Si apenas se está organizando para hacer los tamales de este año, hay algo que no le puede faltar: manos para prepararlos.
La tradicional tamaleada es algo que reúne a la familia costarricense, sin embargo, muchos desconocen de dónde proviene este tradicional platillo que no puede faltar en la época navideña.
Según Dayana Morales, antropóloga y arqueóloga del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC), del Ministerio de Cultura y Juventud, el tamal es un platillo muy preciado, con gran connotación en la cultura indígena; es un legado milenario de la época precolombina que logró sobrevivir al mestizaje durante la Colonia.
De hecho, la Universidad de Costa Rica indicó en el 2018, que el tamal es un alimento tan antiguo y lleno de historia que incluso su nombre deriva de la lengua indígena náhuatl -tamalli-.
Lo que representa en la historia de nuestro país, ha hecho de la tamaleada familiar una actividad que no puede faltar en cada Navidad.
Desde sus orígenes, los tamales llevan un proceso complejo, por eso, es que se necesita de la participación de muchas personas para realizar las distintas tareas que requiere su proceso de elaboración.
La tamaleada implica planificar las compras de ingredientes, definir el espacio de trabajo, que muchas veces es un lugar abierto o el mismo patio de la casa; se debe establecer quiénes serán encargados de preparar los ingredientes e incluso elegir los utensilios adecuados como la infaltable olla tamalera.
Participar en la tamaleada permite la transmisión de los saberes ligados a la cocina tradicional, así como reconocer el importante rol de la familia como responsable de compartir la receta a los nuevos miembros de la familia.
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Además, al organizar la tradicional tamaleada familiar es “más que regalar un tamal, regalamos el sabor de una receta familiar y nos ligamos con una tradición que se mantuvo de generación en generación. No es solo prepararlos y mantener la receta, es también mantener la tradición de compartirlos con quienes estimamos o consideramos que lo necesitan”, finalizó la antropóloga.