Una caminata por unos terrenos llenos de maleza en Gorrión de Palmar Sur, en Osa, permitió a Osvaldo Sánchez descubrir la terrible situación en la que vive un hombre que dice llamarse José Miguel García García.
Asegura tener 104 años, sin embargo, no cuenta con ningún tipo de identificación que permita verificarlo.
Recuerda que en octubre del 2017, cuando la tormenta Nate azotó con furia el país, él vivía en una casita en Finca 9 de Palmar Sur, pero una de las noches de mucha lluvia lo perdió todo. Su vida estuvo en peligro.
“El agua comenzó a trepar muy rápido y yo no podía hacer mucho por ponerme a salvo. Cerca de donde yo vivía pasan unos zanjos grandes por donde el agua se metió rápidamente y con mucha fuerza.
"Cuando tenía el agua para arriba de la cintura clamé a Dios que me ayudara: ‘Dios mío, ayúdame, no quiero morir ahogado’. De pronto sentí que me alzaron y cuando amaneció vi que estaba subido en un árbol, ahí dilaté dos días sin comer ni tomar agua hasta que fui rescatado por unos botes que pasaban”, contó.
Chepillo, como le dicen algunos conocidos, vive en la pobreza extrema.
Ahora tiene por casa un pequeño rancho con techo de zinc lleno de huecos que parece un colador cuando llueve. Solo tiene tres paredes de madera vieja y latas herrumbradas, el piso es de tierra y la cocina es un fogón en malas condiciones.
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Duerme en una cama de tablas sobre una esponja de una pulgada de ancho que está en mal estado y huele feo.
En el cuartico hay dos bancos de madera y una repisa del mismo material sirve como mesa.
No tiene agua potable, para conseguirla debe que caminar 300 metros y recoger en recipientes. Tampoco posee servicio sanitario, ni siquiera uno de hueco.
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En las noches se alumbra con dos bombillos y cocina lo poco que consigue en unos trastos viejos.
Dice que de vez en cuando sus amigos le van a dejar algo de comida y también siembra algunas cosas. Con eso le hace frente a la vida.
Los fieles compañeros de José son sus cuatro perros: Negro; Conga, Sol y Yang. Ellos comen lo poco que el hombre les puede dar y están llenos de sarna.
Urge ayuda
Desde el fin de semana pasado, cuando Osvaldo encontró al anciano, dio la voz de alerta y varias personas han tratado de ayudarlo.
Una de ellas es Maritza Jiménez, administradora del Hogar Adulto Mayor de Palmar Sur de Osa.
Ella y otros funcionarios del centro ha visitado a don José dos veces en los últimos días y le han llevado alimentos, una colchoneta, ropa de cama, un mosquitero y una silla mecedora.
Chepillo reconoce que vive en condiciones complicadas pero dice que no tiene otro lugar al cual ir.
Maritza está haciendo trámites para ayudarlo. Trata que el anciano sea identificado plena y correctamente y espera que luego de eso le den seguro médico y una pensioncita para que pueda sostenerse dignamente, hasta podría irse a vivir al hogar para que no esté solo.
La mujer espera que las autoridades le ayuden para que, lo más pronto posible, don José salga de la precaria condición en la que vive.