Mario Ricardo juega con un ojo menos, pero no dejó morir su sueño de ser futbolista profesional y un golazo que clavó en la Copa de Paraguay le permitió cumplirlo, ya que pasó de la modesta tercera división guaraní a la máxima categoría con el cuadro Sol de América.
El pepinazo lo clavó el martes pasado en una mejenga de su club el Cristobal Colón FBC (tercera división) ante el Cerro Porteño. Mario Ricardo le hizo un sombrero a un rival y, antes que cayera la pelota, sacó un derechazo que se clavó en el ángulo del arquero azulgrana Pablo Gavilán, en el minuto 19. Inmediatamente su gol trascendió a nivel internacional por la calidad de la definición y varios medios lo pidieron para el Premio Puskas, el mejor gol del año que otorga la FIFA.
Pero más allá del espectacular pepino, Ricardo sorprende más por su historia, ya que juega con un ojo menos. De pequeño, cuando tenía 10 años, perdió la visibilidad por completo del ojo izquierdo tras un accidente de tránsito, pero eso nunca eliminó su deseo de ser futbolista profesional.
“Nunca tuve dificultad para jugar con un solo ojo”, explicó el delantero
El 10, número que porta Ricardo en su espalda, permitió empatar el partido a uno en ese momento ante el Cerro, que posteriormente terminó ganando 3-1. Según contó la nueva estrella del fútbol paraguayo, él apenas tocó la pecosa no dudo en pegarle de una.
El Sol de América le puso los ojos encima, lo contactó, negoció y lo fichó al día siguiente de hacer el golazo.
“Será uno más en la plantilla y dependerá de él ganarse la titularidad dentro del equipo”, dijo el presidente del club Miguel Figueredo al presentar a su nuevo refuerzo, equipo que además compite en la Copa Sudamericana de la Conmebol y enfrentará al Nacional de Uruguay el 14 de agosto.
Dado que jugar en la tercera división de su país no le alcanzaba para dedicarse por completo al fútbol, Mario hace otros trabajos como ayudar a su madre trayendo y llevando verduras desde el Mercado de Asunción hacia Julián Saldívar, ciudad donde vive su familia, labores que abandonará debido a esta gran oportunidad.
En tercera división ganaba $30 por partido, unos ¢17 mil colones, aunque en el duelo ante Cerro Porteño se ganó unos ¢170 mil, por tratarse de una mejenga de una copa oficial.
“Realmente es algo único e inesperado, ahora solo me queda dejarlo todo por el club. Mi abuelo a sus 90 años seguramente estará emocionado porque es hincha de Sol de América, la primera camiseta se la voy a regalar a él”, destacó el talentoso volante durante su presentación con su nuevo equipo.
El atacante, de 1,90 metros y 95 kilos, hace trabajos físicos especiales para ponerse a tono con el club y estar disponible lo antes posible, de momento se ve difícil que pueda jugar el 3 de agosto casualmente ante el Cerro Porteño, el rival al que le marcó el gol que definió su carrera, lo puso en la mira de todos y cambió su vida.
A sus 28 años, Mario Ricardo debutará en la primera división al dar el saltó a la fama gracias a un golazo descomunal. Es como ponerle la cereza al pastel a una historia de vida conmovedora.