Ronny Madriz Herrera, de 34 años, es un valiente vecino de Batán que tuvo la muerte de frente y logró derrotarla.
Es sobreviviente de un choque de moto contra moto. El fuerte golpe lo dejó inconsciente y quedó prensado contra esta y el pavimento. La moto alzó en llamas y el fuego le quemó el 65% de su cuerpo.
Los médicos no le daban esperanzas de vida, pero su lucha fue más poderosa y sigue desafiando todas las adversidades que le presentan.
Estuvo nueve meses internado en la Unidad de Quemados del Hospital San Juan de Dios, así como otros dos meses y medio en el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare).
En el centro médico le amputaron las piernas para poder salvarle la vida y tuvo una recuperación dolorosa, difícil, pero los médicos coinciden que la fuerza de voluntad lo mantuvo fuerte.
Su nueva vida comenzó desde el 1 de julio del 2011 y aún sigue trabajando por sus metas, incluso este 2022 está cursando el décimo año en el colegio nocturno de Batán, Limón.
Su fiel compañera es una silla de ruedas y con ella aprendió a cortar pelo, lavar trastes y ser completamente independiente.
“La recuperación fue dura al principio, luego me adapté y comencé a echar para adelante”.
“Los doctores no me daban esperanzas de vida, tenía un 65% del cuerpo quemado. Mi familia se preparaba para lo peor”, menciona este valiente muchacho.
Pagó por error de otro
Ronny recuerda que el accidente ocurrió en Barbilla de Matina.
“Iba a ir a dejar a un amigo en Batán, nos topamos de frente con un motociclista que iba rayando y por el choque quedé inconsciente”, señaló.
Desde ese momento solo sabe que pasó casi un año internado y el caso no tuvo ningún trámite legal, ni siquiera supo quién fue el responsable del accidente.
“Al muchacho que llevaba solo se le quebró una pierna, no me podía ayudar cuando quedé prensado y envuelto en llamas”.
“Del otro motociclista no supe nada. El caso no llegó a juicio ni tampoco hubo una indemnización, ahí quedó todo”, comentó
‘La vida sigue siendo una oportunidad’
Para Ronny no hay odio, todo lo contrario, ve el estar vivo como una oportunidad.
“Solo Dios me ha dado las fuerzas, todo lo que quiero hacer lo hago con mi silla de ruedas desde barrer, cocinar, lavar... Soy totalmente independiente, incluso vivo solo, mi mamá vive a dos kilómetros de distancia”, dijo.
Agregó que su casa la ha ido adaptando y hasta tiene un salón en donde le corta el pelo a los vecinos.
“Al principio es duro, pero hay que pedirle a Dios y no darse por vencido, después del accidente aprendí a cortar pelo y así me ayudo económicamente”, señala.
Este accidente le dejó muchos conocidos, especialmente a todo el cuerpo médico entre doctores y enfermeras quienes aún mantiene como amigos en Facebook.