Emilia Navas Aparicio, la nueva fiscala general, es una mujer que marca la cancha desde el inicio. Algo que queda claro con su presencia, el saludo y hasta con su forma de vestir.
Este miércoles La Teja tenía pactada una entrevista con ella a las 11 de la mañana, pero debido a la conferencia que tuvo que dar a las 9 a.m. por los nuevos allanamientos del caso del Cementazo, el itinerario de la jerarca se atrasó un poco.
Cuando llegamos, a las 10:30, doña Emilia estaba atendiendo a un medio de comunicación y otro estaba en una salita de la Fiscalía General, por lo que nos sentamos en un sillón a esperar el turno.
El ambiente estaba movido, ya que tres agentes de seguridad vigilaban cada movimiento de la nueva jerarca.
Al finalizar cada entrevista la fiscal salía de la sala de reuniones y se iba para una oficina privada en la que se cambiaba el saco. Cuando el siguiente periodista estuviera acomodado con su equipo, la funcionaria entraba de nuevo al lugar en el que atendía a la prensa.
A las 11:30 a.m. llegó nuestro turno, nos llevaron a un salón donde había una mesa grande con varias sillas y unos tres minutos después llegó la fiscala.
Tenía un semblante fresco y agradable, el rostro asomaba una sonrisa cordial y al acercarse extendió la mano derecha para dar un apretón de manos fuerte, que anunciaba que estábamos frente a una mujer con gran presencia y seguridad.
Se sentó en la cabecera de la mesa con la espalda recta y con las manos entrelazadas, muy consciente del lenguaje corporal que la hacía ver como una mujer de poder.
Se nota que doña Emilia cuida mucho su apariencia: su peinado estaba perfecto, usaba un maquillaje sobrio que le favorecía mucho. Además, tenía puestos unos aretes pequeños y una cadena dorada con un dije redondo de tamaño mediano.
La ropa ni se diga, una enagua negra que le llegaba a las rodillas, una blusa blanca y un saco con figuritas blancas y negras que la hacían ver muy elegante.
Desde el inicio de la entrevista fuimos francos con ella, ya que aunque nos habían advertido que por motivos de seguridad no podríamos hacerle preguntas personales, le confesamos que habíamos incluido algunas que esperábamos pudiera responder.
– ¿En cuál colegio estudió?
Estudié en el colegio María Auxiliadora y me gradué del colegio La Salle.
– ¿Acostumbraba salir de abanderada, tocar en la banda o participar en otras actividades escolares?
(Sonríe tímidamente, guarda silencio y con la cabeza indica que no).
– ¿Por qué decidió ser abogada?
Ehmm… porque me gustaba argumentar y litigar.
– ¿Cuál fue su primer trabajo?
Fue de asistente de abogada, con una abogada que tenía una oficina particular.
– ¿Cómo entró usted al Poder Judicial?
Recién graduada vine a la oficina que entonces se llamaba de personal y pedí los requisitos para ingresar a la institución. Hice poquitos nombramientos en sustitución, como jueza mixta y laboral, después conocí al entonces fiscal de la República, don Eduardo Araya, quien me ofreció la posibilidad de trabajar de forma meritoria (sin pago), lo hice de tiempo completo durante un año y una vez graduada inicié con nombramientos de fiscal.
– ¿En ese tiempo soñaba con ser fiscala general?
No, para nada.
– ¿En qué momento se dio cuenta de que ese cargo era una posibilidad para usted?
En el año 2010, cuando don Francisco Dall’Anese se retiró del cargo.
– ¿Qué libros le gusta leer en su tiempo libre?
Ehmm… Hace casi seis meses inicié uno que se llama "Palabra de Primera Dama", que tiene ver con la exprimera dama de los Estado Unidos, Michelle Obama, pero no he podido terminarlo, por razones estrictamente de trabajo (lo dijo riendo).
– ¿Qué tipo de películas le gusta ver?
(Hace silencio) Bueno es que, como esas cosas son personales… ya va demasiado… (expresó mientras sonreía tímidamente).
– ¿Le puedo preguntar si le gusta bailar?
No, mejor no hablemos de eso.
(Luego de esa respuesta decidimos omitir las otras preguntas personales).
– El día del nombramiento como fiscala general (lunes anterior), ¿cómo se dio cuenta de la decisión de los magistrados?
