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Si a usted le gusta vender artículos nuevos o usados por medio de las redes sociales es mejor que evite convertirse en víctima de amenazas o estafas y al final quedarse sin el dinero y sin el artículo.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ha recibido en lo que va de este año 160 denuncias solo en San José, todas por este tipo de negocios en las redes sociales. El año pasado se registraron 300.
El oficial de la sección Delitos Varios del OIJ, Daylon Umaña, explicó esta mañana en conferencia de prensa, que las ventas en redes se han vuelto pan de cada día.
La gente publica artículos nuevos o de segunda, de todo tipo y de todo precio, y rápidamente son contactados por supuestos compradores.
Umaña asegura que es muy fácil detectar cuando se está frente a un delincuente, pues no muestran mucho intéres por el artículo, no piden muchas fotos y mucho menos descuento, eso sí, en segundos el vendedor tiene una solicitud de amistad en dicha red social que es enviada por esa persona, el fin es tener acceso a información del vendedor y también de su familia.
“Estas personas son amables, solicitan un punto de encuentro y es importante dar la menor cantidad de información. Algunas personas dan la dirección de un familiar o de su lugar de trabajo y eso genera bases de datos que después los delincuentes van a usar para sacarle provecho”, dijo Umaña.
El oficial asegura que los vendedores no tienen porqué mandar al supuesto comprador fotos de su cédula ni de sus carnet de trabajo y mucho menos de su carnet del Seguro Social.
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Los delincuentes -en la mayoría de los casos- mandan una foto de un comprobante bancario o un depósito que se hizo por Sinpe Móvil, y aseguran que un chofer de una plataforma va a ir a recoger el objeto.
Cuando el conductor -que no sabe nada del asunto llegó- normalmente el vendedor y el comprador están hablando por teléfono porque aunque al vendedor le mandan el comprobante la persona no tiene la plata en la cuenta.
Algunos caen con el cuento de “ya lo hice, ahorita le cae” y otros del todo no sueltan el artículo y es cuando se convierte en una tortura la venta.
“El sospechoso empieza con amenazas contra el vendedor, contra sus familiares cercanos, con la información que obtuvo durante el proceso”, dijo Umaña.
El investigador aseguró que ellos han alertado a los conductores de las plataformas que son víctimas porque en la mayoría de los casos no les van a pagar el viaje y solo fue un gasto de gasolina.
“Estas personas piden el servicio y cambian el punto de encuentro y destino durante el viaje”, dijo.
Los conductores se pueden ver amenazados también porque el “comprador” tiene su número de placa y nombre.
El OIJ pide a las personas no dar información personal, no dar acceso en las redes sociales a desconocidos y si se está negociando una compra y la persona tiene sospecha, bloquear al comprador.
En los casos en que el artículo no se entrega y el comprador empieza a amenazar, el delito es de amenazas y en el caso en que el artículo se termina entregando, la mayoría de veces por miedo pasa a ser también un fraude. El OIJ insta a denunciar, pues ellos creen que este año cerrará con 300 casos.
