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Miedo a volar hace que las maratones en las que compite un atleta sean verdaderos viacrucis

Tico de 65 años vivirá 22 incómodos días para llegar a correr España, cuando en avión tardaría si acaso 10 horas

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Carlos Sánchez irá a España a correr en diciembre viajando en bus, barco y carro. Rafael Murillo (Rafael Murillo)

El atletismo es uno de los deportes más duros, y si la especialidad es correr la maratón el asunto se pone más rudo, si le sumamos que para asistir a cada competencia debe recorrer 11 mil kilómetros por tierra, ida y vuelta, en buses incómodos, en tren y manejando ocho horas diarias durante varios días, ya el asunto toma tintes de locura.

Pues bien, esa es la sana chochera de don Carlos Sánchez, de 65 años, quien así como ama el correr odia, con toda su alma el volar, y le hace la cruz a los aviones.

Este empresario ha participado en cinco maratones en suelo norteamericano y ha viajado desde nuestro país en carro, bus, tren pero nunca en avión. Le tiene pánico a volar y hasta en barco zarpará para ir a competir a Europa, recorrido en el que tardará, al menos, 22 días cuando en avión gastaría si acaso 10 horas.

“Yo he viajado en avión, pero tengo 25 años de no hacerlo. Antes me daba pena decir que sentía pánico, pero es lo que me da. Siento que me muero, que me tiro, que me vuelvo loco. Es una desesperación por tirarme”, detalló.

Desde que llega al aeropuerto se le sube la presión, al punto que le puede dar un infarto y está seguro que la sensación que sufre probablemente sea muy similar a la que vaya a sentir cuando esté a punto de volar al más allá.

“Llegué a la conclusión de que si voy a sufrir tanto y existen otros medios alternativos, aunque sean más rudos y duros, aunque la gente diga que uno está loco, al final de cuentas, ¿quién lo hace por uno?

“Uno es el que debe buscar estar bien y la forma de estar menos mal es andar en bus”, explica el atleta.

El recorrido más largo que hizo por aire antes de olvidarse de los aviones fue en 1988, cuando tuvo que irse a trabajar a Estados Unidos. Para aguantar el susto se tomó dos Valium 10, iba con una azafata al lado, y para echar más sal a la herida el avión hizo escala en Honduras, experiencia horrible por lo difícil que es aterrizar en ese país.

“Iba tieso y a la persona que iba al lado casi le parto los brazos”, recordó el deportista con quien nos sentamos a conversar el martes pasado porque su experiencia es digna de contar.

En bus o barco por amor al atletismo

El pánico por volar nunca se le va a quitar pero mucho menos el gusto por el atletismo. De ahí que Sánchez se mande valiente con esos viajes kilométricos y, de hecho, está planeando correr el 1 de diciembre de este año la Maratón de Valencia, en España.

Para conseguir esa meta este exdirectivo de Heredia, Santos y Belén, hará un agotador recorrido en bus desde San José hasta Nueva York. Saldrá de aquí el 5 ó 6 de setiembre.

A suelo norteamericano llegará el 12 ó 13 de setiembre y el 15 tomará un barco hasta Southhampton, Inglaterra, con fecha de llegada 22 del mismo mes.

En suelo inglés usará el tren rápido Eurostar, el cual atraviesa el Canal de La Mancha, para llegar a Burdeos, Francia, y por último entre trenes y carro arribará a Madrid, España, calculando estar en el apartamento que alquilará en Valencia el 26 de setiembre.

Sánchez tardará casi 22 días haciendo un viaje a España por tierra y barco que en avión le tomaría 10 horas. Infografía William Sánchez

Es decir, serán casi 22 días desde San José a España, viaje que en avión le tomaría unas 10 horas, pero volar...jamás.

“Mi hija me está consiguiendo un apartamentito y equipo para entrenar esos dos meses y medio en España. Yo duro 15 días sin entrenar antes de cada maratón (debido al tiempo invertido en viajar por tierra) y eso me disminuye demasiado. Esos viajes son más duros que hacer dos o tres maratones. Solo uno sabe lo rudo que es ”, insistió don Carlos.

Hasta la fecha, este apasionado atleta ha corrido las maratones de Chicago, Nueva York, San Francisco, Las Vegas, Nueva Jersey y Sacramento; el mejor tiempo lo hizo en la Gran Manzana, 4 horas y 17 minutos en el 2017.

