El bombero Erik Monge, de 40 años, ha enfrentado situaciones muy difíciles, como las emergencias causadas por el huracán Otto y la tormenta tropical Nate; sin embargo, ahora está haciéndole frente a la prueba más difícil de su vida.
Monge, quien forma parte del Cuerpo de Bomberos desde el 2010, fue diagnosticado con cáncer de colon, enfermedad que lo alejó de su amada institución, en donde trabaja con la Unidad Canina de la estación de Tibás.
La noticia la recibió en noviembre del año pasado y fue un baldazo de agua fría para él y sus seres queridos, pero este valiente bombero nunca se ha dejado vencer por la adversidad y esta vez no será la excepción.
“Mis compañeros y mis jefes directos inmediatamente me brindaron todo su apoyo e hicieron que me sintiera seguro, tanto en lo físico como en lo emocional, sobre todo en estos tiempos tan difíciles”, dijo.
Monge contó que el pasado 15 de enero lo incapacitaron, por lo que de forma momentánea tuvo que colgar su casco y uniforme, lo que fue un golpe muy rudo para él.
“Ha sido muy difícil, porque fue dejar a mis compañeros, dejar mi trabajo, que realmente es una pasión, y alejarme de la perrita que tengo asignada ahora, que se llama Bite”, añadió.
Levantarse
Erik recordó que los primeros días después del diagnóstico fueron muy complicados, pues muchos pensamientos pasaron por su cabeza. Por ejemplo, si volvería a trabajar como bombero.
Afortunadamente Monge logró vencer estos pensamientos con la ayuda de su familia y compañeros de trabajo, quienes lo han estado bombardeando con mensajes positivos, los cuales le han recargado las pilas.
“Dentro de todo esto, lo positivo que saco es la calidad de personas que me rodean, mis compañeros y mi familia, que nunca me han abandonado.
“Yo soy bombero, no puedo quebrarme ni debilitarme, porque tengo un montón de gente que confía en mí, que saben como soy, y esto lo voy a sacar adelante”, destacó.
Amigo fiel
Entre los amigos que más han apoyado a Erik durante esta prueba está “Joe”, un peludito que trabajó a su lado por casi 7 años y que ahora se convirtió en su mascota y fiel compañero.
“Ha sido muy importante, porque ha llegado a ser una compañía para mí en la casa, pasamos mucho tiempo juntos. Recibirlo en mi casa fue una bendición. Estamos muy unidos pues mientras yo me formé como guía, él lo hizo como perro de trabajo”, recordó Monge.
Pese a la situación que está viviendo, asegura que trata de continuar con su vida con total normalidad, incluso contó que se ejercita mucho, pues es parte de su terapia y de la responsabilidad que tiene como bombero de mantenerse en buena forma.
Lleno de fe
Monge contó que ha pasado por momento muy duros, como por ejemplo las dolorosas sesiones de radioterapia, pero aseguró que mantiene su vista puesta en Dios para que nada de esto lo detenga.
“No queda otra más que pararse fuerte, tener fe en Dios y meterle mente positiva y humor, darle gracias a Dios por todo lo que le ha dado a uno, esto solo así se puede sacar”.
El rescatista espera pronto regresar con su segunda familia para hacer lo que más le apasiona: salvar vidas y ayudar a otros.
“Estoy seguro que yo voy a seguir siendo un bombero operativo y voy a esforzarme mucho por eso”, finalizó.