Dos jóvenes son juzgados en los tribunales de Cartago por el asesinato de Julio César Elizondo Castro, administrador de un bar, a quien mataron por error.
Aparentemente, ellos lo confundieron por la mala descripción física que les dio la persona que los mandó a realizar el asesinato.
El debate inició este martes y se espera que termine este miércoles, los sospechosos son dos muchachos de apellidos Fernández Méndez de 23 años y Rivera Guillén de 19.
El Ministerio Público los señaló como responsables del homicidio simple del joven de 25 años.
Las autoridades presumen que los sospechosos fueron contratados para matar a una persona, que incluso les habían dicho que tenía un tatuaje en un brazo y que iba a estar ese 20 de enero pasado en el bar La Perla en Oreamuno de Cartago.
Pero esa noche, dentro del bar que ya estaba cerrado había seis personas y prácticamente todos tenían tatuajes por todo lado y Julio tenía un tatuaje de un lobo en uno de sus brazos.
Para la Fiscalía, Elizondo fue solo una víctima del momento por estar en ese sitio, pues no tenía problemas ni antecedentes, la pulseaba como administrador del bar, negocio que era de su abuelito. La persona que buscaban los sospechosos nunca estuvo en el bar ese día.
Durante el debate los jueces escucharon la declaración de varios testigos, uno de ellos fue Gabriel Solano quien contó que era amigo de Julio y quien estuvo en el bar esa noche.
“Yo iba seguido al bar, porque Julio me invitaba y también a veces le ayudaba, esa noche cuando llegué me dijo que iba a cancelar el karaoke porque se había ido la luz, y sino volvía le iba tener que pagar al muchacho aunque no hiciera nada”, comentó.
Solano aseguró a los jueces que vio a unas personas extrañas que pasaron con suetas con gorro, y pantalones largos. Los vio desde la ventana del bar y después cuando estaba en las afueras del negocio fumando, sin embargo, no los pudo reconocer porque en ese momento estaba muy oscuro, y del bar hacía un lado había luz y en el lado contrario no había llegado.
“Julio andaba como inquieto por los carros y le había pedido a la gente que los acercará más al bar para evitar que algo pasara”, recordó el joven.
A la medianoche el bar cerró, apagaron un bombillo que estaba afuera como era costumbre y apagaron el rotulo, adentro quedaron seis personas incluyendo al administrador.
“Todo estaba bien como siempre, Julio dijo que iba a darle una vuelta a los carros, en eso me dio un beso en la espalda y se fue hacía la puerta, yo vi una mano y un revólver entrar y en eso se escuchó el disparo”, relató el testigo.
Gabriel estaba a 20 y 25 metros de su amigo, frente a la puerta, cuando lo vio caer herido, él aseguró que en ese momento todos se quedaron dentro del bar y llamaron para pedir ayuda.
Julio falleció de inmediato de una herida en la cabeza.
Los agentes lograron detener a los sospechosos en marzo del año pasado en dos viviendas en Cipreses y Paso Ancho de Oreamuno.