionales del triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro.
En aquel momento la AFP no tenía oficina en Cuba. “Un exprofesor de la escuela de periodismo de La Habana, Carlos Téllez, aseguraba no solo la corresponsalía de la AFP, sino la de Reuters”, escribe en el libro “Una Historia de la Agence France-Presse” el periodista Jean Huteau, que abrió la oficina de La Habana en 1960.
En esas primeras horas de enero de 1959 reinan la agitación y el desconcierto. Según el corresponsal, el presidente Fulgencio Batista “dejó misteriosamente su país devastado por la insurrección el jueves por la mañana” con rumbo desconocido.
Más tarde se sabría que el dictador, en el poder desde el golpe de 1952, había encontrado refugio en Santo Domingo, República Dominicana. En sus despachos noticiosos, enviados por telegrama, el periodista cita “comunicados oficiales” y “fuentes confiables”, así como “muchos rumores de carácter político y militar”. Según uno de ellos, un allegado de Batista había sido “detenido disfrazado de religioso cuando trataba de ingresar a una embajada”.
Las noticias del momento, conservadas digitalmente en la sede de la AFP en París, describen “una situación muy tensa” en La Habana, con “manifestaciones de alegría” de los partidarios de Castro, y saqueo de casinos y de periódicos favorables a Batista.
Pero todo se juega en Santiago de Cuba (sureste), donde los rebeldes han tomado el control, declarándola capital provisional. Con esta victoria, Fidel “anuncia su intención de marchar sobre La Habana para instalar a (Manuel) Urrutia” como presidente interino.
En la capital los turistas estadounidenses, preocupados por estos eventos “tan inesperados”, comienzan “su éxodo hacia Florida”. Muchos habían “venido a Cuba como turistas para jugar en las salas de juego de la ciudad”.
El periodista presiente que Fidel Castro llegará “probablemente en avión” el 3 de enero, pero éste se pone “al frente de una columna motorizada que incluye tanques y otros vehículos armados, en una procesión triunfal llamada a terminar ‘pronto’ en el palacio presidencial” de La Habana.
"En cada parada, las jóvenes besan a los soldados barbudos, y los hombres les dan un abrazo".
Negaba ser comunista
Impresionado, el reportero se suma a la caravana y escribe con orgullo el 8 de enero: “El corresponsal de la AFP ha hecho su entrada en Matanzas (ciudad al este de La Habana) con las tropas de Fidel Castro”.
Éste último le concede una entrevista "exclusiva e improvisada", "en la que vuelve a declarar que no es comunista", y unas horas más tarde, Castro recibe en la capital "una acogida delirante de cientos de miles de personas a lo largo de la carretera".
En aquella época ningún despacho noticioso incluía el nombre de su autor ni sus iniciales. El corresponsal fue sustituido al poco tiempo por Jean Allary, jefe del servicio político y diplomático de la agencia, que firmará simplemente como “enviado especial de la AFP”.
Después de Allary llegó Jean Huteau, de Buenos Aires, con su máquina de escribir Underwood, que aún se conserva en la oficina de La Habana.
"Para mi padre, fue un orgullo estar en la AFP porque no se firmaban los artículos, y él consideraba que la información no tenía que estar asociada a un nombre", dice su hija Marianne Huteau. Este miembro de la Resistencia francesa, perteneció a "una generación que no era de las que se ponía por delante".
El 13 de enero, el tono de los despachos cambió repentinamente: "Los procesos comenzarán pronto", revela en una entrevista exclusiva Camilo Cienfuegos, mano derecha de Fidel.
"Estamos moralmente obligados, en memoria de nuestros compañeros asesinados por Batista y sus hombres, a matar a todos los culpables de delitos graves", agrega Cienfuegos, quien falleció en un misterioso accidente aéreo en octubre de 1959.
Llegan los fusilamientos
Los días siguientes, el periodista empieza a narrar "la depuración" y las "ejecuciones sumarias de los seguidores de Batista", pero "el control de los hechos y de las cifras cada vez es más difícil" y las autoridades empiezan a desconfiar de los periodistas extranjeros.
"Decepcionado" por las críticas de la comunidad internacional ante los juicios expeditos, Fidel prohíbe su difusión en televisión y en radio, después de haber invitado a su cuenta a corresponsales de todo el mundo.
Basado en Cuba desde 1960 hasta 1962, Jean Huteau cubrió la invasión de Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles. Más tarde se convirtió en el director de informaciones de la AFP y falleció en 2003.