A sus 55 años, María Torres Calero se llenó de ilusión y nervios al iniciar este martes su primer grado de escuela.
Ella está presa en la cárcel Vilma Curling, mejor conocida como el Buen Pastor, sin embargo, esto no le ha quitado el impulso para salir adelante con el estudio.
“Me siento muy bien, gracias a Dios, le estoy poniendo para ver si salgo de aquí y me pongo a buscar un trabajito”, dijo.
Cuenta que llegó al centro penal en el 2017 para cumplir una condena de 6 años (prefirió no dar a conocer por cuál delito).
Reconoce que entre sus planes nunca estuvo estudiar, pero todo cambió cuando llegó a la cárcel pues descubrió que con el estudio podría cambiar su vida y dejar atrás lo que ha vivido.
Al igual que doña María, 450 privadas de libertad de este centro penal iniciaron su curso lectivo este martes. La gran mayoría está en primaria, pero hay otras que van muy avanzadas en el cole.
“La inauguración del curso lectivo es uno de los eventos más importantes del centro porque el objetivo principal es validar los derechos humanos. Se trata de establecer con ellas posibilidades de que se superen, de que puedan aprender y de que puedan salir de aquí y tener opciones que no estén relacionadas con un comportamiento delictivo”, dijo Kattia Góngora, directora de la cárcel Vilma Curling.
Góngora explicó que en el centro cuentan con la ayuda de 18 profesores asignados por el Ministerio de Educación Pública. Los profes trabajan con las privadas de libertad en dos programas: Cindea y educación abierta.
El Cindea es prácticamente igual al programa que llevan los niños, van a clases y les dejan tareas; la educación abierta se basa más en tutorías y pruebas para determinar el avance de las estudiantes.
La directora de la cárcel dijo que todas las mujeres que llegan ahí tienen la oportunidad de estudiar, incluso las que nunca lo han hecho porque también cuentan con un programa de alfabetización que inicia desde cero, en el que les van a enseñar a leer y escribir.