Si hablamos de mascarada tradicional costarricense, debemos hacer mención del trabajo expuesto en Historias sagradas y leyendas: un puente hacia la patria profunda, una exposición dedicada a lo tradicional y lo mágico. El creador detrás de esta exhibición, Minor Arias Uva, es un prolífico escritor y apasionado investigador de la naturaleza y de nuestros orígenes.
Nacido en Pérez Zeledón, Arias Uva ha publicado con prestigiosas editoriales y ha ganado el Premio Carmen Lyra de la Editorial Costa Rica, en 1999. Además, es Doctor en Educación y trabaja como profesor en la Carrera de Turismo en el CUC y en la UNED, así como en la Universidad de la Salle.
Esta exposición se organizó en reconocimiento al Día Nacional de la Mascarada Tradicional Costarricense, que se celebra el 31 de octubre, destacando la importancia y trascendencia de esta tradición en la vida costarricense.
La muestra, que se puede observar en el Studio Hotel Boutique (Santa Ana), cuenta con 14 máscaras elaboradas utilizando la técnica tradicional del papel maché y luego intervenidas para darles sensaciones y características únicas. Además, se complementa con dos pinturas en técnica mixta y un espacio interactivo donde los visitantes pueden sumergirse en nuestras tradiciones al ponerse máscaras de pequeño formato.
Minor Arias Uva es un poeta, promotor cultural y mascarero. Constantemente realiza talleres para grupos de estudiantes y comunidades en temas que se relacionan con nuestras raíces: petrograbados, máscaras, danzas sagradas indígenas. Es decir, ha querido descolonizar nuestro legado cultural.
Ha realizado desde el año 2017 exposiciones relacionadas con el tema de las mascaradas, con las cuales ha participado en los Festivales de las Artes y en exposiciones colectivas. Además, fue galardonado con el premio a la innovación con la obra Pochote: el demonio azul, el año anterior en el Salón Anual ANESCO.
Para poder hablar de la obra del artista y su trascendencia, estamos obligados a referir primero al artista: Minor es una persona polifacética, su capacidad creativa le ha llevado a experimentar en diferentes disciplinas artísticas.
En lo literario es un excelente narrador y poeta, en el campo del teatro la intensidad de sus monólogos logra mover en el público las más profundas e íntimas fibras emocionales, en el que combina elementos de las artes como la música, la danza, el teatro e, incluso, de la plástica, donde logra su plenitud artística.
En ese dinámico juego creativo, Minor consigue el sincretismo artístico que le permite conjuntar y armonizar las diferentes corrientes artísticas que se agitan en su interior, dándonos como resultado un espectáculo que nos lleva desde el cuestionamiento y la incertidumbre, hasta la reflexión y reafirmación de lo que realmente somos, deconstruyendo paradigmas e imaginarios de identidad y abriendo la opción a nuevos constructos que nos permitan definirnos mejor.
Y es que su obra no es gratuita, ni producto de musas o azares y circunstancias fortuitas. No, Minor, es un incansable y honesto investigador, que indaga a profundidad en la cultura universal y local, en las cosmovisiones ancestrales, las tradiciones y el folclor, así como en las manifestaciones de la cultura contemporánea, buscando siempre el punto de encuentro o conjunción cultural con las raíces autóctonas y ancestrales de esa realidad que le es inmediata, para desde ahí construir sus propuestas artísticas.
Hoy, desde el campo de las artes visuales, retoma la “mascarada costarricense” y el oficio artesanal del “mascarero tradicional”, para recrearnos a través de la plástica y de la magia de su ingenio artístico, su lectura de nuestras tradiciones místicas, cosmovisiones y tradiciones ancestrales en las que se enraízan mitos, leyendas y tradiciones, desde la mixtura original, pluriétnica y multicultural que nos define como costarricenses.
Y es que la mascarada costarricense es una tradición popular de origen colonial, que en la actualidad continúa muy vigente. Tiene sus raíces en los “pardos” (negros, mulatos y zambos libres), que habitaban, durante la Colonia, la Puebla de los Pardos, situada al este de la ciudad de Cartago. Por ello, si bien es cierto que el agente disparador de esta tradición es la raíz afrocolonial de nuestra identidad, desde su origen han sido producto de las interrelaciones, sinergias, transculturaciones y sincretismos culturales entre los pardos de la Puebla de Cartago (negros, mulatos y zambos libres), los hidalgos (criollos y mestizos blancos) y los indígenas.
Lo anterior se manifestó durante las prácticas festivas en la Puebla de los Ángeles, de Cartago, ya fuera en razón de las celebraciones a la Virgencita de los Ángeles, realizadas en los meses de agosto por la Cofradía de la Virgen de los Ángeles o con motivo a los juegos militares de Moros y Cristianos, realizados por las “Milicias de negros, mulatos y pardos”, que conformaban todo un montaje escénico el cual involucraba caballos reales, disfraces y mascaradas (los parlampanes o mantudos), de ahí se proyectó esta tradición a otras comunidades, tales como los pueblos indígenas, específicamente los borucas (también conocidos como Brunca, Brunka o Brunkajc) quienes todavía la mantienen viva a través de su tradicional Baile de los Diablitos.
En fin, nuestro artífice, transmutado ahora en “maestro mascarero”, nos regala a través de esta muestra titulada: Historias sagradas y leyendas, un puente hacia esa “patria profunda” de la que él nos habla, en referencia a esa búsqueda de elementos identitarios que nos permitan construir los imaginarios que mejor nos determinen, más allá de los falsos históricos, en una identidad nacional construida a partir de la interculturalidad, es decir de lo que realmente somos, reconociendo de donde provenimos, para poder proyectarnos hacia donde nos queramos dirigir.
La exposición estará abierta al público en Studio Hotel Boutique hasta el 31 de octubre, en el salón Cedral, de 9 a. m. a 9 p. m.