No parecía posible pero finalmente ocurrió. Fernando Alonso pasó este domingo en Abu Dabi por última vez bajo la bandera a cuadros de la Fórmula 1, poniendo así punto y final a 18 años de éxitos y sinsabores en una de las competiciones más prestigiosas del automovilismo mundial.
El piloto español, de 37 años, debutó en el año 2001 de la mano de la escudería italiana Minardi, y a lo largo de su carrera a los mandos de un monoplaza consiguió proclamarse bicampeón del mundo (2005 y 2006) y sumar hasta 32 victorias en grandes premios.
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Alonso, que no descarta un retorno, anunció su decisión de abandonar la F1 el pasado agosto. “Tomé esta decisión hace unos meses de manera firme”, dijo el español en el comunicado difundido por McLaren, su equipo. “He disfrutado cada minuto de estas increíbles temporadas”, añadió.
Pero su despedida del Gran Circo no significa un adiós a las carreras. El asturiano podrá ahora centrarse en el Mundial de Resistencia (WEC) con Toyota, con quien ganó las 24 Horas de Le Mans y marcha líder a falta de tres pruebas.
Además confirmó que en el 2019 volverá a intentar llevarse por primera vez las famosas 500 Millas de Indianápolis de la IndyCar, el único éxito que le resta para completar la Triple Corona, formada por el óvalo estadounidense, la prueba francesa y el Gran Premio de Mónaco de F1.
Desde bien temprano Alonso se hizo un nombre en la F1. Ya en su segunda temporada conquistó su primer gran premio (en Hungría, también el primero de un español) y dos años después, a lomos de su Renault, asaltó el trono de Michael Schumacher y Ferrari, que llevaban una hegemonía de cinco campeonatos consecutivos. Al año siguiente revalidó el título con Schumacher como principal rival.
En 2010 se vistió con el mono que había pertenecido al alemán pero no pudo emularlo, ya que lo máximo que consiguió Alonso en Ferrari fue el subcampeonato en 2010, 2012 y 2013, todas las veces por detrás de Sebastian Vettel.
Cuando en 2006 se proclamó bicampeón pocos podían imaginar que nunca llegaría a levantar un tercer laurel. Pero la pericia del español siempre fue sobresaliente dentro de la pista, no fuera, y las malas elecciones a la hora de cambiar de equipo fueron una constante en su vida profesional.
El asturiano es considerado a lo largo de los años como uno de los mejores pilotos de la parrilla por su inteligencia, fiabilidad y sangre fría.
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Muchos de sus triunfos los consiguió tras provocar el error de sus rivales, agobiados por la asfixiante presión que suponía verle por el retrovisor.