Michael Alberto Garita Arley, de 33 años, sobrevivió a un accidente en el que perdió a dos de sus amigos y en el que él estuvo a punto de no contarla.
Garita tuvo heridas tan serias a raíz de ese suceso que todavía le impiden caminar. Él asegura que el camino que le ha tocado recorrer no es fácil pues pasó 418 días internado en diferentes hospitales.
El accidente ocurrió la mañana del 14 de abril del 2018, y apenas hace una semana Michael regresó a su casa en Palmar Norte de Osa, en Puntarenas, para que se haga una idea del calvario que ha vivido.
Él viajaba junto a ocho personas en un camión cargado de sacos de abono que se volcó. Un primo de Michael, Cristian Arley Barrantes de 27 años falleció, y también un amigo a quien consideraba casi un hermano, Juan González.
Debido a los golpes que recibió, Michael tiene que pasar casi todo el día sentado en una silla pues las lesiones que tiene en la pierna derecha le impiden caminar.
“Viví todo este tiempo entre el hospital Escalante Pradilla de Pérez Zeledón y el Tomás Casas de Osa. Después de varias operaciones que me hicieron la pierna derecha me quedó más corta y sin movilidad, aún no me han sanado bien las heridas y me tienen que volver a operar para ver si recuperó la movilidad, por lo que me van a poner un pin”, dijo el hombre.
El sobreviviente asegura que sus papás Rosa Arley y Gerardo Leiva, así como sus hermanos han sido sus ángeles de la guarda pues lo han cuidado y acompañado en todo momento.
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“Solo un milagro de Dios me tiene con vida, la cual me cambió completamente no solamente en lo físico, sino también en lo espiritual porque ahora valoro mucho la mi familia y creo en el de arriba con más fuerza”, dijo Garita.
Michael se agüeva cuando cuenta que ahorita no puede trabajar y que su papá no tiene trabajo fijo, por lo que su mamá a veces la pellejea vendiendo tamales, pasteles y empanadas. A él le duele no poder ayudarles.
Este hombre asegura que la fecha del accidente lo marcó para siempre, él recuerda que ese día estaban en Palmar Sur a las 4 de la mañana y que tenían que llevar un tráiler que llevaba 600 sacos de abono y descargarlo en Puerto Jiménez.
"Viajamos Carlos Leiva, Jefry Arley, José Rojas, Álvaro, no recuerdo el apellido; Gerald Castillo, Cristian, Juan y yo. En el camino algunos iban durmiendo y otros como íbamos despiertos Viajábamos siete en la parte trasera de la plataforma y uno en la cabina junto con el chofer. Yo presentí que algo nos podía pasar desde que subí al tráiler, tan es así que le envié un mensaje de texto a mi excompañera sentimental en el que le puse: "Amor que pases una excelente mañana no sé si regresaré a casa'”, recordó Michael.
Según relató estaban a punto de llegar a Rincón de Osa cuando el tráiler agarró velocidad en una pendiente muy pronunciada
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“Después de recorrer más de 300 metros alguien gritó que el tráiler se quedó sin frenos y que lo mejor era irse para atrás y agarrarse de las lingas (fajas que sujetan los sacos). Cuando entendimos lo que podía pasar, alguno recomendó que nos tiráramos, pero otro dijo no y seguimos hasta el final. Cuando llegamos a la curva la plataforma se levantó al no tomar la vuelta y todos salimos expulsados, así que al caer estuve inconsciente algunos minutos”, dijo.
Añadió, “Me desperté desorientado, con mucho dolor en mi pierna derecha y la observé destrozada de la rodilla hacia abajo, sangraba profundamente por la boca, la nariz y los oídos. Pensé que me iba a morir, llamaba casi sin aliento a mis papás, quería verlos. Solo recuerdo haber visto ponerse de pie a cuatro de mis compañeros, algunos botando mucha sangre, después de eso me desperté a los ochos días, porque estuve en coma”.
Todos los sobrevivientes fueron llevados a la clínica de Puerto Jiménez, sin embargo, Michael se llevó la peor parte.
Michael asegura que aunque ahorita no puede caminar ni trabajar, él se aferra a salir adelante y no darse por vencido.
“Esta es una segunda oportunidad, todo lo que he pasado ha sido muy duro y todavía me falta no sé cuánto tiempo más para tratar de estar mejor, pero valoro el poder estar vivo”, concluyó Michael, quien asegura que piensa seguido en el accidente y en los buenos amigos que perdió.
Cristian y Juan eran peones, ellos iban sobre la carga y los contrataban para montar y descargar sacos con mucha frecuencia.