La modelo Paola Ramírez es otra, la macha no solo se ve diferente físicamente sino que también sus costumbres y hábitos cambiaron, todo esto después de sufrir un accidente de tránsito en febrero de este año.
Si bien el percance fue leve, el susto se convirtió en un martirio para la vecina de San Sebastián, quien a cinco meses de haber pasado el mal rato, sufre todavía las secuelas emocionales del mismo. Ataques de pánico, desmayos o taquicardia son tan solo algunos de los problemas que ha vivido en los últimos meses.
Ramírez abrió su corazón y contó que ha tenido que pasar horas en sesiones con un psiquiatra debido a que el accidente la marcó y le cambió la vida por completo.
– ¿Por qué la vemos tan cambiada? ¿Qué fue lo que le pasó?
En febrero sufrí un accidente de tránsito, venía con unos amigos de trabajar en Palmares y un carro invadió el carril donde veníamos, nos chocó y casi vamos a parar a un guindo en la ruta 27 (carretera San José - Puntarenas). Yo siempre he sido muy sensible y sentimental y entonces me dio un efecto postraumático porque se alteró mi sistema nervioso central, sufrí de ataques de pánico, de taquicardia, de hiperventilación y desmayos. El golpe del accidente no fue tanto, pero estuve 13 días en el hospital, cuando en mi vida había estado internada en uno, fue bastante complicado para mí. Me dio una depresión muy grande, casi hasta me da un infarto por todo lo que estaba pasando dentro de mí.
– ¿Cómo ha sido la terapia después del accidente?
Como tenía el sistema tan alterado empecé a ver a un psiquiatra que me prohibió ver imágenes del accidente y le dijo a mi familia que me quitara el celular porque todo eso me remonta al momento del choque. De hecho, va a haber un juicio y yo no voy a participar porque me hace daño, la verdad llegó un momento en que estuve muy mal, me daba miedo salir, la gente, los sonidos, tenía todos los sentidos alterados.
– ¿A qué atribuye que haya pasado todo esto si dice que el accidente no fue tan grave?
A que cuando íbamos para el guindo yo pensé que iba a morir, cerré los ojos y los puños y me metí todas las uñas porque pensé que hasta ahí iba a llegar. Me preparé para morir. Después me agarró la llorona y todo se fue agravando, imagínese que duré un mes y medio para poder tocar el carro de nuevo, entonces llegó el momento en que tuve que hacerle una promesa a Dios para que me sacara de eso.
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– ¿Qué prometió?
Que si me ayudaba iba a llevar una vida más saludable, que iba a ser una mejor persona. Yo nunca he sido de tomar mucho, solo socialmente, entonces desde febrero no tomo una sola gota de alcohol, me alimento de manera saludable. Antes era una boca y un trago, pero ya no, ahora hago más ejercicio, dejé de trasnochar, salgo, pero rápido estoy de vuelta en la casa. Siento que es una nueva oportunidad de vivir y la estoy aprovechando.
– ¿Siguió viendo al psiquiatra?
Sí, él en algún momento me dijo que si yo no cooperaba iba a terminar en el hospital psiquiátrico, no por 15 días sino por seis meses. Yo entonces le decía que cómo hacía para curarme si es algo que yo no quería que pasara. Me dio medicamentos bastante fuertes y gracias a Dios he podido salir adelante. A la fecha todavía lo veo, pero ya es menos, me da unos medicamentos más suaves para estar tranquila.
– ¿Hace cuánto no sufre ataques de pánico?
Ya son tres meses en los que estoy mejor y yo cuento mi historia porque para mí es impresionante el cambio que he tenido, la gente que me ve me dice que no me reconoce porque me veo diferente, ahora valoro cosas como caminar o pensar que no me amputaron nada y que puedo hacer lo que me gusta.
– ¿Por qué es que se ve tan diferente en lo físico?
Porque he bajado mucho de peso, más de 6 kilos, pasé de talla 12 a cinco o seis, en pantalón. Yo me había hecho una operación en la que me quité cachetes y papada y ahora al bajar de peso se nota más. Mucha gente que me ve en fotos piensa que es un filtro, pero la verdad me siento muy bien con el cambio, ya estoy en mi peso ideal, voy al gimnasio Vitafuerte de Desamparados y ahí me llevan control de todo. Me ha ido muy bien, siento una gran diferencia.