Tenía a mi compañera Isabel Rojas viéndola (la elección) por 'streaming' (transimisión por Internet) y yo estaba leyendo documentos, entonces ella me comentó que la votación había sido unánime. De forma inmediata recibí una llamada de doña Patricia Bonilla, que trabaja en el despacho de la Presidencia, para que me presentara en Corte Plena.
– ¿Cuál fue la primera sensación de saber que ahora era la nueva fiscala general de la República?
Bueno, fue un nuevo ejercicio de introyectar (incorporar actitudes) la responsabilidad que estaban poniendo en mis manos.
– ¿Cuál es el reto más grande que tiene en el nuevo cargo?
Es capacitar a los fiscales y fiscalas para que atiendan adecuadamente todo tipo de investigaciones. Hay que capacitar a la población nueva y hay que especializar a la población con experiencia.
– ¿Cómo piensa hacer que los ciudadanos recuperen la confianza en la Fiscalía General?
Atendiendo todo los casos y fundamentando bien las decisiones finales.
– ¿Qué fue lo más duro de los últimos meses en los que estuvo como interina?
Bueno… es que todas las tareas han tenido que ser atendidas con celeridad y no es algo que yo esté haciendo sola, sino con un equipo de fiscales y fiscalas. Hemos tenido que dedicar mucho tiempo a los casos que están en investigación y a tomar decisiones a nivel presupuestario y administrativo en toda la institución, entonces eso significa que tenemos que aprovechar las 24 horas de todos los días de la semana.
–¿Ha sentido temor por represalias de delincuentes que esté investigando el Ministerio Público?
No, para nada.
– ¿Cuéntenos sobre el plan para la tramitación de expedientes en rezago que usted está llevando a cabo?
Primero lo que hice fue pedir las estadísticas y estamos analizando las cargas de trabajo que los fiscales y las fiscalas tienen, porque como no hay posibilidad de tener recurso humano nuevo, entonces tenemos que reorganizar las cargas de trabajo y cada fiscal y fiscala adjunta están haciendo propuestas de trabajo a corto, mediano y largo plazo.
– ¿Cómo es ese proyecto de ley sobre la capacitación de fiscales que usted impulsa?
Propusimos un proyecto de ley de carrera fiscal, lo presentamos en Corte Plena el primer mes que yo estuve como interina, ya para este momento hemos tenido bastante mesas de trabajo y nos faltan como tres o cuatro artículos que ver, una vez que esté listo en Corte Plena se remitirá a la Asamblea Legislativa para su conocimiento y aprobación.
Consiste en establecer normas sobre la selección de personas en el Ministerio Público, lo que queremos son las reglas de nombramientos para asegurar que las personas que trabajarán aquí tienen idoneidad funcional y ética, que los nombramiento sean por mérito, por capacidad, por competencias, pero nunca por amistad o por otras razones.
– ¿Eso pretende combatir la corrupción dentro del Poder Judicial?
Por supuesto, porque una persona ética y correcta no va a ceder nunca ni va a caer en actos de corrupción.
– ¿Qué mensaje le da a las mujeres que la ven como un ejemplo a seguir por ser la primera fiscala general de Costa Rica?
Yo creo que las mujeres saben que pueden estar altamente calificadas para puestos de dirección, le problema es que en esta sociedad existe un techo de cristal y eso significa que siempre se nos ha limitado el acceder a esos puestos.
El nombramiento de mi persona es un paso importante para romper con esa cultura de que los puestos de mando y de dirección no pueden ser tomados por mujeres. Yo no soy solo Emilia Navas, yo represento a todas las mujeres profesionales y técnicas que trabajan en la institución y mis decisiones van a ser tomadas con equidad de género, es decir, tanto hombres como mujeres van a tener oportunidades para los ascensos.
Falta de costumbre
Al final de la entrevista Navas posó para unas fotografías para ilustrar la entrevista, pero antes confesó que aún no se acostumbra a estar tanto tiempo delante de las cámaras. “Me cuesta mucho eso de las fotos y de posar”, dijo la jerarca mientras se levantaba de la silla y buscaba su mejor ángulo.
Finalmente, con la misma sonrisa con la que nos recibió, nos dio de nuevo un fuerte apretón de manos y se despidió amablemente, sin abandonar nunca la investidura que tiene por ser la cabeza del Ministerio Público, la cual la acompañará durante los próximos cuatro años.