Un grupo conformado por 12 estudiantes de Arquitectura de la Universidad Latina, en Heredia, participaron en un proyecto para desarrollar una propuesta arquitectónica en la que el tema central era diseñar propuestas arquitectónicas para los estadios del fútbol tico de clubes de Primera y Segunda División.
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Brenda Klotz, de 21 años y vecina de Alajuela, es muy futbolera y patea la bola desde que estaba en el kínder; por lo que ahora que está en la universidad lo ha dejado de lado, pero esa lejanía de su querido deporte la inyectó para crear una propuesta de lo que sería el nuevo estadio del Cartaginés.
“Me encanta ver el Mundial, soy súperfiebre de la Liga y cada vez que puedo voy al estadio. Me fascinó el proyecto desde que el profesor lo anunció”, señaló la joven, quien está pensando en comprarse una camiseta brumosa, a pesar de su preferencia por el rojo y negro.
En tono vacilón, Brenda indicó que el estadio brumoso que diseñó no incluye al muñeco, en referencia a las bromas que se hacen sobre la supuesta figura que enterraron en la cancha brumosa y que les clavó una maldición que les impide al club ser campeón desde hace 78 años.
“(Risas) Sí, con la demolición se va el muñeco y ya con un nuevo estadios se espera que sean campeones”, dijo Klotz.
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“Si en algún momento se llega a construir, lo más importante es que ellos (los jugadores) tengan una infraestructura que los inspire, que los motive a ser mejores jugadores. Creo hoy les falta mucho de eso e imagino que se quejan mucho (por las condiciones del actual estadio)", comentó la manuda.
Brenda contó que el día que visitó el estadio brumoso vio a muchos jugadores, entre ellos a Randall "el Chiqui Brenes, ya retirado de las canchas.
"Uno le toma mucho cariño al club y aprende sobre su historia al trabajar en el proyecto”, agregó la muchacha.
Para completar este duro proyecto, cada estudiante trabajó durante cuatro meses. Ellos tuvieron que analizar los terrenos, los puntos débiles y las mejoras para el estadio que eligieron. Posteriormente confeccionaron una maqueta que les permite mostrar el estadio nuevo, así como el costo económico que tendría el proyecto.
Para hacer el trabajo de la forma más profesional posible, a cada estudiante le correspondió trasladarse al estadio asignado y conversar con el personal a cargo o con los comités de deportes de cada comunidad. Además, debieron hacer el diseño basados en los manuales y los reglamentos de la FIFA para los estuches.
Cada estadio debía tener capacidad para 14 mil o 18 mil aficionados, accesos para ambulancias, cabinas de transmisión y de prensa con sus respectivos baños, sala de prensa, palcos VIP, así como camerinos para cada equipo, para dos equipos juveniles y otro para los árbitros.
Por todo el país |
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Las maquetas de estadios participantes se ubicaron en San Carlos, San Ramón, Puntarenas, Escazú, Curridabat, Desamparados, Cartago, Pérez Zeledón, Turrialba, Limón, Guadalupe y Heredia. |
Los estudiantes también debieron meter zonas de comidas rápidas, oficinas administrativas, vitrinas para trofeos, tienda oficial del equipo, locales comerciales y comedor deportivo, muchas cosas que en la actualidad no tienen muchos estadios ticos.
Nunca había visitado un estadio
Andrea Azofeifa se encargó de rediseñar el estadio Eladio Rosabal Cordero, en Heredia, algo nada fácil porque no es futbolera y ni siquiera había puesto un pie en una cancha de fútbol.
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“Fue un reto empezar a buscar irformación, ir a los estadios, ver cómo funcionaba un estadio. Sí veo fútbol por tele y soy liguista, pero no conocía nada del tema”, señaló la futura arquitecta.
Al final, gracias al trabajo universitario, Andrea le agarró más cariño al fútbol y bromeó que por este cuatrimestre se hizo herediana.
Por otro lado, Gabriela Esquivel, vecina de Palmares, hizo su trabajo en el estadio Guillermo Vargas Roldán, de San Ramón.
Ahí, Esquivel tuvo mucho apoyo de la junta directiva del club para conocer las instalaciones y lo que llamó “aspectos significativos”, como una bola de concreto que tienen en Moncho desde hace mucho tiempo y que por su significado sentimental no se podría quitar en caso de una remodelación.
“Siempre he practicado mucho deporte y ahora retomé un poquito el amor por el fútbol. Mi papá me lleva mucho al estadio, ya que soy liguista”, indicó esta palmareña, quien reconoció que hacer la maqueta se convirtió en todo un reto, ya que el estuche de los moncheños es muy pequeño.
Un bote estadio
Marco Jarquín, de La Guácima de Alajuela, es un fiebre del fútbol y se encargó de diseñar un estadio para Puntarenas.
“Mejengueo como delantero”, comentó este fiebre morado.
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Su propuesta para el estuche de la Perla del Pacífico consistió en realizar un diseño con forma de bote, aprovechando el hecho de que se trata de una ciudad portuaria.
La idea del bote le surgió cuando visitó el lugar para iniciar el trabajo universitario. Él quiso que su diseño transmitiera la idea de que había “caído” un bote en la provincia. Además pensó que el renovado Lito Pérez funcione como una conexión entre el Paseo de los Turistas y el centro de la ciudad.
Jarquín reconoció que el Lito Pérez siempre ha sido un estadio muy complicado para su querido Monstruo.
Jefferson Morales, quien es de San Antonio de Belén, trabajó con el estadio de Turrialba, el Rafael Ángel Camacho, con la idea de integrar el concepto urbano con la característica campiña turrialbeña por lo que al final, al estuche le dio la forma de un volcán.
El joven, de 27 años, le aplicó tendencias de arquitectura alemana al trabajo.
“Se le integró la pista de atletismo porque actualmente está en el estadio y en Turrialba es un requisito tenerla”, explicó este otro seguidor de Alajuelense.
Más que complacido
Luego de tanto esfuerzo y de haber finalizado el proyecto, llegaron las palabras de elogio de Rony Ellis, arquitecto y profesor de la Universidad Latina.
Él considera que lo ideal sería que alguno de estos estadios sea construido en el país.
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“Hemos tenido acercamientos con San Carlos, pero es a partir de hoy que creo que podía empezar a conocerse más del proyecto y trasladarlo a la realidad de algún club. Tal vez no puedan (lo clubes) hacerlo completamente como está pensado, pero al menos la mitad sería un gran avance”, señaló el profe.
En la realidad, el costo total de esos 12 estadios rondaría los $400 millones, casi ¢240 mil millones, así que sería muy complicado que algún club nacional se meta de lleno a semejante inversión.