La astucia de los presos para hacerse de un celular no tiene límites. Las autoridades penitenciarias van de sorpresa en sorpresa cuando revisan a quienes van a visitarlos o al hacer revisiones sorpresivas dentro de la cárcel.
Por ejemplo, han encontrado un Iphone metido en una olla de sopa que le llevaban a un interno, un Huawei "disfrazado" de paquete de galletas y un Samsung entre un arroz con carne. Parecen escenas salidas de series policiales, pero son de la pura realidad.
Con la aprobación en primer debate de un proyecto de ley que obligaría a las empresas telefónicas a bloquear la señal celular en las prisiones vuelve a la mesa una realidad normal –y muy desgastante– para los oficiales penitenciarios, que llegan a decomisar 4.000 aparatos por año.
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Pablo Bertozzi, director de la Policía Penitenciaria, explica que el decomiso de celulares en las cárceles es cosa de todos los días y a todas horas.
“A veces nos llegan informaciones de que en una celda están usando celulares a la una de la mañana y entonces llegamos a hacer una revisión y los encontramos.
“Por las autoridades encargadas de investigaciones sabemos que desde las cárceles se ordenan sicariatos, secuestros, se ordenan extorsiones, estafas, se hacen amenazas, se lideran estructuras de crimen organizado y tenemos que hacer algo para cortar con esto de una vez por todas", dice Bertozzi.
Ese es el objetivo de bloquear la señal de los aparatos.
La Teja visitó el edificio de la Policía Penitenciaria, en San José, donde están almacenados 35 mil celulares decomisados a los reos. Una vez ahí aprovechamos para conocer de boca de Bertozzi las mañas que usan para meter y mantener los teléfonos en las prisiones.
Bertozzi dice que ante la prohibición de meter los celulares a las cárceles, los reos utilizan el tiempo libre para idear métodos que les permitan conseguir que sus allegados o incluso funcionarios de las cárceles se los lleven.
“Por ejemplo, hay teléfonos que ingresan en la sopa, en el arroz con carne, en empaques sellados de galletas; lo abren de alguna manera con mucho cuidado, lo meten (el celular) en el paquete, lo prensan con algo y lo vuelven a cerrar y no se nota, pero ya la experiencia de nuestros policías logra detectarlo.
“También los meten en toallas sanitarias, en papel higiénico, los lanzan desde afuera de los centros penitenciarios en paquetes”, explicó.
Otra de las tácticas es esconder los aparatos en las maderas que mandan las familias para los reos que hacen artesanías. Con toda la paciencia del mundo lo cómplices manipulan las tablas, hacen huecos, meten los teléfonos y los tapan. Resultan ser artesanos tan diestros como los que están tras las rejas esperando la madera.
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Los vivazos hasta han sacado el tiempo para entrenar animales para que les lleven celulares. El 17 de abril de este año fuimos testigos de un hecho insólito: las autoridades sorprendieron en La Reforma a un gato que llevaba amarrado un bolso con un celular, el cargador y los audífonos.
En Justicia informaron que ese fue el segundo gato que agarraron con celus, el primero lo atraparon el jueves 22 de marzo.
Por otra parte, el 4 de abril los polis le decomisaron a un chofer de Justicia de apellido Gómez cuatro chuzos con sus respectivos cargadores y los manos libres. Al revisar la habitación del conductor hallaron otros cuatros teléfonos.
¿Cómo los esconden?
Una vez que los celulares llegan a los privados de libertan comienza otro proceso que también requiere de mucha creatividad: mantenerlos escondidos.
“Los reclusos hacen de todo para lograr lo que se proponen, hacen galetas (escondites) en las camas, en los camarotes, perforaciones en las camas de cemento que hay en Máxima (Seguridad), por ejemplo; raspan las paredes para hacer hendiduras, meten el celular y después le ponen una especie de revestimiento para que eso no se note”, explicó.
“Ellos tienen el tiempo para inventar todo lo que usted quiera, los esconden en las alcantarillas, en los servicios sanitarios, en sus ropas y hasta hay grupos de poder que obligan a otros privados a mantener los celulares ocultos dentro de su cuerpo”, agregó.
Bertozzi dice que ese "juego" del gato y el ratón da pie a un negocio de contrabando ya que los mismos reos venden teléfono a sus compañeros.
“Eso genera un mercado millonario por el volumen de telefonía que se maneja y que además es muy propenso a la corrupción, porque hay funcionarios penitenciarios y proveedores que se prestan para meter teléfonos a las cárceles.
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“Cada caso es diferente, pero dependiendo del privado de libertad que sea, si hoy se le quita el teléfono ya mañana puede tener otro u otros; un día de estos le quitamos a un solo recluso cinco aparatos”, afirmó Bertozzi.
Solución definitiva
El jerarca dice que la única solución para erradicar el contrabando de chuzos en las prisiones es el bloqueo de la señal celular.
“El propósito de esto es hacer un bloqueo focalizado en los centros penales y que ese bloqueo de ninguna manera cause afectación a terceros, llámese vecinos y funcionarios de la institución.
“Desde que hicimos la propuesta empezamos a tener acercamientos con las empresas de telefonía del país, el ICE, Movistar y Claro. Ellos llegaron a las mesas de trabajo. Nosotros sabemos que es posible hacer eso, lo que evidentemente las telefónicas no quieren es asumir los costos que eso va a significar para ellos. El ciudadano debe saber que cada vez que lo llaman por teléfono para amenazarlo, para tratar de estafarlo, para extorsionarlo, es por un teléfono de estos que una operadora de estas puso en servicio de la comunidad”, argumentó Bertozzi.
El funcionario dice que han estado investigando tecnologías de países como Estados Unidos, Isarael, Japón, China y Brasil, expertos en este tipo de temas y esperan que pronto la ley sea aprobada para acabar con los celulares en las prisiones de una vez por todas.