El sueño de varias jovencitas de convertirse en conocidas modelos y así tener una mejor vida para ellas y sus familias terminó por convertirse en una horrible pesadilla, pues cayeron en las garras de un hombre que las engañó para explotarlas sexualmente.
Se trataba de un sujeto apellidado Pizarro, quien era un falso un promotor de modelaje, que les prometía el cielo y las estrellas a las muchachas, pero luego las vendía a turistas extranjeros, ofreciéndolas como si se tratara de “carne”, pues así las llamaba cuando hacia sus oscuros negocios.
Pizarro habría hecho que más de 20 jovencitas cayeran en su trampa, pero al final su ilícito negocio terminó quebrado, gracias a una ingeniosa trampa que le tendió el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Así lo contó a La Teja Henry Madrigal, exagente del OIJ, quien recordó que ese caso, ocurrido hace 14 años, fue uno de los más importantes en la historia de la Policía Judicial, pues fue de los primeros en ser atendidos por la Unidad de Trata y Tráfico de Personas, de la cual él era jefe.
“Con varias de ellas iniciamos un proceso de atención y protección de víctimas, porque no entendían que eran víctimas; en estos casos esa es la situación, porque las convencen de una cosa y luego varían esa promesa para generar ganancias con su explotación”, explicó Madrigal.
Explicó que para traerse abajo el negocio de Pizarro se aprovecharon de la ambición que este tenía, por lo que usaron a dos investigadoras del OIJ como el anzuelo para pescarlo.
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Muchacha destapó el negocio
El exagente contó que la investigación contra el falso reclutador de modelos se inició a mediados del año 2010, cuando recibieron información confidencial acerca de un pequeño grupo que, en apariencia, estaba explotando sexualmente a mujeres, algunas menores de edad, en diferentes playas de Guanacaste.
“Nos llegó la información confidencial de Liberia, y se consideró que la oficina de esa zona no podía realizar trabajos de inteligencia policial, porque eran del mismo pueblo y todo el mundo los conocía. Entonces, si ellos hacían una vigilancia, inmediatamente, iban a ser descubiertos”, recordó.
En cuanto a la denuncia, esta indicaba que, al parecer, había un muchacho que estudiaba en un liceo de la zona y formaba parte de una banda de conciertos. Supuestamente, él estaba reclutando menores de edad para que su papá las convirtiera en modelos.
“Eso era un engaño, porque posteriormente, las muchachas eran explotadas sexualmente en las playas cercanas, como playa Potrero, Tamarindo y playas del Coco, ya que el centro de operaciones de este pequeño grupo era una familia que estaba en Sardinal”, recordó.
Por medio de un trabajo coordinado con la Fiscalía de la zona, los agentes lograron ubicar a la muchacha que envió la información confidencial. Se trataba de una joven quien también había sido engañada por Pizarro.
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Agentes encubiertos
Gracias a la información dada por la joven, quien contó cómo operaba el sujeto y dónde estaba su casa, el OIJ y la Fiscalía acordaron que la mejor forma de hacer caer a Pizarro era por medio de agentes encubiertos que se acercaran a él sin levantar sospechas.
“En las llamadas se escuchaba cómo él quería volver a reclutarla (a la muchacha que denunció), y le decía que si tenía amigas, porque ahora tenía mucha clientela. Eso nos dio la ventaja de que nuestra agente encubierta se presentara a la casa del sujeto y ahí se confirmó cómo estaba el asunto”, detalló Madrigal.
El exagente dijo que otra investigadora también se hizo pasar por amiga de la muchacha, y cuando Pizarro conoció a las dos agentes encubiertas no dudó en tratar de reclutarlas, para que hicieran pasarelas en bares de Guanacaste.
Según Madrigal, el falso reclutador usaba como gancho las pasarelas en ropa íntima en bares, pues les pagaba a las muchachas cerca de ¢15 mil, pero luego de eso las empezaba a ofrecer para servicios sexuales y como damas de compañía, diciéndoles que les pagarían más de $2000, lo que, claramente, era mentira.
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Puso sus ojos en banda musical
De acuerdo con la investigación, al parecer, el hijo de Pizarro se habría encargado de reclutar a menores de edad que formaban parte de una banda musical de Guanacaste. Al final de la investigación no se logró comprobar con certeza la participación del joven.
“Algunas de las muchachas, más que todo las menores de edad que ya estaban cerca de cumplir 18 años, estaban siendo reclutadas por esa banda, donde estaba el hijo del sospechoso.
