A nivel mundial ha revivido el debate sobre los hermanos Lyle y Erik Menéndez, quienes fueron condenados a cadena perpetua por asesinar a sus padres y ahora se han convertido en estrellas de redes sociales.
Aunque el macabro y escalofriante crimen ocurrió en 1989 en Beverly Hills, Estados Unidos, la serie: “Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez”, de Netflix y su documental, han revivido el suceso y ya hasta hay muchas personas que piden su liberación.
A 33 años del homicidio que cometieron, los usuarios tienen un pedido en común: que el caso y las condenas se revisen. Los cortos videos que apoyan la solicitud se vuelven un tanto sentimentales. Las imágenes de los adolescentes cautivan por su juventud y belleza, y los usuarios de TikTok afirman que las voces de los jóvenes, de 18 y 20 años en aquel entonces, no fueron escuchadas.
Lyle y Erik Menéndez cometieron el asesinato de sus padres, José y Kitty Menéndez, la noche del 20 de agosto de 1989 en su casa, ubicada en Beverly Hills. Los hermanos fueron condenados a cadena perpetua.
Durante los juicios, la fiscalía argumentó que el parricidio había sido por amor al dinero, ya que se querían quedar con la fortuna de su padre, un famoso productor musical. Sin embargo, la defensa alegó que los hermanos mataron a sus padres porque José había abusado sexualmente de ellos, y temían por sus vidas debido a que también había más maltrato.
En 1993, en declaraciones al jurado, Erik y Lyle revelaron el abuso por parte de su padre: en el caso de Lyle desde que tenía 6 años, y en el de Erik durante más de una década porque, en apariencia, dejó de abusar del mayor, pero lo siguió haciendo con Erik.
Lyle describió, entre lágrimas durante el juicio, que cuando le contó a su madre que su padre lo violaba, ella le dijo que estaba exagerando, y que José lo amaba, pero tenía que castigarlo cuando él hacía las cosas mal.
El jurado del juicio no logró llegar a una decisión, por lo que vino un segundo debate. En este, el juez no permitió presentar las pruebas que daban cuenta del presunto abuso.
El 18 de abril de 1996 terminó el segundo juicio en el que se condenó a los hermanos a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional, al determinar que los crímenes habían sido con la intención de heredar la suma de 14 millones de dólares.
Desde entonces, están encarcelados en prisiones distintas para evitar posibles nuevos planes, que pondrían su vida y la de terceros en riesgo. En pocas ocasiones brindaron entrevistas a la prensa; no obstante, su imagen aún sigue vívida en los medios; sobre todo, en las redes sociales, donde una generación cuestiona asuntos de toda índole relacionada con los derechos individuales, género y tipos de discriminación. En estas reflexiones, las figuras de Erik y Lyle no escaparon.
Estrellas de Tiktok
Al día de hoy, las producciones audiovisuales los han convertido en estrellas de Tiktok, su historial es viral y los videos reales del caso suman miles de reproducciones, fenómeno que ha provocado que miles de personas pidan su liberación.
Lyle y Erick tienen hoy 54 y 52 años, respectivamente, no usan TikTok, pero sus rostros son los más vistos en esta red social. El llanto de ambos al momento de relatar los abusos que habrían sufrido llevó a adolescentes de todo Estados Unidos a pedir la revisión de su condena.
Videos con música triste mientras Erik declaraba en medio del llanto o construcciones emocionantes con el rostro de Lyle en primer plano fueron suficientes para cuestionar un fallo de la Justicia de hace 26 años.
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173 millones de visitas es el mínimo que tienen estos videos, creados por una generación de estadounidenses que creció en medio de movimientos sociales, como el Me too y las marchas masivas en pedido de la ejecución de derechos.
Hoy esto los lleva a concluir que los hermanos asesinos no fueron escuchados al denunciar abusos sexuales, por lo que no se apeló a los derechos del niño, motivo por el cual piden la revisión del caso.
Los condenados no saben de esto mientras viven una realidad que poco cambió entre rejas, pero la revolución digital los ubicó en el centro, como cuestionables protagonistas.