EscucharLa buena noticia para Diego Maradona y sus Dorados, sin duda, fue la clasificación milagrosa como visitante en Zacatepec frente a Mineros (1-0) el sábado pasado. La no tan buena, es que jugará la semifinal de la liga de Ascenso MX este martes frente al FC Juárez, donde el problema en cuestión no es la calidad del rival de turno sino a su ubicación geográfica.
Sin cancha propia (más allá de los proyectos por levantar sus graderías), juegan de local en el estadio Olímpico Beníto Juárez, con una capacidad para 21.000 espectadores, cuyo dueño es la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y fue inaugurado en 1981 con un amistoso entre la selección mexicana y el Atlético de Madrid (0-0).
La particularidad es que el escenario se ubica a pasitos (literalmente) del Río Bravo, frontera natural con los Estados Unidos.
Esto será lo más cerca que pueda acercarse Diego a las tierras de Donald Trump.
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A principios de 2018, el Gobierno de Estados Unidos le volvió a negar la visa a Maradona. En 1994 le había prohibido el acceso tras su doping en el Mundial.
Ahora, cuando intentó acercarse a Miami para ser testigo del juicio civil contra su ex exposa Claudia Villafañe, le volvieron a bajar el pulgar. Mucho más, después de decir en tele que “Trump es un chirolita... (un títere)”.
En lo deportivo también parece que tendrá problemas porque Juárez fue primero de la temporada regular y ya goleó 3-0 a los de Sinaloa (en agosto, sin el Pelusa).
Los Bravos, que pasaron de ronda tras eliminar a los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, fueron creados hace apenas tres años, en 2015, por varios empresarios que la estaban pulseando.
“Somos un club de fútbol de primera, ganador, sustentable, de alta calidad profesional y deportiva; con responsabilidad social. Símbolo de unidad y arraigo. Ejemplo para las familias, jóvenes y niños, contribuyendo a mejorar la calidad de vida y la felicidad en la región de Juárez y El Paso”, juran desde su página, y subrayan que le devolvieron el fútbol a la zona fronteriza.
