La muerte del mecánico Gustavo Orozco Brenes, cambió para siempre la vida de la joven Paola Durán López, quien era su novia y futura esposa.
El hombre fue asesinado por error en una balacera ocurrida el 13 de febrero de 2016, en las afueras de un bar en Caballo Blanco de Cartago.
Los gatilleros pretendían matar a un sujeto que estaba en el mismo comercio que Orozco, pero las balas alcanzaron al inocente y le quitaron la vida de inmediato.
Paola, de 33 años, dice que desde el momento en que recibió la trágica noticia de la muerte de su prometido, sintió que también se acababan sus ganas de vivir.
“Luego de la muerte de Tavo yo me sentía enojada, porque no entendía por qué Dios había permitido que él muriera de esa manera, siendo una persona buena. Yo ya tenía una vida planeada con él y todo eso se derrumbó", comentó.
Asegura que días después empezó a visitar una psicóloga y a recibir dirección espiritual, pero le costó mucho superar la pérdida.
"Los primeros días sin Tavo fueron los más duros, a veces por inercia sacaba el celular y marcaba el número de él y ya luego reaccionaba y colgaba”, recordó la mujer.
Regalito del cielo.
Con el pasar de los meses, Paola empezó a hacer cambios en su vida planteándose nuevos proyectos y, además, recibió un regalo del cielo que le dio las fuerzas que necesitaba para salir adelante.
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“Como al mes y medio de la muerte de Tavo mi hermana Fernanda me dijo que estaba embarazada y me pidió que fuera la madrina del bebé. En un primer momento yo me sentí furiosa, porque veía la vida de mi hermana y que ella lo tenía todo: un esposo, una casa y ahora un bebé y yo no había podido tener mi vida con Tavo", recordó la valiente.
Más tarde reflexionó y se alegró de la llegada del nuevo bebé.
"Hasta le compré una ropita que yo había visto una vez en una tienda. Cuando la envolví y se la di a mi hermana, le dije: 'tome, usted va a tener una chiquita y esto es para que se lo ponga cuando la va a sacar del hospital y así fue”, narró Durán.
La pequeña Zoe iluminó la vida de Paola y de su familia. Con apenas días de nacida llenó de esperanza la casa que aún se recuperaba del dolor tan grande de perder al mecánico.
“La llegada de mi sobrina me hizo mucho bien a mí y a mi mamá, porque ella quería a Tavo como a un hijo. Era muy común verla llorando a cada rato, pero cuando nació Zoe eso fue cambiando”, relató la orgullosa tía.
Nuevos planes
Cuando ocurrió la tragedia, Pao tenía el título de nutricionista; sin embargo, hace poco más de un año decidió volver a la universidad a estudiar Ingeniería en Gestión de Procesos. Además, cambió de carro y también ha aprendido a disfrutar su tiempo sola.
“Cuando Tavo murió yo siempre buscaba a mis amigas para salir a tomar café, o a mis papás, o a mi hermana, para que me acompañaran a distintas actividades, pero una vez la psicóloga me dijo que tenía que hacer las cosas por mí misma y decidí dejar de andar guindando de la gente siempre.
“Ahora si tengo ganas de ir al cine voy sola, si me antojo de comer algo voy sola y hasta he viajado sola y lo he disfrutado muchísimo”, aseguró la valiente.
La joven dice que aunque por mucho tiempo mantuvo su corazón blindado, porque no quería volver a amar, ahora se siente esperanzada de que algún día conocerá otro compañero de vida.
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“Sé que en el tiempo de Dios llegará un hombre con el que pueda formar una familia como siempre lo he querido y estoy dispuesta a volver a amar”, aseguró Paola.