“Esas muchachas no sabían modelar, pero sí sabían bailar y estar ante un público, entonces la propuesta que les hacían era que les iban a enseñar a modelar y, además, les iban a confeccionar ropa, que les descontaban del dinero que les tocaba”, detalló Madrigal.
Por medio de la investigación se determinó que, como parte del proceso de reclutamiento, el sospechoso les pedía a las muchachas fotos en ropa interior, las cuales, al parecer, luego colocaba en álbumes que usaba como una especie de catálogo para los extranjeros.
En apariencia, varias muchachas se alejaron de Pizarro cuando descubrieron el oscuro negocio en el que este quería meterlas, pero otras no corrieron la misma suerte.
“Al parecer, las intimidaba, les decía que a partir de ese momento iban a tener sexo con esos hombres y ellos, normalmente, iban a estar borrachos o armados, así que si lo hacían mal corrían peligro y que, en ese caso, él no podía hacer nada al respecto”.
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Falso cliente lo engañó
El OIJ decidió dar el siguiente paso en la investigación, que fue incluir a otro agente encubierto, quien se hizo pasar por un turista interesado en las muchachas que eran manejadas por Pizarro.
“Mandamos a dos agentes encubiertos a un lugar que el sujeto frecuentaba y es este quien le ofrece mujeres, pues el compañero se hizo pasar como un turista. Nuestro agente encubierto le preguntó si tenía fotografías de las muchachas para verlas, a lo que este le respondió ‘Claro, hay que ver la carne que se va a vender’”, recordó Madrigal.
Según el exagente, el falso reclutador dijo que pedía más de ¢300 mil si se trataba de una menor de edad, y ¢100 mil si se trataba de una mujer mayor de 18 años. El agente encubierto le dijo que estaba interesado y quería reunirse con él para ver a, al menos, tres de las muchachas.
“Luego de esto las otras dos compañeras nuestras, que estaban encubiertas, fueron llamadas para hacer un catálogo y luego llevarlas a la zona de Tamarindo, Potrero y playas del Coco, pero ya nosotros no podíamos llegar a eso, porque era un peligro para ellas”.
Cayó en la trampa
Para setiembre del 2010, Pizarro se puso en contactó con el investigador que se hacía pasar por turista y le dijo que le tenía tres muchachas, por lo que se pusieron de acuerdo para verse en un local en Playa Panamá, donde iba a realizar una pasarela con las jóvenes.
“Ahí hicimos un operativo, digamos que de las 12 personas que había, dos eran turistas y 10 eran nuestros agentes. Ya teníamos todo listo, pero desconocíamos quiénes eran las muchachas, porque por teléfono él solo hablaba de ‘mis mujeres’ y la ‘carne’.
“Llegó con las muchachas, las puso a modelar en traje de baño y, entonces, el agente le dijo que cuánto era; si no mal recuerdo fueron 120 mil colones, que se le pagaron en efectivo con billetes marcados”.
De inmediato, el investigador se retiró del lugar con la muchacha y la llevó hasta un carro del OIJ para que la protegieran. En ese momento, dieron la señal para detener a Pizarro.
Madrigal contó que al instante de la detención se decomisaron dos álbumes con fotografías muy sugestivas de las muchachas.
“Algunas de las víctimas no las logramos identificar, porque no las tenían con nombre, sino con un número a cada una”.
El OIJ también allanó la casa de Pizarro, donde detuvieron a su hijo y decomisaron evidencias, como llaves mayas y discos externos.
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Víctima reveló terrible hecho
En agosto del 2011 dio inicio el juicio contra Pizarro y su hijo en los Tribunales de Santa Cruz, en Guanacaste. El Ministerio Público acusó a ambos por el delito de trata de personas.
Según una nota publicada por el periódico La Nación en aquel entonces, en esa causa figuraban como víctimas ocho muchachas que fueron engañadas por Pizarro.
Madrigal aún recuerda ese debate como si hubiera sido ayer, pues en medio de la declaración de una de las víctimas se reveló algo que ni ellos sabían.
“Una de las muchachas ahí contó que el tipo le dijo que necesitaba ‘iniciarla’, para ver si iba a servir para el negocio, ya después de que había pasado por pasarelas y todo eso. Ella dijo que el sujeto la obligó a tener relaciones en contra de su voluntad y eso no lo sabíamos nosotros, hasta el juicio fue que se destapó”.
Al final del debate, el 30 de agosto del 2011, el Tribunal de juicio del Segundo Circuito Judicial de Guanacaste, sentenció sólo a Pizarro a 12 años de prisión. El hijo de este fue absuelto, debido al principio in dubio pro reo; es decir, por dudas en cuanto a su participación en los hechos.