Hace exactamente 10 años un terremoto 6,2 grados en la escala de Ritcher acabó con la vida de 25 personas y dejó a Cinchona prácticamente como un pueblo fantasma.
Pero más allá de ese triste recuerdo, este martes también se cumple el décimo aniversario del famoso: “¡Está temblando fuertísimo!”, “¡Jueputa!, ¡jueputa!”, seguido de “¡calma!, ¡calma!, ¡calma!”, acompañado de varios “¡Oh, my God! (¡Dios mio!)” que lanzaron en vivo don William Paer y su hija Jill, en el programa ¡Qué rico!
Una congoja que dio la vuelta al mundo.
LEA MÁS: (Video) Francisco Sanabria, el hombre a quien el terremoto jamás sacó de Cinchona
A partir de eso, la vida de los Paer fue otra. Memes, entrevistas, canciones y un sinfín de cosas salieron a la luz pública, todas relacionadas con los madrazos.
Incluso, sin pensarlo, el susto les generó algo de platica, pues un medio gringo, en dos ocasiones, y uno de Inglaterra les pagaron para poder utilizar el video en sus programas.
“Mi intención nunca fue sacar dinero. En aquel momento las redes no eran lo que son ahora y no sabía que se podía monetizar lo que uno subía a YouTube. Recuerdo que mi papá me decía que para qué iba a subir el video y yo más bien pensaba en promocionar el programa, los dos quedamos sorprendidos cuando nos llamaron de un medio de Estados Unidos para decirnos que cuánto queríamos por dejarlos usar el video y nos ofrecieron plata”, dijo la chef, quien aseguró que el programa se llamaba “Los 10 videos del peor día en el trabajo” y que ellos quedaron en el número 7.
LEA MÁS: Cinchona es ahora un pueblo fantasma
Tiempo después los volvieron a llamar de ese mismo medio para comprar de nuevo el video. Después la contactaron desde Londres para ofrecerle platica, pero como Jill ya sabía cuánto se pagaba por esos derechos dijo que tenían que subir la oferta, de lo contrario nel pastel. Por cada uno les pagaron más de $1.000 (unos 604 mil colones al tipo de cambio actual).
“Me ofrecieron muy poquito y yo les dije que no, terminaron subiendo porque el video les interesaba muchísimo”, afirmó.
La grabación también apareció en diferentes medios de comunicación alrededor del mundo, aunque esos no soltaron nada de harina.
“Yo misma llamé a Primer Impacto para decirles del video y me dijeron que me iban a contactar si les interesaba, después vi que lo pusieron, solo que nunca me llamaron para decirme. Eso sí, desde que ellos lo pusieron fue cuando el video se hizo más popular en el mundo”, contó.
Se mantiene
Jill señaló que, a pesar de que son 10 años del terremoto, el madrazo no pierde validez.
“Cada vez que tiembla le escriben a mi papá para preguntarle de qué magnitud fue porque en aquel momento él pegó que era de seis grados. La gente le ha pedido hasta que trabaje en el OVSICORI”, contó.
En aquella ocasión, los gritos de los Paer iban dirigidas para la señora que estaba detrás de cámaras ya que, según ellos, salió espantada para buscar y proteger a sus hijos que estaban del otro lado de la casa donde se grababa el programa.
Hay que recordar que hay otros dos videos de temblores que los agarraron en vivo, uno fue el 22 de diciembre de 1990 (epicentro en Piedras Negras de Mora, 5,7 grados) y otro en octubre del 2012 (con epicentro en Parrita, 5,2 grados), por lo que se puede decir que los Paer ya son unos expertos en esas situaciones.
Fama inesperada
La lista de anécdotas por los madrazos es interminable. Hace unos años, mientras estaban en Nueva York, un mesero casi se va de espaldas cuando los reconoció. Además, cuando don William va por la calle nunca falta quien le diga: “¡Jueputa!, ¡Jueputa!" para saludarlo.
“Fue un golpe inesperado de fama. La gente cogió eso del video más en serio que mis consejos de psicología. Fue una especie de promoción para nosotros en medio de un evento tan trágico, al final entendimos que fue traer un poco de comedia para aliviar el dolor que la gente estaba sintiendo después de lo que pasó con Cinchona”, dijo el psicólogo.
LEA MÁS: Jill Paer tomó una decisión difícil con su cabra Copo de nieve
El señor también sacó un libro llamado “¡Jueputa!, ¡jueputa!,¡calma!, ¡calma!” que se vende en tiendas Universal y que cuenta una serie de anécdotas simpáticas de su vida en Costa Rica.
Ni don William ni Jill se han animado a darse una vuelta por Cinchona, para entender un poco más la magnitud de lo que vivieron los habitantes del pueblito. Prefieren mantenerse de lejos.