Julio Solís, el periodista de canal 8 al que aman todas las señoras, no es tan fiestero como parece y más bien prefiere los planes más tranquilos.
Aunque lo hemos visto de evento en evento por temas laborales, el comunicador se sinceró con La Teja y explicó que cuando quiere descansar, disfruta ir a lugares donde el descanso es primordial y donde la naturaleza y sus sonidos son los protagonistas.
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Julio mencionó que no tiene ningún vicio, que no consume bebidas alcohólicas y que prefiere vacacionar donde no haya tanta gente y música a todo volumen.
“La gente me dice: ‘¿pero cómo? Si usted es todo bombeta y demás’. Pues sí, pero cuando necesito recargarme, yo necesito desconexión total”, y agregó que sale a pasear a lugares donde sabe que va a tener esa tranquilidad.
“Yo siempre en enero me voy un fin de semana de vacaciones, no salgo del país ni nada, porque cuando uno sale al exterior, no descansa. Lo que hago en esa semana es desconectarme de absolutamente todo, me voy a reiniciar la mente, el cuerpo y el alma”, indicó.
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Cuando llega el momento de darse una escapadita, Julio alista sus maletas y se va para las playas de Guanacaste, pero no hace tours ni nada similar, sino que lo primero que piensa es en meter los pies en la arena.
“Hay una playa que me encanta, que es de arena blanca y agua turquesa. La gente no la conoce mucho y casi siempre está solita, es como uno de mis puntos de recarga. Se llama playa Bonita y queda en el golfo de Papagayo”, señaló.
El periodista explicó que esta playa es de fácil acceso y que para llegar a ella hay que ingresar por un trillo que está a la par de una construcción y que no es muy concurrida. A la par de ella hay otra playa que se llama Blanca, la cual es un poco más conocida y es donde van más personas.
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“Yo siempre antes de empezar transmisiones de toros o antes de fin de año, me voy para Guanacaste por lo menos una semana o unos días. Este año, como el clima se corrió tanto, no lo pude hacer, porque los fines que tenía libres estaba full o me salieron trabajos en Guanacaste, pero iba solo”, contó Julio.
El presentador estuvo presente en distintos festivales y no logró acomodarse con las fechas, por lo que tuvo que hacer planes para principios del año que viene.
Otro dato interesante es que no le gusta irse a la playa de un día para otro, pero le salió una oportunidad con un hotel de irse el lunes 23 de diciembre y volver el 24, así que no perdió el chance, además le quedó perfecto porque su pareja, Brandon Vargas, tiene libre esos días.
Así que el 24, luego del largo viaje, volverá para celebrar con su familia, aunque para él esa fecha no es tan representativa.
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“Los años que estuve en la radio los trabajé (los 24) porque como yo no tengo hijos, igual me crié así, como que yo soy el único que no toma en mi familia y ellos tienen la tradición de fiesteros, entonces nunca me acostumbré a eso”, mencionó.
En cambio para el 31 la cosa cambia, pues para Julio el cierre de año representa más y trata de sacar el rato para reflexionar y compartir.
“El 31 para mí sí es muy importante, no tanto por la parte familiar, porque se pegan la fiestilla y demás, lo que yo hago es irme a un mirador que queda aquí en Santa Ana, se llama Los Vientos, siempre paso ahí el cambio de año”, recalcó.
El locutor expresó que el mirador también ofrece un ambiente perfecto para recargarse y tiene unas vistas impresionantes de seis de las siete provincias del país, además atrapa con los colores. Así que su plan del último día del año será trabajar, ir un rato a pasarla en familia y luego se va para el mirador.
“Ahí mismo hay una finca para acampar, la gente se queda o puede quedarse a tardear. El costo es como de 3.500 colones o también se pueden hospedar. Desde allí se ve el Valle Central, el volcán Irazú y hasta un pedacito de Puntarenas”, agregó.
A pesar de su apretada agenda, el periodista tiene todo bien organizado y se tomará un tiempo para compartir con las personas especiales que lo rodean y disfrutar de un merecido descanso.