En el Viejo Continente espera hacer la marca para competir en la Maratón de Boston del 2020.

Le puso vida a los años

Cualquiera lo pensaría no una, ni dos, sino muchas veces, que antes de hacer viajes tan largos y agotadores para una maratón, lo mejor buscar otro deporte.

Sin embargo, don Carlos está muy ligado el atletismo porque con él volvió a vivir luego de que le diagnosticaran un tumor en el colon hace cinco años, que lo obligó a cuidarse y fue así como un día encontró un grupo de atletismo, Chi Runners, liderado por Álvaro Jiménez, y empezó a correr.

Sánchez pesaba 260 libras cuando empezó a hacer ejercicio. Rafael Murillo (Rafael Murillo)

Su primera prueba fue La Candelaria, en el 2015, y a la fecha no hay quién lo detenga.

Entre recorridos, entrenamientos y competencias ha bajado unos 40 kilos en cuatro años.

Su maratón más reciente fue en diciembre pasado en Sacramento, California, cuando viajó entre 10 y 12 días hasta Estados Unidos, tuvo tres días de recuperación y luego se tiró a pista.

"Cuando se viaja en el bus a uno se le pierde el tiempo y cuando se despierta debe aprender a hacerlo, debe mover el cuello con cuidado porque lo tiene contracturado. Después estirarse, porque sino se jode, el problema es que en el bus uno no puede ponerse de pie”, detalló el vecino de Zapote.

Y esto en ocasiones le ha afectado al estómago previo a una carrera.

Mi viaje más largo fue este último a Sacramento. Viajé en carro a Limón, tomé un crucero que me dejó en Miami después de cuatro días.

“En Miami renté un carro para ir de costa a costa, fueron como seis días manejando ocho horas por día, iba con otra persona. Fue días antes de Acción de Gracias y entonces nos sacaron de las rutas tradicionales”, recordó el atleta quien pensaba llegar a Los Ángeles en cuatro días y finalmente necesitó seis.

Estuvo un día en la ciudad, después viajó en microbús durante día y medio con otros competidores hasta Sacramento , dos o tres días antes de la maratón.

Mientras se instaló, buscó dónde comer y demás, perdió un día y solo entrenó uno.

Un montón
Sánchez calcula que en los viajes a las seis maratones en suelo norteamericano ha recorrido unos 70 mil kilómetros ida y vuelta.

“No me fue bien en la competencia (Sacramento) para lo que había entrenado, yo casi me desconfiguro, me sentí disminuido, llegué mal del estómago.

“Hice 4 horas y 26 minutos y quería hacer 4:10 o 4:05 porque pensaba hacer el tiempo para clasificar a la Maratón de Boston” , contó don Carlos, quien necesita un mes para hacer cada viaje a Estados Unidos en bus o barco.

El empresario contrajo gripe en Nueva York antes de la maratón que hizo en el 2017, pero eso no lo frenó. Carlos Sánchez (Rafael Murillo)

Después de competir en Sacramento, viajó por tren desde Los Ángeles a Nueva York durante tres días, luego pensaba ir a Florida a ver a su hija, quien al día siguiente viajaba a Nueva York, por lo que no la pudo ver, ya que si la esperaba, no pasaba Navidad aquí.

Por lo tanto agarró un bus de Nueva York a suelo tico, trayecto que empezó el domingo 16 de diciembre, a las 3 de la mañana, y el viernes 21 a las 10 de la noche estaba Tiquicia. Asegura que nunca había hecho este viaje en tan poco tiempo.

Sobra decir que siempre que llega a la casa trae gripe o se pone mal del estómago.

Por eso, acostumbra hacer estos viajes únicamente dos veces al año: uno en abril y el otro en noviembre o diciembre.

No obstante, para este 2019 solo tiene programado ir a Valencia, España donde, además de correr, desea disfrutar a más no poder y , de momento, no ha decidido qué ruta usará para devolverse de su primer aventura en el Viejo Continente.

“Tengo sueños, ilusiones, yo quiero llegar a Europa, no sé si después me desencanto. Me han dicho que Madrid es precioso, quiero ir a algunas rutas ahí, comprarme una alforja, echarme dos botellas de vino en cada una y sentarme a tomármelas. Hacer una ruta en bicicleta por allá, me gusta mucho la montaña, hacer el camino de Compostela, entonces no sé si las voy a hacer antes o después de la maratón”, comentó.

