“La gente buena no se entierra, se siembra”, dice la canción La Fiesta, de Pedro Capó, y eso fue lo que Ariel Espinoza y su familia decidieron hacer para darles el último adiós a su mamá y a su hermano, quienes murieron en un trágico accidente de tránsito.
En lugar de enterrarlos, ellos decidieron cremar los restos de María Eugenia Alfaro Retana, de 66 años, y Luis Alfredo Espinoza Alfaro, de 40, para así sembrar sus cenizas en lugares que eran muy especiales para ellos dos.
“Nuestra idea siempre fue sembrarlos, porque hay una frase de una canción que dice que ‘la gente buena no se entierra, se siembra’ y quisimos hacer eso con ellos”, contó Ariel a La Teja.
“Los recordaremos con mucho amor, con mucho cariño”
— Ariel Espinoza, hijo y hermano de los fallecidos.
LEA MÁS: Así ocurrió el aterrador choque que cobró la vida de una adulta mayor y un hombre
El accidente que cobró las vidas de la madre y su hijo ocurrió a eso de las 12:03 p.m. del pasado miércoles 20 de setiembre en Belén de Carrillo, en Guanacaste, al puro frente del salón comunal de esa localidad.
Al parecer, el carro que era manejado por Luis Alfredo, y en el que viajaban su mamá y un primo que sobrevivió al incidente, fue golpeado por otro vehículo, lo que provocó que Espinoza perdiera el control y se estrellara contra un pick up que viajaba en sentido contrario.
Doña María Eugenia y Luis Alfredo lamentablemente murieron de forma inmediata en el lugar, mientras que el primo de Luis Alfredo fue llevado a un centro médico. En cuanto al conductor que habría provocado el accidente, este se dio a la fuga.
Terrible noticia
Ariel contó que su mamá era oriunda de Tucurrique, en Cartago, pero desde hace algún tiempo decidió irse a vivir a Tamarindo, en Guanacaste, ahí adquirió una propiedad donde ya estaba por terminar de construir su casita.
En cuanto al fatal accidente, este ocurrió cuando su mamá y su hermano regresaban de hacer un mandado en Filadelfia. Ariel recibió la noticia cuando se encontraba trabajando en uno de sus dos restaurantes.
“Yo estaba en mis labores, cuando empecé a recibir llamadas de mi esposa, de una prima y demás personas, pero en ese momento no les pude contestar, hasta que me llamó uno de mis hermanos, que es muy serio, ahí sí contesté y fue cuando me contó lo que había pasado, en ese momento el mundo se me vino encima”, recordó Espinoza.
De inmediato Ariel y varios de sus familiares se dirigieron hasta el lugar del accidente, de camino iban coordinando todo para los funerales de su mamá y su hermano. Espinoza contó que tardaron 9 horas en llegar y que fue el viaje más difícil de su vida.
LEA MÁS: Con este sentido mensaje, mamá de Yuliana Ureña se despidió de su amada hija
Sembrados juntos
El pasado viernes dieron inicio las honras fúnebres de doña María Eugenia y Luis Alfredo, Ariel contó que lo primero que hicieron fue viajar hasta Tucurrique, donde se realizó un culto evangélico en la iglesia de uno de sus tíos.
“Luego de eso repartimos un poquito de cenizas en el pedacito de tierra que mi mamá tenía ahí”, agregó.
La mañana del sábado toda la familia viajó hasta Bebedero de Cañas, pues Ariel contó que deseaban dejar un poquito de las cenizas junto a la tumba de su papá, quien falleció hace unos años.
Finalmente el domingo toda la familia llegó hasta la propiedad de doña María Eugenia, en Tamarindo de Guanacaste, donde realizaron el acto más especial para todos ellos.
“Ahí hicimos un pequeño altar frente a la casita, pusimos las urnas y los restos en el altarcito y luego empezamos a sembrar las macetas, porque sus cenizas están en 9 macetas de árboles de Guanacaste que serán sembrados en la propiedad de mi mamá”, contó Espinoza.
LEA MÁS: Aumentan condenas para menores que mataron al universitario Marco Calzada Valverde
Además, sembraron otro poquito de las cenizas en un árbol de Guanacaste que está dentro de la propiedad y que tiene aproximadamente 200 años.
Era muy alegre
Ariel dijo que recordarán a su mamá como una mujer amorosa y muy trabajadora, que siempre estaba buscando la forma de salir adelante. Ella nunca le tuvo miedo al trabajo, por eso se dedicó desde vender tamales y pejibayes, hasta a coger café.
“Ella siempre fue muy cariñosa con los hijos con los nietos, siempre estaba muy pendiente de todos nosotros”.
En cuanto a Luis Alfredo, quien trabajaba como cocinero, su hermano lo recordó como un hombre de una sonrisa imborrable, quien disfrutaba alegrar a sus seres queridos con chistes y anécdotas.
“Mi hermano tenía esa peculiaridad de que siempre pasaba muerto de risa, contando un chiste, le encantaba vacilar y eso es lo que recuerda todo mundo de él”.
Espinoza dijo que tras la muerte de sus seres queridos, su familia creó un grupo de WhatsApp al que le pusieron “Hasta Siempre”, en el cual comparten los mensajes y audios que su mamá y su hermanos les enviaron en algún momento.