En menos de dos meses, el gerente deportivo y ahora técnico del Cartaginés, Martín Arriola, le cambió la cara a la brumosos de una manera impensada.
El charrúa sacó a un equipo que estaba en el umbral de la morgue en el Apertura 2018 y lo tiene con la opción de pelear por la clasificación.
El viernes 14 de setiembre Arriola tuvo que comerse el chicharrón de asumir a un equipo hundido, que contaba solo con un 30% de rendimiento y estaba a tres puntos del último lugar, después de que Paulo César Wanchope bajó del barco para irse a la cera del frente con el rival más odiado, en una dolorosa jugarreta.
Simplemente no había otro candidato para el puesto, por lo que el sudamericano tuvo que aceptar sí o sí, al principio era por un partido, luego por dos, tres y hasta que la directiva blanquiazul acató que era la mejor opción.
“Lo primero que conversé con los jugadores cuando llegué es que entendieran para que club estaban jugando y que valoraran que tienen un escudo de importancia, debían darse cuenta de ello y después aproveché algunas virtudes que había, buscamos equilibrar el volumen ofensivo con lo defensivo, lo que para nosotros no estaba balanceado”, destacó Martín en entrevista con La Teja.
Lo que aparentaba como el momento para ponerle los santos óleos al equipo, sirvió rompehielo para que el equipo tuviera un repunte impensado con una seguidilla de victorias que lo metieron de lleno en la lucha por la clasificación.
“Muchas veces el aspecto anímico te puede servir para uno o dos juegos, pero que eso sea sostenible es un poco difícil porque pasa a formar parte del pasado, yo voy más por la parte anímica y la confianza, el desafío de pelear por otras cosas o ser protagonista y no pelear por la parte baja de la tabla”, dijo el charrúa.
Antes de la derrota del domingo anterior ante Grecia, Martín contaba con un 78% de rendimiento, el mejor para un entrenador en el Apertura 2018, una cifra que de manera sincera, ni siquiera él mismo imaginaba cuando tomó el equipo un día después de perder 3-0 contra Santos y sumar solo una victoria en diez jornadas.
“Nosotros en ese momento pensábamos en ojalá poder salir de la parte baja de la tabla, no nos olvidemos que lo que no separaban del último puesto eran tres puestos, nadie pensaba en una clasificación, sino ojalá poder salir a lo largo del torneo de abajo.
"En lo personal siempre hablamos que quedaban solo doce fechas y que todavía estábamos vivos, que teníamos que pelear por eso, si después nos alcanzaba o no sería otra historia”.
Ya con Arriola al mando los brumosos tuvieron una racha de seis victorias, un empate y una única derrota ante Alajuelense, lo que se frenó en seco el domingo pasado al caer 3-2 en casa ante el Municipal Grecia, lo que para el técnico es el momento más doloroso desde que está en el banquillo de los blanquiazules.
“La clasificación ahora se nos complicó nuevamente, el golpe ante Grecia fue duro, respetamos a todos los rivales, pero yo le agrego la realidad porque el primer tiempo en ese partido íbamos ganando y éramos superiores, al final la clasificación se nos complicó más por factores externos que no dependen de nosotros”, aseguró todavía con coraje al recordar el partido del domingo anterior.
Su pequeño mejor amigo
En lo familiar el técnico también ha estado muy bien acompañado porque su hijo, Ezequiel, de cinco años, últimamente se va con él para las conferencias de prensa. Es su defensor ante los periodistas que lo ametrallan con preguntas.
“Ezequiel ya sale en todas las conferencias de prensa conmigo, en esto del fútbol la familia siempre está con uno, en definitiva, son los únicos que siempre están. Mi hijo es un aficionado muy fiebre de Cartago, él va a las conferencias porque le gusta, al principio le costaba un poco, pero ahora ya se mete solo y se sienta a la par. En cualquier momento va a responder las preguntas por mí”, aseguró entre risas.
Este domingo, los brumosos se jugarán la vida ante Saprissa en la Cueva, un duelo complicado del que esperan salir con la misma ilusión que creció con el paso de las jornadas porque otro tropiezo en este punto prácticamente los sacaría del baile.