Don Manuel Vargas Lizano, de 66 años, ha sentido desde muy joven la necesidad de ayudar a las personas que se ven en apuros por culpa de maleantes.
Lo ha sentido así aunque eso signifique poner su vida en riesgo.
El lunes 4 de noviembre este señor no dudó en atacar a paraguazos a tres delincuentes que se metieron a asaltar el almacén de Coopelesca en La Fortuna de San Carlos.
La intervención de Vargas no detuvo a los maleantes, quienes lo golpearon en la cabeza con la cacha de una pistola, pero al menos hizo que no pudieran cometer el atraco con tranquilidad.
“Si lo tengo que hacer de nuevo lo hago, pero tal vez para la próxima uno se prepara un poquito más, buscó un palo o algo así”, dijo don Manuel.
Don Manuel, quien está pensionado pero sigue trabajando como chofer de bus, le contó a La Teja que aquel lunes iba hacia su casa luego de una larga jornada.
“Venía del trabajo, iba pasando la puerta de ahí (Coopelesca) y unos muchachos me saludaron y luego se fueron a la panadería. Yo me quedé ahí un momento y fue cuando vi que un carajo se tiró y se llevó la puerta a la fuerza”, recordó.
No arrugó
Vargas cuenta que el maleante empezó a forcejear con los dependientes y lo único que a él le llegó a la mente fue “aquí es ayudándolos”.
“En eso que entré se metieron los otros bichos y ya ahí se puso fea la cosa. Uno se me vino encima y entonces yo le pegué dos veces con el paraguas, pero me golpeó con la cacha de la pistola dos veces en la frente y luego otro se me vino encima por detrás”, detalla.
Debido a las heridas empezó a sangrar mucho y no podía ver nada. Pero aun así se puso de pie para darles lucha a los maleantazos, quienes al ver que la situación se estaba descontrolando decidieron huir. Se llevaron un botín de ¢7 millones.
“Si hubiera sido más adentro (del local) hubiera agarrado un sartén u otra cosa, pero como fue en la entrada tuve que jugármela con el paraguas”, dice don Manuel.
Buena regañada
Aunque estaba bañado en sangre, don Manuel dijo que nada le había pasado. Pero lo llevaron a la clínica local, donde le hicieron más de doce puntadas.
Vargas se hizo muy famoso poco después del atraco pues empezó a circular un video de seguridad en el cual se observaba cómo se enfrentó a los delincuentes. Lo más curioso es que su esposa fue la última en enterarse.
“La doña no se dio cuenta de nada de eso, se dio cuenta hasta que mi hijo llegó a la casa. Ella lo tomó muy tranquila, mis hijos que viven en San José sí me pegaron una regañada, pero ellos saben que yo soy así y ¿quién me va a quitar eso?”.
Don Manuel dijo que después de ese hecho muchas personas se han acercado para felicitarlo por su valentía. sabe que otros lo critican por arriesgarse, pero él asegura estar contento con la decisión tomada.
Más de una vez
Vargas no dudo en decir que si tuviera que intervenir de nuevo en una situación como esa lo haría sin dudarlo.
“No es la primera vez que lo hago, lo he hecho muchas veces en San José y aquí. He defendido gente a la que le han robado, incluso han agarrado a los maleantes. Yo tengo ese carácter, soy una persona a la que no le gusta que maltraten a otros”.
Recordó que hace unos días persiguió a un bicho que asaltó a una muchacha y lo estuvo buscando por casi una hora. Poco tiempo después se lo volvió a topar y le dijo que si seguía en las mismas iba a tener que vérselas con él.
“La gente se queda asustada porque tengo dos cateterismos y he sido operado del corazón, muchos me dicen que si ya no me morí ahí ya no hay cuando”, dijo riendo.
Bien regalado
El chofer fue claro al decir que él mandó los paraguazos no para hacerse famoso o para recibir algo a cambio, sino para tratar de ayudar a los muchachos del almacén.
Cuenta que los encargados de Coopelesca lo llamaron para agradecerle lo que hizo, incluso le ofrecieron llevarlo a ver un partido o de paseo, pero respondió que nada de eso le gustaba, pero que si necesitaba una pequeña ayuda.
“Les dije que yo debía una platilla en el almacén y que lo que necesitaba era un financiamiento para el cableado de la casita, no estaba pidiendo nada regalado.
“Después llegó el gerente y me dijo que tenía una buena noticia, que me iban a regalar todo el cableado y todo lo que ocupara, me dieron un bono por ¢260 mil para eso”, recordó.
En cuanto al famoso paraguas que se convirtió en su arma don Manuel dijo que lo tiene guardado, pero no sabe por cuánto tiempo.
“Se me quebró, la doña me dice que lo bote porque está lleno de de sangre pero lo voy a dejar ahí de momento, aunque sé que ella ahorita me lo bota”.