Francia es un país que enamora con su rica historia, cultura y gastronomía, y pudimos experimentar todo eso sin tener que viajar tan lejos, ya que nos fuimos a La Petite France, una encantadora panadería ubicada en San Pedro, que además atesora una conmovedora historia que resuena en el mes de las madres.
La historia comienza en 1995, cuando los franceses Valerie Raust y su esposo Damien Castells, junto a sus pequeños hijos, fueron cautivados por las olas del mar de Guanacaste. Vieron el lugar como el destino ideal para surfear y se quedaron allí durante 12 años.
Don Damien nos explicó que se trasladaron al Valle Central para buscar escuelas para sus hijos y más oportunidades de interacción. En ese momento Valerie comenzó a trabajar en la panadería con un matrimonio francés en Curridabat, que eventualmente se marchó, pero ella quería continuar con la idea del negocio y es así como su esposo se unió para que juntos continuaran el proyecto.
“Entró mi esposo a trabajar como panadero y yo ayudaba en la caja, pasaron los años y anduvimos por varios lugares, siempre en esta zona de Curridabat y ahí fue a donde todo empezó”, mencionó Raust.
Zoe Castells Raust es fruto del amor de este bonito matrimonio y recuerda con mucha emoción cómo desde pequeña se sintió atraída por el negocio de sus padres.
“Me gradué en 2012, así que entre 2010 y 2012 siempre iba a la panadería a buscar mi cangrejo antes de ir a la escuela, o mi chocolatín, y los ayudaba de vez en cuando en las tardecitas, incluso a hacer cajas o cosas adicionales. Después, empecé a involucrarme un poco más en el negocio, atendiendo en la caja, y con los años fui aprendiendo sobre el café”, mencionó Zoe.
La joven nos contó que con el tiempo fue aprendiendo a hacer pan con su papá y su conocimiento se amplió tanto que se volvió en una pieza muy importante para la cafetería, tanto así que si su papá se enfermaba, la hija estaba ahí.
Zoe quiso especializarse aún más y se fue a estudiar a una universidad de Francia, lo cual le aportó ideas y fue de gran preparación para ella. Todo marchaba bien; sin embargo, no pudieron escapar de los estragos de la pandemia y, en el 2021, La Petite France tuvo que cerrar y estuvo así durante dos años.
En su reapertura, se trasladaron a San Pedro, de la mano de Zoe, lo cual sus padres agradecen profundamente.
“Como mamá, para mí es un orgullo. Estoy demasiado orgullosa de ver que ella está siguiendo los pasos de su papá y que hasta lo ha superado y esto me llena. Estoy demasiado feliz y más que todo ella que esté acá todavía, porque ella podría estar afuera y llevar sus productos, pero decidió quedarse con nosotros y tomar esa responsabilidad.
“Zoe es un corazón sobre dos patas (describió entre risas), ella me dio mucha luz, es muy valiente y cuando se propone una meta, va a dar su 100% para poder lograrlo, ella tiene esa fuerza, se puede caer y se va a volver a levantar”, contó orgullosamente Valerie.
La joven recalcó la admiración que tiene hacia sus padres, por su disciplina, constancia y esfuerzo.
“Puedo decir que mi mamá es una líder, es la que nos ayuda a salir adelante y el amor que ella nos tiene y nos da, es increíble. Mi papá y yo estamos en la producción, pero ella es de la parte administrativa, que aunque no la vemos tanto, pero es sumamente difícil”, agregó Zoe.
Si anda antojado del buen sabor del pan, este es el lugar perfecto, donde podrá encontrar croissant de mantequilla y con almendras, que los probé y son deliciosos, también ofrecen chocolatine, pan de pasas, tartaleta de manzana, croque madame, sopa de cebolla, entre otras delicias.
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Los precios de la repostería son bastante cómodos, van desde los 1.500 hasta los 2.500 colones, además bebidas calientes con precios desde los 1.650 colones, bebidas frías desde los 2.000 colones y mucho más. Si usted quiere visitarlos, se ubican 75 metros sur del Banco Popular de San Pedro de Montes de Oca.