Antes de salir de su casa este domingo, el delantero Jonathan Moya le dio un beso a su pequeño Julián, de año y ocho meses, a quien le cumplió una promesa por partida doble.
El atacante le prometió un gol y le regaló dos, el segundo un golazo, con el que se echó a la bolsa a los rojinegros.
“Cuando él nació pasé momentos complicados en lo futbolístico. No jugué seis meses seguidos y siempre dije que a la hora de salir a la cancha lo iba a dar todo por él, es mi motivación y mi orgullo”, dijo.
El oriundo de Monteverde, Puntarenas, salió con una sonrisa de la cancha y la satisfacción del deber cumplido, atrás quedaron meses difíciles, entre reclamos y malos modos de aficionados saprissistas al enterarse que dejaría el Monstruo y se iría con el archirrivial, momentos donde la familia y su esposa, Andreína Rosales, le metieron el hombro para salir adelante.
“Mi familia pasó por muchas burlas, por muchas cosas cuando estaba en Saprissa y se sabía que venía para acá, pero yo soy maduro, el respeto siempre me ha caracterizado con el equipo que estoy. El apoyo de mis compañeros me ayudó bastante. Sé que acá tengo que ganarme a la afición y eso se hace al mostrar que uno se esfuerza en la cancha”, comentó Moya.
Cuando tomó la dura decisión de pasarse de acera fue porque sintió que en Saprissa había quemado un ciclo y quería nuevos retos.
“Yo siempre trabajé para ser titular en Saprissa, los minutos que me daban trataba de hacerlo bien y las cosas se me daban. Uno toma decisiones para el bienestar futbolístico y la familia. Yo sabía que tenía que venir a competir .La gente decía que por qué me venía si habían dos jugadores que habían quedado goleadores el torneo pasado y la competencia mientras sea sana el equipo se verá beneficiado y estamos jugando los tres. Eso es importante, tenemos que seguir por esa línea si queremos continuar los tres", indicó el atacante.
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