Este sábado 9 de setiembre se celebra el Día del Niño y la Niña y en vísperas de esta fecha tan especial, Randall Salazar, periodista y presentador de Buen Día, compartió algunos recuerdos de su niñez.
El comunicador, de 53 años, conversó con Tiempo Libre y destacó que vivió su época de chiquillo en la década de los 70 y le encantaban los juegos al aire libre.
“Yo fui un niño en los 70 y en esa época no había computadoras y videojuegos, o yo por lo menos no tenía acceso a ellos.
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“Jugaba con mis amiguitos del barrio y era al aire libre. Jugábamos escondido, policías y ladrones. Nos subíamos a los árboles, cuando era más pequeño me gustaba jugar carritos y jugaba con mis amigos de la calle en donde vivía, en Alajuela”, comentó.
Randall aseguró que luego le compraron una bicicleta y, al día de hoy, es una de las cosas que lo hace más feliz.
“La bicicleta se convirtió en mi juego principal y ahora la utilizo como actividad regular, practico ciclismo de una forma amateur, por distracción, por actividad física y es una de las cosas que más disfrutaba y las sigo disfrutando, porque ya no juego de las otras cosas que hacía de niño”, afirmó.
Tremendo
Randall confesó que fue un niño “mal portado” y le causaba dolores de cabeza a sus papás, Randall y Elia.
“Yo era un carajillo tremendo, soy el menor de tres hermanos y mi hermano mayor, Jorge Eduardo, era muy tranquilo, era un pan de Dios y aunque yo era mucho menor que él, lo metía en cada enredo, lo picaba para que hiciera cosas y lo regañaban por mi culpa.
“Una vez la bici se quedó sin frenos, veníamos bajando como una pendiente y yo venía con él sentado en la parte de atrás del asiento y él me dijo: ‘Métale el pie’, claro, era como meterle la suela, por donde esta la horquilla de la bici, para que con la presión del zapato la bici frenara, pero yo le metí el pie a la bici y me quebré la pierna, nos caímos, dimos vuelta, nos golpeamos todos. Nos quitaron la bicicleta esa vez, mi mamá dijo que no quería más accidentes”, recordó entre risas.
También contó que en una ocasión usó una cobija para que le sirviera de paracaídas y volar junto a su hermano, se tiraron del techo de la casa.
“El techo de la casa no era muy alto, pero imagínese lo que era venirse del techo siendo un niño”, recordó.