Don Carlos cuenta que su familia se preocupa mucho porque son viajes complicados, además no sabe inglés y hay lugares peligrosos en Centroamérica.

De hecho, está tan prevenido que siempre compra dos tiquetes de bus de cada ruta, con horario distinto, por aquello de que no llegue a tiempo al primero.

Asegura que está claro que hacer el viaje por tierra es más caro que viajar en avión, pero cuando regresa a la casa trabaja el triple para costearse la siguiente expedición.

Sanas y felices locuras

Pese a que es posible que usted crea que Sánchez está loco, a él no le importa, y más bien manda un mensaje a las personas que tal vez no se animan a hacer cosas por evitar que los critiquen.

“Yo he sido inmensamente feliz en mi vida, he tenido momentos de tristeza, pero eso no impide mi felicidad por una cosa muy sencilla: he estado donde he querido estar y no estoy donde no quiero estar, simplemente. Si algo no me gusta, no me lo como; si algo me gusta, trabajo y hago lo posible por comérmelo y si viajando así me siento bien punto y se acabó, soy feliz.

¿Qué es el miedo a volar?
El miedo a volar no es una enfermedad,  lo presenta un  13 por ciento de la población y  se dice que no hay una razón clara para este temor,  incluso, cualquier persona lo puede padecer,  en cualquier momento, así haya viajado en avión sin  problemas en otras ocasiones. El que lo sufre experimenta   sudor, taquicardia (corazón acelerado), ahogo, temblores,  entre otros síntomas, así como  pensar que   se va a morir si se monta en el avión. 

“La felicidad es relativa para unos y otros, lo que hace feliz a otro no me hace feliz a mí, entonces cada quién la tiene y la vive a su manera y eso es lo que hay que respetar y la gente tiene que intentar ser lo que en realidad es.

“Que me daba pena hace años decir que le tenía miedo a los aviones... no, no, no me da pena decirlo ahora, le tengo miedo, lloro, grito y me quiero bajar”.

Lo bonito, lo feo y lo triste

Antes de terminar la entrevista, no podíamos quedarnos con las ganas de saber qué ha aprendido o visto en estos largos recorridos.

“Lo más duro es ver la verdadera pobreza que hay en algunos países hermanos. Ver las personas con los estómagos inflamados del hambre o comiendo basura para sobrevivir.

“En estos viajes uno se queda sin plata o le roban, a mí me robaron el teléfono en Delaware, Estados Unidos.

“Me quedé dormido y me lo sacaron. Por dicha llevaba otro celular para probar un nuevo plan y lo pude activar para reportar el robado.

“Hay gente que te invita a comer sin saber quién sos vos, o ahora como no tenía pesos mexicanos, un carajo me mantuvo sin conocerme, me daba comida desde Laredo hasta Tapachula, en México.

Este recuerdo le quedó al empresario de su participación en la Maratón de Nueva York en el 2017. Rafael Murillo (Rafael Murillo)

“Muchas veces que pasé por México te detenían, te quitaban el pasaporte, te presionaban a ver en qué momento te desesperabas para que les dieras plata. En Centroamérica era terrible con los regímenes militares, si llevabas una chaqueta bonita te la quitaban, se la ponían y se iban y está la pobreza, que no es desagradable sino triste ver cómo esos regímenes crean tanta miseria, engendran pobreza y más pobreza, niños desnutridos que le entregan el alma a quién sea por comer, deformes, las flacuras de no comer muchos días y eso se ve aquí en Centroamérica, no en África”.

Este tipo de viajes sensibilizan como ser humano, le ponen los pies en la tierra, algo que le agrada porque piensa que ninguno de nosotros está exento de eso, pese a que en ocasiones los bienes materiales hacen que las personas se crean la mamá de Tarzán.

“Eso nos hace ver que todos somos iguales, que tenemos la dicha de vivir en Costa Rica, que aunque la gente no lo valore y diga que estamos mal, es incomparable con lo que se ve en Guatemala, donde en muchas partes una tortilla con frijoles es un manjar y se come solo una vez al día”, finalizó este campeón de la maratón y la reflexión.

Karol Espinoza

Bachiller en periodismo y licenciada en Comunicación de Mercadeo. Periodista de Deportes con más de 14 años de experiencia. Integra La Teja desde setiembre del 2006.

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