Ver a los jinetes con una lata de birra en la mano o con un vasito hasta el copete de guaro parece ser historia antigua del tope de Palmares.
La bronca entre un par de caballistas y varios oficiales de la Fuerza Pública, en el tope nacional, el 26 de diciembre, hizo que para el desfile de este jueves los participantes estuvieran más que advertidos de que si se pasaban de tragos encima del animal, les iba a ir feo.
Durante un recorrido que hicimos en el tope del pueblo “para hacer amigos” costó ver montadores “hidratándose” pero no con agua. Obviamente, algunos lo hicieron de a callado pero fue la minoría.
A pesar del calor y de la fiesta vimos a muchos casi secos, otros preferían tomar agüita o una gaseosa para combatir la sed.
Esto se dio por una prohibición que hicieron las autoridades y la Comisión de Fiestas de Palmares para que los caballistas se comportaran y evitar una bronca como la del tope josefino.
“Estamos un poco preventivos, no queremos causar problemas con nadie. Hay una gran parte de los caballistas que sí somos sanos y que venimos a estos eventos a disfrutar, pero por uno pagan todos”, dijo Mario Camacho, quien llegó desde San Ramón.
“Cada año los caballistas van a ir disminuyendo, ya se vio en el (tope) de San José, ahora todos van a los topes de pueblos porque nos tratan mejor, en cambio en el de San José y Palmares se puede decir que somos maltratados por la Policía, que nos pide que nos vayamos temprano y si el día está para esto no sé para qué la presión”, agregó.
El jinete comentó que las personas que saben de caballos entienden que un tope es parte de la cultura equina y no para hacer peleas.
“Uno no hace esto para exhibirse, es algo cultural, los que uno ve que se emborrachan y hace esas cosas no son caballistas, es gente que los alquila (los caballos) y piensa que esto es una fiesta, pero andar con un animal tan caro es una responsabilidad”.
Por su parte José Bernardo Moya, vecino de Grecia, afirmó que las dos partes –autoridades y caballistas– deberían ceder un poco para que no se pierda el gusto por esta actividad.
“Sí hace falta el traguito, pero uno entiende que hay que respetar. Siento que ya no es tanta la cantidad de gente que va al tope y puede ser por eso, aquí hace mucho calor y uno necesita tomar algo, además de que los precios para participar siempre son altos”, comentó.
Según Carolina Alvarado, una de las veterinarias de la actividad, tenían la indicación de que si veían a algún caballista haciendo feo, pasado de tragos, había que sacarlo.
Va pa' abajo
Muchos asistentes se sorprendieron al ver que la cantidad de gente que llegó ayer al tope fue tan escasa.
En zonas donde en años pasados había fila para ver el desfile y la bulla de los toldos aturdía esta vez había huecos. No fueron tantos los fiebres que se apuntaron.
“A mí me gusta porque este tope es muy seguro y por la calidad de caballos. Este año y el año pasado lo he sentido con mucho menos gente, siento que la parte de la bebida sí afecta porque hay gente que viene a eso; además otros no vienen por trabajo y por plata”, opinó Magda Hernández, vecina de Quepos, quien tiene 20 años de asistir a la fiesta palmareña.
A pesar de eso, la quepeña disfrutó mucho y adelantó que el año que viene allí estará de nuevo.